Aunque parezca sacado de una novela de realismo mágico, el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), dirigido por el fiel José Félix Tezanos, ha colocado al PSOE de Pedro Sánchez en la cima de las preferencias electorales con un rotundo 34,8% de estimación de voto. Sí, han leído bien: mientras el PP se queda rezagado en un modesto 17,7%, la brecha entre ambos se ensancha hasta los 15 puntos, un salto de seis respecto a sondeos previos. Y como si fuera poco, Vox acecha a los populares a solo dos puntos de distancia, convirtiéndose en una tercera fuerza que casi roza el empate con los conservadores. Todo esto, publicado este lunes en pleno escándalo de los informes de la UCO que destapan pagos en efectivo del PSOE al exministro José Luis Ábalos, envuelto en la maraña de corrupción que salpica al partido.
Pero, ¿qué demonios está pasando aquí? Permítanme expresar mi incredulidad más absoluta. Pedro Sánchez, el presidente que acumula derrotas parlamentarias como si fueran trofeos de consolación, que gobierna en minoría con socios que le tiran de las orejas cada dos por tres, y que arrastra un reguero de titulares sobre presuntos amaños y favoritismos, ¿de repente el más popular del reino? Vamos a ver: en las calles, en las tertulias, en las redes sociales, el nombre de Sánchez evoca más suspiros de exasperación que aplausos. Su gestión de la economía post-pandemia, las concesiones a independentistas catalanes y vascos, el lodazal de Ábalos, farsemias, riadas asesinas… Todo apunta a una impopularidad galopante que las urnas, en teoría, deberían reflejar. Sin embargo, el CIS nos pinta un panorama idílico donde el PSOE no solo resiste, sino que crece como si nada.
No es la primera vez que el barómetro de Tezanos, ese eterno escudero del sanchismo, genera sospechas. Recordemos que este sociólogo, nombrado a dedo en 2018, ha sido acusado repetidamente de sesgar las muestras para maquillar realidades incómodas. ¿Coincidencia que este sondeo se haga justo cuando estallan los informes de la UCO, y en lugar de hundir al PSOE, lo catapultan? Me pregunto, con un escepticismo que me carcome, si Sánchez no estará ideando algún tipo de pucherazo encubierto.
¿Están sobre-representados los fieles del PSOE en las llamadas del CIS? ¿Se filtra el estudio para que coincida con momentos de «rebote» mediático? O peor: ¿no será que, ante la perspectiva de unas elecciones anticipadas que Sánchez podría estar barajando como «oportunidad», alguien ha decidido inflar los globos para que el globo aerostático sanchista no pinche antes de tiempo?
En fin, mientras el resto de sondeos independientes —aquellos que no dependen de presupuestos públicos— pintan un panorama mucho más ajustado, con el PSOE luchando por no caer por debajo del 30%, este último CIS nos invita a creer en hadas y unicornios. Mi incredulidad no es solo personal; es el eco de millones de españoles que, día a día, sienten que la realidad no encaja con estos números de postal. ¿Se adelantarían elecciones con esta «luna de miel» fabricada? ¿O es solo otro capítulo en la eterna telenovela de la Moncloa?