Por John Artiles/El Adepto Iniciado
Durante siglos, la llamada élite parásita formada por tecnócratas, bancos, lobbies geopolíticos y sociedades que operan en la sombra ha mantenido la ilusión de ser totalmente invencible, repito, la ilusión. Ellos mismos se pre sentan como superpoderosos e inevitables, pero hay un detalle que siempre intentan ocultar, y creo que lo sabes, ese detalle es que son minoría absoluta, dependen de la energía, la atención y la obediencia de millones para sostener su teatro. Realmente son parásitos, y un parásito sin huésped no tiene ningún poder.
Por eso mismo su obsesión nunca ha sido destruir a la humanidad, sino mantenerla sumisa, dormida, distraída y, sobre todo, como consecuencia de todo eso, obediente. Pero ese juego ya no funciona como antes porque el hechizo se está rompiendo. Y no se está rompiendo por las masas, ni por manifestaciones, ni por movimientos sociales, sino por algo mucho más simple y devastador para ellos. Me refiero a que cada individuo que deja de consentir les arrebata más poder del que cualquier protesta pueda imaginar. En realidad la élite no teme a las multitudes, teme al individuo soberano, porque ellos saben que una masa enfadada sigue siendo una masa mane jable, pero un ser que ha comprendido su poder interior, que ha dejado de obedecer por inercia, que cuestiona, razona, dice “no” y actúa desde su soberanía, es un ser totalmente incontrolable, y lo que no se puede controlar, se convierte en una amenaza para su estructura parasitaria. Por eso el sistema se centra tanto en educar, en guiar, en dirigir, porque si cada persona empezase a pensar por sí misma, el castillo de cartas se derrumbaría en semanas. La élite parásita no logrará su objetivo por una razón fundamental, y es que necesitan lo que ya están perdiendo, me refiero a tu miedo, a tu atención, a tu obediencia y a tu energía emocional. Y lo cierto es que cada vez menos seres están dispuestos a ofrecérsela.
Hace 20 años la gente creía ciegamente en la televisión pero hoy muchos dudan de cada palabra. Hace 10 años la gente obedecía sin cuestionar, pero hoy son millones los que sienten que algo no encaja. Hace 5 años con la dictadura sanitaria mundial muchos confiaban en la narrativa oficial, pero hoy gran parte de la población ve la
manipulación muy evidente. ¿Y qué hace un parásito cuando el anfitrión empieza a darse cuenta? Pierde fuer za, control y futuro, porque el poder no se recupera con manifestaciones, sino con desobediencia tranquila, no consintiendo y este punto es crucial. Estos parásitos no temen que la gente salga a la calle un día sino que la gente deje de obedecer todos los días. Por ejemplo, una manifestación se puede disolver pero un individuo que ha dicho internamente: No consiento, no participo, no obedezco lo injusto, ese individuo no vuelve atrás. Lo más interesante es que no se necesitan millones, ni “un movimiento”, bastan suficientes individuos desobedeciendo en los puntos clave. Piénsalo, todos los imperios caen así, no por la masa, sino por la ruptura del consentimiento. El trasfondo de todo, el gran secreto evidente que está a la vista es que su poder depende del tuyo.
La élite no crea nada sino que se alimenta de lo que tú creas, no decide nada sin que tu lo aceptes en tu mente. No controla nada sin tu obediencia voluntaria, por eso pueden imponer normas, decretos, crisis artificiales o narra tivas apocalípticas, pero si tú no consientes, si tú no obedeces aquello que viola tu conciencia, si tú no sostienes su juego entonces no pueden hacer absolutamente nada, y su poder queda totalmente arrebatado. Porque lo que realmente los sostiene no son sus leyes, sino tu creencia en ellas. Ese es el conocimiento que ellos temen y tam bién el secreto de todas las tradiciones iniciáticas, que ningún poder externo puede dominar a quien se domina a sí mismo. Mi conclusión es que el futuro no lo decide la élite, lo decide cada uno de nosotros, y no importa cuántos planes tengan ni cuántos proyectos transhumanistas impulsen ni cuánta ingeniería social desplieguen ni cuántos “grandes reset” fabriquen.
Sin tu energía, no son nada, sin tu consentimiento, no existen, y sin tu obediencia no pueden avanzar. Y aquí está la noticia que no verás en ninguna portada: Cada vez más seres están retirando su consentimiento y cada vez más están despertando su soberanía y diciendo un sencillo, poderoso e irreversible NO. El futuro de la humanidad no se decidirá en los despachos de los parásitos sino en la conciencia del individuo que comprende que la verdadera revolución es dejar de obedecer lo que te esclaviza.
Finem Initium Est.

