Por Alba Lobera (Mundo Viperino)
El 16 de septiembre de 2025, el Congreso de EE. UU. abrió la caja de Pandora: la geoingeniería. Lo que empezó como una audiencia técnica sobre ciencia climática terminó siendo un espejo de conflictos ideológicos, agendas cruzadas y preguntas incómodas que nadie quiere responder. Bajo el título “Jugando a ser Dios con el clima – Un pronóstico desastroso”, el mensaje fue claro: ya no se discute si el clima puede ser manipulado. La discusión real es quién va a hacerlo, con qué fines, y bajo qué reglas —si es que las hay.
La geoingeniería —desde la siembra de nubes hasta los experimentos para bloquear la radiación solar— no es ciencia ficción. Tampoco es una novedad. Se ha probado, a pequeña escala, desde hace más de medio siglo. Lo que cambia ahora es la ambición: convertirla en política climática global. El problema, según los expertos que hablaron ante el Congreso, es que no hay evidencias sólidas de que estas técnicas funcionen a gran escala, y menos aún de que sean seguras. Y sin embargo, los ensayos siguen adelante.
Uno de los puntos más repetidos en la sesión fue la falta absoluta de regulación. Mientras unos pedían leyes federales claras, otros fueron más lejos: un acuerdo internacional que prohíba por completo este tipo de intervenciones. Pero la realidad hoy es esta: no hay normas firmes, ni consenso global, ni mecanismos públicos de supervisión. Eso significa que cualquier actor con poder suficiente —una empresa, una agencia estatal, un bloque geopolítico— puede hacer pruebas sin rendirle cuentas a nadie.
El debate no fue técnico. Fue ideológico, crudo. No se trató de ciencia contra política, sino de dos formas de entender el mundo. Para algunos, investigar estas tecnologías es urgente ante el avance del cambio climático. Para otros, es jugar con fuego. Las posturas no solo se enfrentaron, se anularon. Acusaciones de conspiración, de negacionismo, de autoritarismo verde. Puro choque.
Pero en medio del ruido, quedaron preguntas que nadie contestó:
- ¿Qué pasa si una intervención climática en un país provoca sequías o tormentas en otro?
- ¿Quién sería responsable legalmente?
- ¿Qué impide que corporaciones privadas se apropien de tecnologías que podrían alterar ecosistemas enteros?
Nada de esto está resuelto. Y lo más preocupante es que se sigue avanzando igual.
El clima como arma
Modificar el clima no es solo una cuestión científica. Es poder puro. Si puedes controlar la lluvia, el calor, las heladas o el CO₂ en el aire, puedes influir directamente en los cultivos, los precios, las migraciones, los equilibrios regionales. Y eso ya no es ciencia, eso es estrategia.
Por eso hay lobbies, grandes corporaciones y hasta organizaciones ambientalistas muy interesadas en esta agenda. Algunas ya financian investigaciones, mueven hilos en redes sociales y medios, marcan el discurso climático con una narrativa que no admite disidencias. Todo el que cuestiona es tachado de conspiranoico. Todo el que duda, es enemigo del planeta.
Lo más inquietante es la hipocresía. Por un lado, se nos dice que la geoingeniería es solo una idea lejana, teórica. Por otro, hay proyectos en marcha, universidades implicadas, fondos públicos invertidos y políticas en discusión. Se niega con una mano lo que se financia con la otra. Esa disonancia es la verdadera trampa. Porque mientras la mayoría de la población ni siquiera sabe qué significa esta palabra, las decisiones ya se están tomando en oficinas cerradas.
Esto ya no va de salvar el planeta. Va de quién controla el futuro.
La geoingeniería no es una amenaza futura. Es presente. Está sobre la mesa de científicos, políticos y empresarios. Pero no está en la conversación pública. Y eso es lo más grave. Porque lo que se decida ahora puede alterar el equilibrio de la Tierra durante generaciones.
El verdadero riesgo no es solo intervenir el clima. Es hacerlo sin consentimiento, sin supervisión, y sin que nadie nos pregunte.
Este reportaje no busca alarmar. Busca abrir los ojos. Lo que se viene no es inevitable, pero ignorarlo sí es imperdonable.
Este no es el final del reportaje. Es el principio de una conversación que deberíamos estar teniendo todos.
Recomendamos el visionado de este vídeo, donde se habla del tema en mayor profundidad
UN SILENCIO QUE PESA:
📚Todos los ejemplares de ‘Rasgando la Penumbra’, revista de investigación, en: https://acortar.link/0NRDf8