Si uno tiene creatividad, tiene el poder de Dios, y con el poder de Dios puede ir “al final del mundo”.
Si uno tiene creatividad, entiende lo que significa “estar hecho a semejanza de Dios”. ¡Entiende que Dios es su semejante!
Pero si uno no sabe qué es la creatividad, no podrá entender mis palabras. Tratar de descifrarlas será, para él, como intentar adivinar el paisaje que se ve, desde la cima de la montaña, permaneciendo abajo, en el valle. ¡Puro “ocultismo”!
Es en este punto en el que, quién no sabe lo que es la creatividad, suele decir – ¡No todos tenemos la suerte de nacer artistas! – y eso evidencia que confunde la creatividad con el artisteo, con la farándula (En ese gremio hay personas creativas y otras que no lo son tanto, como en cualquier gremio).
– ¿Personas creativas y otras que no lo son tanto? ¡Pues eso es lo que yo dije: que no todos valemos para crear! – Dice el que no sabe qué es la creatividad (Puedes saber lo que dice, incluso antes de que lo diga, porque suena repetitivo).
¿Y si yo le dijera que todos somos creativos por naturaleza? ¡Que todos tenemos unos gestos únicos, un timbre propio en la voz, una mirada diferente, un comportamiento muy particular Una personalidad, vaya! ¿Y si dijera que ser creativo consiste, nada más y nada menos, en evidenciar eso que es único en cada uno de nosotros y puede, por tanto, distinguirnos realmente de los demás? ¿Lo tomaría como una buena o como una mala noticia?
Creas cuando te muestras tal como eres, cuando actúas de la manera más cómoda para ti; y no lo haces, obviamente, cuando copias, cuando finges. Eso siempre resta comodidad porque provoca tensión, nerviosismo; y nunca puede resultar creativo porque cuando copias a otro desapareces, dejas de contribuir, con tu propia luz, a la iluminación de este mundo.
Es cierto que uno puede distinguirse de otros afiliándose a un partido, a una secta, a una ‘hermandad’, asumiendo una ideología; pero eso mismo lo hará indistinguible entre los «hermanos». A partir de ahí estará obligado a actuar en beneficio de la hermandad aunque sienta que no es su propio beneficio. Será distinto a unos pero igual que otros, y ser igual que otros nunca puede confundirse con “ser uno mismo”.
Sentir que no se tiene la obligación de encajar en ningún molde, eso es ser uno mismo. Esa es la auténtica libertad de la que hablaba Jesús. ¡La verdad te hace libre! ¡Tu verdad, no tu fingimiento! ¡Tu espontaneidad, no tus “clichés”.
Mira que no cuesta nada ser espontaneo. Es nuestra programación por defecto (lo que se ejecuta cuando no ejecutas ningún programa). Es el “anti-pecado original”, el regalo divino con el que naciste, lo que te une a Dios y te lleva a identificarte con “él”, y por tanto, a sentir lo mismo.
¿Y no es “sentir lo mismo” lo mismo que “ser lo mismo”? ¿No es lo mismo “ser” y “sentir”? En este punto, el que no sabe lo que es la creatividad suele preguntar -¿Cuanto tiempo se puede estirar esa comunión divina?- Si sintiera lo que se siente al tener el poder de Dios, no lo preguntaría. Si no lo siente, tratar de explicárselo es como intentar describir un paisaje a quién ha preferido quedarse abajo, en el valle, intentando convencer al mundo de que no todos podemos ser artistas.
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