Por Alfonso de la Vega
“…la Justicia pura, libre de egoísmos, es una cosa tan rara, tan espléndida, tan divina que cuando un átomo de ella desciende sobre el mundo, los hombres se llenan de asombro y se alborotan…”
Tras medio siglo de feliz Monarquía la corrupción, como los premios de la pedrea en el sorteo de Navidad, está muy repartida. Hay premios gordos reservados a los eximios próceres y otros menores para los súbditos de menos agarraderas. Acaban de mandar a prisión a todo un ex ministro de la Corona y antiguo secretario de organización de la PSOE, el considerado número tres en la jerarquía de la banda. Acompañado de su fiel escudero y uno de los recaderos de más confianza del excelentísimo señor primer ministro del gobierno de Su Majestad, que cada vez con peor cara, como en el retrato de Dorian Gray, observa como va cayendo su defensa siciliana ante los avances de la judicatura que no se rinde y se va comiendo peones y piezas menores. El ex ministro encarcelado fue elegido diputado por la lista del heroico socialismo y aún conserva de modo previsor su escaño de aforado, aunque no parece que pueda mantener sus derechos. Plantea una cuestión novedosa, clara demostración de alguna de las hermosas innovaciones de esta monarquía posmoderna filipina. Por ejemplo, ¿este percance tan ilustrativo supondrá la reducción de la mayoría absoluta? Pero, ¿Qué pasaría si fuesen cayendo en prisión más próceres del régimen? Una especie de diez negritos con sorpresa final.

La semana pasada era condenado por el Supremo el Fiscal General de la Monarquía. Se completaba el elenco de turno con sospechosos habituales, nuevas piezas en Almería tras una redada en la Diputación esta vez contra el socialismo o agendismo azul. Aunque de momento la cosa no ha terminado en tablas, se trataría de un caso al mejor estilo de los filantrópicos próceres del socialismo o agendismo rojo por un presunto trapicheo con el sufrimiento ajeno por el tema de las odiosas mascarillas que, código penal aparte, suponen negocios sucios a costa de la vida o del patrimonio de muchas víctimas, que delatan la catadura moral de quienes nos gobiernan. Sin embargo, el Supremo ha soltado a otro de los artífices del gobierno que disfrutamos, también ex secretario de organización y número 3 de la PSOE que formaba con los otros dos socialistas enviados a prisión la famosa banda del peugeot que acompañaba al luego presidente y yerno del mecenas empresario prostibulario. La otra pata del bipartidismo asimétrico, el agendismo azul, se atasca y trastabilla como su líder en el hemiciclo. Para colmo rechaza en el parlamento europeo que investigue la corrupción socialista española. Hoy por ti, mañana por mí.
Se mantiene la violación constitucional con el tema fundamental de los Presupuestos, pero a todo esto Su Majestad entretiene su ocio mientras disfruta de su feliz reinado ofreciendo un banquete al presidente de Alemania, que ignoro cómo se llama, y señora. Inmisericorde con sus invitados don Felipe les endiñó un filantrópico sermón estupefaciente de los suyos congratulándose de los hermosos ideales europeos que sirven tanto su desquiciado reino anfitrión como a la degradada Alemania invitada.
La Ética como filosofía práctica que responde a la pregunta kantiana “¿qué debemos hacer?” se supone que es una, aunque desde luego hay valores y morales distintos según lugares y momentos históricos. La moral es una realidad social que se encuentra en conexión con la constitución espiritual más íntima o profunda de un pueblo en una determinada situación histórica. Durante el régimen anterior existía una estrecha relación con la moral católica. No sin ciertas resonancias anteriores como las de un Comte que basaba la moral en la búsqueda del bienestar general como principio exclusivo de la moral. O de un Schopenhauer quien creía que solo las acciones que tienen su raíz en la compasión, o voluntad que quiere el bien de los demás, son buenas.
Sin embargo, esta moral asumida antes por el pueblo español con buenas consecuencias sociales ahora ha sido sustituida gracias a la degenerada izquierda posmoderna por actitudes nihilistas o utilitaristas en el sentido más degradado del término no combatidas por una pretendida derecha de conducta cómplice, hipócrita o apocada que se suma a la concupiscencia del botín. Cuando se asocia la moral a un código religioso cerrado y este falla o se desacredita por lo que sea, suele producirse una anomia personal y social que termina fomentando la corrupción. Se oscurece el entendimiento cuando se asocia moral a una religión o a las legislaciones positivas, y no a la propia naturaleza humana y sus exigencias espirituales.
Uno de los problemas más preocupantes de la España actual es la degradación moral del sistema que afecta a personas e instituciones y que nos condenan a un presente lamentable y a un futuro desastroso. Se preguntaba Cicerón: ¿los hombres pueden hacer bueno lo que es malo, y malo lo que es bueno? No, desde luego, pero pueden disimularlo mediante la mohatra de imponer otra moral posmoderna, la propaganda o el recurso a los aforamientos. Acaso para que la plebe no diga que el Poder no es previsor, el reino de España es el paraíso mundial de los aforados. Según datos del Consejo General del Poder Judicial actualmente en España hay unos 250.000 aforados. De ellos, más de 232.000 son miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad estatales o autonómicos, cinco pertenecen a la Familia Real y el resto, más de 17.000, a instituciones del Estado y de las Comunidades Autónomas. Se ve que la constitucional igualdad ante la ley no es igual para todos.
Una muestra más aunque significativa de lo que hoy pasa. La corrupción, empezando por la del entendimiento, aumenta. Espinosa lo explicaba con lucidez: “La corrupción desdobla, multiplica, genera secuaces y mana entusiastas, rellenando con el bodrio el hueco de las palabras. Quienes acusan al mando de corrupción arguyen contra su definición, pues el mando se practica corrompiendo ideas y hombres. La corrupción agrupa, el corruptor puede imperar indefinidamente sobre el rebaño corrompido. El necio murmura: esto se halla corrupto, pronto caerá. El sabio le replica: esto va corrompiéndose durará milenios.”

De modo que posiblemente más que el tenderete institucional o en el universo de los valores la estabilidad actual del Régimen se asienta en la corrupción. En el «y tú más». Pese a todo en España aún queda mucha gente decente, honrada, competente, bienintencionada, patriota que es sobre la que pesa el actual tinglado político económico social y que hoy se encuentra sin amparo, algo perpleja, y a la defensiva. Sin el ejercicio moral no puede haber verdadera estabilidad ni progreso político. Según Cicerón, «Nadie debe obedecer a los que no tienen el derecho de mandar». “Decencia”, “patriotismo”, «bienestar común», «compasión», cosas propias de fachas o de la extrema según la actual moral socialista WOKE dominante. La civilización arrumbada y los restos del naufragio a la deriva para celebrar los fastos del cincuentenario de la Monarquía.

