miércoles, octubre 22, 2025
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Los defensores de la eutanasia fijan ahora su mirada en los más pequeños

Una investigación reciente publicada por Fox News ha puesto en alerta a sectores conservadores y religiosos al revelar la expansión de lo que su autora, Asra Nomani, denomina una industria global del suicidio asistido, con un enfoque inquietante hacia los menores. Este reportaje, titulado significativamente «‘Daño incalculable’: el movimiento global de suicidio asistido apunta a los niños», expone cómo un lobby multimillonario está promoviendo leyes que podrían facilitar la muerte asistida incluso para los más jóvenes, en un contexto donde los debates sobre identidad de género han abierto caminos hacia intervenciones médicas controvertidas.

Nomani describe esta red, a la que llama «Suicidio Asistido Inc.», como una estructura que trasciende fronteras, modificando legislaciones, ofreciendo servicios de eutanasia vinculados a funerarias, comercializando cápsulas diseñadas para el suicidio y entrenando a «doulas para la muerte». Esta industria, según la periodista, opera en más de 90 grupos distribuidos por todo el mundo: 41 en Europa, 31 en América del Norte (25 en Estados Unidos, cuatro en Canadá y dos en México), 13 en Oceanía (predominantemente Australia y Nueva Zelanda), cinco en Asia, dos en África y tres en América del Sur. Esta presencia, especialmente fuerte en Occidente, coincide con regiones que enfrentan bajas tasas de natalidad, lo que algunos interpretan como un factor cultural subyacente.

La investigación destaca que nueve países y once estados de Estados Unidos han legalizado la eutanasia, pero Bélgica, los Países Bajos y Colombia han dado un paso más al permitir que menores «maduros» accedan a esta práctica. En Bélgica, desde 2014, la eutanasia infantil no tiene límite de edad si el menor comprende su decisión y padece una enfermedad terminal, con el primer caso documentado en 2016. Los Países Bajos, pioneros desde 2002, han extendido esta posibilidad a niños de hasta un año, incluyendo recién nacidos con sufrimiento irreversible, registrando 9.958 muertes por eutanasia en 2024, el 5,8% del total nacional. En Colombia, la práctica también incluye a menores bajo estrictas condiciones.

Canadá, donde la eutanasia para adultos es legal desde 2016, está evaluando excepciones para casos excepcionales de menores, mientras que en España, donde se aprobó en 2021, el tema aún no está en la agenda pública. Nomani señala que en 2023, aproximadamente 15.000 canadienses recurrieron a la «Asistencia Médica para Morir», representando una de cada 20 muertes y convirtiéndose en la quinta causa principal, un aumento del 16% respecto al año anterior.

La periodista advierte que esta tendencia sigue un patrón similar al de la afirmación de género entre jóvenes, donde intervenciones médicas irreversibles se han justificado como actos de autonomía personal. Organizaciones como la Asociación Nacional de Derechos de la Juventud y la Asociación Humanista de Columbia Británica están abogando por extender la eutanasia a menores, usando términos como «menores maduros» para legitimar estas decisiones. En Bélgica, seis jóvenes han solicitado esta opción entre 2014 y 2024, con un caso reciente en 2024 que ha reavivado el debate.

Desde una perspectiva religiosa y conservadora, este fenómeno se ve como un ataque a la vida inocente, equiparándolo a influencias malignas que buscan corromper valores tradicionales. Nomani cita el caso de «Dying with Dignity Canada», que en 2024 reportó gastos de 3 mil millones de dólares, incluyendo 803.555 dólares en publicidad, argumentando que negar esta opción a los menores es «injusto». Sin embargo, detractores sostienen que no hay dignidad en acabar con la vida, reservando esa potestad exclusivamente a una autoridad divina.

El crecimiento de esta industria recuerda a otros movimientos sociales que comenzaron con promesas limitadas y se expandieron rápidamente. Nomani compara esta evolución con el aborto, que pasó de ser «seguro, legal y raro» a una práctica común por motivos electivos, o el matrimonio homosexual, que ha derivado en demandas de aceptación total. La eutanasia, advierte, podría seguir un camino similar, buscando nuevos «clientes» a medida que se normaliza.

Para los críticos, este avance representa una amenaza espiritual y moral, una señal de tiempos apocalípticos donde la vida humana se devalúa. Nomani concluye que la resistencia debe venir de quienes defienden la santidad de la existencia, instando a una lucha activa contra esta expansión.

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