jueves, noviembre 27, 2025
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¿El Dalai Lama espía de la CIA?

Por Alfonso de la Vega

Ha aparecido en X el siguiente mensaje acompañado de una imagen:

Jacson Hinkle

@jacsonhinkle

BREAKING: NEWLY declassified docs shows Dalai Lama was on CIA payroll. (Traducido del inglés) ÚLTIMA HORA: Documentos recientemente desclasificados muestran que el Dalai Lama estaba en la nómina de la CIA.

A falta de comprobación, y de ser cierto, el asunto es muy importante y mueve a reflexión. Asistiríamos a una ofensiva globalitaria pareja contra dos grandes religiones civilizadoras, el Budismo y el Cristianismo con cientos de n millones de fieles a las que se considera obstáculos para la implantación de un NOM liberticida y homicida. En el caso del Catolicismo quizás el asalto desnaturalizante comenzase con el concilio Vaticano II, y se esté completando hasta su futura pero no lejana desactivación espiritual con Bergoglio y su sucesor.

La verdad es que tampoco me sorprendería en demasía que la acusación contra el Dalai Lama al final se confirmase. Sin saber muy bien la razón había algo en el dirigente tibetano en exilio que me hacía desconfiar. Quizás por ser el representante de un régimen teocrático como el lamaísmo tibetano, una mezcolanza medieval entre lo político y religioso. O por ciertas inclinaciones. Claro que de algún modo también sucedería algo parecido en el Vaticano con el Papa o en la Iglesia anglicana con la Corona.

Según el importante y atendible testimonio de antiguos viajeros de incógnito por el País de las Nieves en la organización tibetana habría que distinguir entre la autoridad fundamental o principalmente política, el Dalai Lama con sede en Pótala, la capital Lasa, y la religiosa espiritual del Trachi Lama o Tsang pentchén rimpotché con sede en el monasterio de Trachilhumpo, cerca de Jigatzé. Al Trachai Lama se le considera avatar del buda místico de la luz infinita y del principal discípulo de Gautama, el Buda histórico y se relaciona especialmente con el futuro buda Maitreya, la encarnación de toda bondad, arquetipo o figura de un Mesías, el Madhi islámico…Y es que muchos de los planteamientos, desafíos y soluciones o alternativas a las que se enfrentara el Budismo desde la época de Sakyamuni en el siglo VI antes de Cristo tienen que ver con la propia naturaleza humana e interpretaciones del mundo espiritual presentes tanto en Oriente como en Occidente, en todas las épocas históricas, incluida naturalmente esta en la que nos encontramos. Es curioso, y también muy esclarecedor para la historia del pensamiento religioso, observar en el Cristianismo alguna evolución paralela a las que experimentara el Budismo siglos antes. Cabe considerar al Budismo como la primera religión ecuménica o universal, sobre todo después de la influencia histórica del emperador indio Ashoka, que propagó el Budismo en la India y Asía, jugase un rol parecido, aunque con diferencias, al de Constantino para el Cristianismo medio milenio después.

El Budismo se fue trasformando a medida que se fue extendiendo por toda Asia al contacto con las principales creencias de los diferentes países. La doctrina más escueta, racionalista y experimental de los orígenes se fue diluyendo o modificando en ocasiones cuando asimilaba creencias locales. En efecto, la doctrina inicial se expuso al peligro de irse diluyendo al contacto con las imágenes y los símbolos anteriores a su llegada a los diferentes países en los que se fue extendiendo. De modo que hubo un proceso histórico de adaptación y asimilación. Más que intentar desalojar espíritus y demonios de a imaginación de los hombres, se entretejieron hábilmente las creencias populares en las enseñanzas, surgiendo así un complejo pero acertado y eficaz sistema de metáforas que permitía que tanto el racionalista como el mero devoto interpretaran la doctrina cada uno a su manera. Para los racionalistas era una filosofía positivista y a la vez un código moral basado en el autodominio, la bondad y la clarividencia. Para los devotos era una fidelidad, un sentido emocional de pertenencia, una fe o devoción. De tal manera que de aristocrático, en el genuino sentido del mérito y la Virtud pero no del linaje, sin necesidad de un clero o casta sacerdotal porque su ámbito era cada individuo, se fue trasformando en popular, con un creciente papel de un clero intermediario. Lo que daría lugar a panteones más o menos barrocos, teologías complejas y devociones inspiradas o gestionadas por ese clero. 

El Budismo originario experimentó importantes cambios a lo largo de los siglos y la difícil simplicidad de las ideas iniciales del Maestro fue transformándose, especialmente con la concepción Mahayana del Budismo. En el caso del Tíbet se mezcló con la tradición chamánica local Bon.

La esperanza mesiánica, la idea consoladora de que el Espíritu no va a abandonar nunca a la Humanidad a su suerte, no es solo característica del judaísmo sino que es común a todas las grandes religiones. También el Cristianismo espera la venida definitiva del Mesias, como antes el Saoshyant del Zoroastrismo persa, o el Madhi de las escuelas islámicas. En el caso del Budismo Mahayana la figura escatológica análoga es Maitreya, «El que es Amor», con el que se conoce al último Boddhisattva destinado a convertirse en el siguiente Buda cuando el Drama del Buda histórico actual, Sakyamuni o Siddartha Gautama, se haya debilitado por completo. El Dharma es la enseñanza de Buda, el método para alcanzar el despertar, para disipar el sufrimiento y el oscurecimiento.

Como dice Mamela Fiallo: “la batalla es cultural, la guerra espiritual”. Pero si al final poderes demoníacos logran captar las estructuras de poder institucional y en vez de Maitreya lo que viene es la CIA, ¿Cabe esperar una nueva manera de vivir lo sagrado con menos teologías ni «sinodalidades» con resoluciones decididas a mano alzada, pero con más sincera realidad espiritual?

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