Por Alfonso de la Vega
Tras el respiro de la tregua en Gaza, ya violada, la situación internacional cada vez se va haciendo más compleja y peligrosa incluyendo el embrión de otra primavera árabe pero ahora ¡en EEUU!
La semana pasada se produjo una importante conversación entre Trump y Putin para intentar buscar un acuerdo sobre Ucrania, e incluso se había programado otra entrevista entre ambos dirigentes, esta vez en Hungría. Una situación considerada de alto riesgo para la seguridad del presidente ruso que habría de desplazarse a Budapest, amenazada por la UE que demuestra no estar por la labor de dejar que la guerra termine. Y en consecuencia trata de boicotear las acciones de Trump, una especie de inoportuno tercero en discordia, mal querido o más bien odiado por el establecimiento globalista woke hasta ahora dominante en el presente Occidente degradado.
Sin embargo, quizás animado por su Plan de Gaza, Trump intenta obtener un cierto control de la situación y pasar de la presión militar a una gestión política y diplomática. El pasado viernes Trump recibía otra vez al dictador Zelenski en la Casa Blanca y parecía dar marcha atrás en la entrega de los prometidos misiles Tomahawks.
Al parecer, priorizando la vía diplomática, para no imposibilitar la oportunidad de un futuro acuerdo con Putin, Trump pretendería forzar a Zelenski a negociar y para ello debe recortar o eliminar ayudas al régimen de Kiev cada vez más desestabilizado en el frente y en retaguardia. De hecho, el disgusto y frustración del dictador ucraniano a la salida de la entrevista era indisimulable. Según Trump:
«La reunión con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, fue muy interesante y cordial, pero le dije, como he insistido ante el presidente Putin, que ¡ha llegado el momento de detener los asesinatos y cerrar un ACUERDO! Ya se ha derramado suficiente sangre, las fronteras de la propiedad se determinan por la guerra y la crueldad. Deben detenerse en lo alcanzado. ¡Que ambos declaren la Victoria, que la historia decida! No más disparos, no más muertes, no más gastos enormes e desmedidos de dinero. Esta es una guerra que nunca habría comenzado si yo fuera presidente. Miles de personas mueren cada año y cada semana, NO MÁS, ¡REGRESEN A CASA CON SUS FAMILIAS EN PAZ!”
No todos lo desean. El negocio es el negocio. El anuncio de la importante nueva entrevista en Budapest ha producido fulminantes reacciones del globalismo belicista en un intento de sabotearla. Así, oportunamente se incendia la principal refinería húngara que refinaba petróleo ruso, situada junto a la capital. También otra en Rumanía. Por su parte Polonia se niega a extraditar a Alemania a un terrorista ucraniano acusado de la autoría de la voladura del gasoducto Nord Stream. Ejemplos notables de lo que presumía el inefable comisario Borrell: ”un orden mundial basado en reglas”.
Pero la subversión, financiada por integrantes de la plutocracia, se agita en los propios EEUU y no solo en el aparato del estado. Una forma criminal de hacer política en la que se dirime el verdadero poder de la plutocracia contra las instituciones republicanas cuando están no le son del todo favorables. Y otra prueba más del actual rol de las izquierdas woke corrompidas como mamporreros del Gran Capital.
La ascensión de Trump a la presidencia está dejando en evidencia muchas cuestiones hasta ahora ocultadas. Blanqueadas por los corruptos media como un “levantamiento pacífico” de millones de personas contra Trump, las protestas del fin de semana llamadas «No Kings», “sin reyes” muestran muchas de las características típicas de las famosas revoluciones de color financiadas con dinero turbio, no muy diferentes por cierto a las que EE.UU. ha impuesto en numerosos países cuando sus gobiernos tampoco eran del agrado del deep state.
En esta ceremonia de la confusión que aún sirve para un público idiotizado y aturdido varias ONG se levantaron “espontáneamente” para luchar contra la tiranía, lástima que sus disturbios fueron organizados gracias a fondos de los mismos tiranos a los que dicen oponerse. Por ejemplo, según ciertas fuentes, “Soros” habría aportado 72 millones de dólares; Arabella Advisors, 78 millones de dólares y “Rockefeller” otros 28 millones de dólares, por citar a los más importantes. Según un directivo del Government Accountability Institute se habrían empleado casi 300 millones de dólares de la plutocracia para financiar las protestas populares para fabricar indignación y dirigir la “resistencia”. Los mismos potentados que derrocaron Libia, secuestraron Ucrania y financiaron revoluciones de colores desde África hasta Asia Central estaban manejando el activismo como servicio en Occidente. Lo financian, lo organizan y lo despliegan a voluntad cada vez que el tinglado profundo necesita una demolición controlada o un enemigo nuevo.
Si tiene razón Alfredo Jalife en la anglosfera, encabezada por EEUU y la UE, se escenifica una verdadera batalla cosmogónica y teológica entre el declive de la soroscracia globalista del Gran Reseteo del Foro Económico Mundial de Davos, cuyo presidente interino es Larry Fink, jefazo de BlackRock, con su polémica Agenda 2030/ woke/verde, y el retorno del “nacionalismo cristiano” de corte soberanista/ reaganiano con su Project Heritage 2025.
El dilema es globalización pero de acuerdo con los intereses nacionales respectivos o globalismo totalitario sacrificando el de las naciones.
Aunque aquí nos entretengamos con las inacabables peripecias de corrupción del Régimen del 78 estos asuntos nos afectan pues tienen una gran influencia en nuestro presente y futuro. Con la duda de VOX que no acaba de decidirse pues como decía Séneca “quien no sabe donde va nunca encuentra viento favorable”, no deja de ser notable el hecho de que nuestra casta política siga disciplinadamente la primera opción de las señaladas por Jalife. Incluso incomprensiblemente Su Majestad en diferentes ocasiones reniega de los patriotas y apoya de modo entusiasta el globalismo, no ya tirando piedras sobre su propio tejado sino rompiendo la supuesta neutralidad de su cargo. Una postura como poco imprudente para sus propios intereses y los de la permanencia de su dinastía.
Los que piensan que echando a Sánchez la cosa se arreglará como por arte de magia y ya todos seremos felices, honrados y prósperos no deberían desatender las enseñanzas que nos muestra la realidad. La subversión paradójicamente no se encuentra extramuros sino dentro de muchas instituciones.