Por Alfonso de la Vega
Sobre el significado profundo de la gesta de la Hispanidad hemos hablado ya tantas veces que acaso resulta repetitivo además de cansino o superfluo. Este año la conmemoración posee sus peculiaridades, una es clara o patente: el cada vez más descarado ninguneo de la clase política a lo que la Hispanidad representa, otra se encuentra de momento aún tapada como amenaza que se cierne sobre nuestra integridad territorial. Antes, la celebración de una gloria nacional como la Hispanidad era común a toda España, pero tras la pepitoria en taifas de ignorantes renegados producto de la actual Monarquía parece ser algo inconveniente de lo que avergonzarse. Por extraño o insólito que resulte la Hispanidad por mala conciencia o ignorancia produce sarpullidos de alergia a la casta parasitaria de la nación española. También incluso la misma Corona parece renegar de las grandezas de nuestra Tradición, hoy como subordinada al poder sionista anglosajón según se muestra en sus acciones, omisiones y discursos.
España debiera sentir legítimo orgullo de su historia. Además de derrotar al Islam y al comunismo, la Hispanidad: Aunque hoy lamentablemente esté siendo vencida sin plantar batalla, desarrolló una labor filantrópica y civilizadora sin precedentes. Y sin embargo la mayoría de los españoles no solo no se enorgullecen de su historia, sino que al contrario se avergüenzan. Un caso insólito en el mundo de aceptar las interesadas calumnias de nuestros enemigos tradicionales. De modo que no resulta tan extraño que el Régimen reniegue de la Hispanidad porque le coloca ante sus propias miserias como con un espejo. Se acaba de ver con lo del traslado del festivo al lunes. Mantienen una postura leal decorosa las taifas de Asturias, Aragón, Andalucía, Castilla y León, Extremadura y Melilla. Contra lo que cabría suponerse la negación o ninguneo de la Hispanidad no se reduce a la izquierda apátrida sino que se nutre del PP y los ventajistas racistas de Cataluña y Vascongadas. Sabemos que el PP, falsa oposición, carece de identidad ideológica propia o común para toda España.
En la conmemoración de este año 2025 cabe reconocer que vivimos pésimos tiempos para la Hispanidad y para lo que ella representa en la historia de la Cultura y de la Civilización universales. Los valores que informaban esta ingente y descomunal labor están hoy en almoneda no ya en América incluso paradójicamente en la propia España. Gran parte de nuestra clase dirigente por complicidad, cobardía o ignorancia adopta los valores y mañas del enemigo. Pero no es tanto de extrañar cuando la corrupción reina allí y aquí. Y la primera corrupción es la del Entendimiento. Parece claro que ni la Corona, su titular carece de entidad, ni la Iglesia, cuya máxima jerarquía actual no esconde declararse en el bando opuesto, por citar dos otrora importantes instituciones tradicionales, va a apoyar de verdad el fomento y reorganización de la Hispanidad.
El propio nombre de Hispanidad es relegado. Aunque allí apenas nadie hable latín, se usa habitualmente el falsario e insidioso de Latinoamérica para sustituir al más veraz y real de Hispanoamérica. También se intenta boicotear el uso del español, sobre todo en España, con la complicidad y traición de muchos dirigentes ridículos, corruptos e ineptos. Es fundamental desde el punto de vista estratégico para el enemigo que no constituya cemento de unión de esa gran civilización. Ni tampoco en la propia España. Por eso entre otras razones se apoya la penetración y el uso del inglés o las lenguas locales. Desde el punto de vista de la libertad, sobre todo en la insuperable definición cervantina, se olvidan los logros en derecho de gentes, la pionera legislación para protección de los nuevos súbditos. O la implantación del juicio de residencia como intento de control del desempeño del poderoso. O el control desde España de la gente que pretendía emigrar a América.
Aunque la criminal leyenda negra perpetrada por el enemigo de fuera y de dentro empieza a ser combatida de modo contundente por muchos investigadores de una u otra orilla del océano sigue usándose para atacar a España y como prevención para sabotear su potencialidad en un mundo multipolar emergente donde la Hispanidad pudiera tener gran importancia. En efecto, es un error geopolítico continuar de víctimas comparsas en la corrupta, liberticida y ruinosa UE dando simultáneamente la espalda a nuestro propio dasein natural: la Hispanidad es toda una civilización que debiera promover su sitio en el emergente mundo multipolar. Una UE subordinada a intereses ajenos, en descomposición, presa de la corrupción, el multiculturalismo, leyes inicuas como la de género, o contra la economía natural so pretexto demagógico y falsario ecologista.
Pero para ello tendríamos que recuperar nuestra soberanía, empezando por la cultural, en almoneda desde la entronización del lamentable régimen del 78. Asunto muy difícil pero acaso no imposible si se tiene la voluntad de lograrlo. Y sí, conviene empezar por la cuestión de la Cultura, y del apoyo decidido, contra el sabotaje de que está siendo objeto, a la lengua franca de unión: el español. Aspecto básico es promover el conocimiento de la Historia. No es cuestión solo de gestión de recursos, de mera economía. No podemos entender la Hispanidad sin la lengua española ni un profundo trasfondo religioso. El problema social precolombino y el tema de la religión y de la profundidad de la moral cristiana que la inspiró. La defensa de todas las criaturas consideradas como una creación divina, algo dotado de dignidad y libertad, y es precisamente porque somos criaturas, es decir, creados por Dios, no somos robots de IA.
En la conmemoración de este año nos volvemos a encontrar con viejos conocidos que en las circunstancias actuales requieren controlar completamente el Estrecho y pese a la docilidad de la Monarquía las veleidades de la clase política borbónica no se lo garantizan de modo que les sería preciso disponer de las ciudades españolas en África, especialmente Ceuta, frente a Gibraltar en el Estrecho. Lo del acercamiento a China, su ahora peor enemigo, o las recientes escaramuzas, de no ser tongo para distracción del populacho, debilitan la colaboración del Régimen español con el sionismo. Trump amenaza ahora con echarnos de la OTAN.
Llama la atención la “primavera árabe” en Marruecos, no porque no falten motivos de rebelión en el pueblo marroquí, como aquí también, sino por quiénes están detrás de ella junto a los motivos escondidos que puedan tener. Pudiera ser Rusia, pero las “primaveras” clásicas se deben al Partido Demócrata y a las organizaciones de Soros para conquistar el poder. Pero Marruecos ya está subordinado a Israel y EEUU. Si la hipótesis fuese cierta, ahora no se pretendería el derribo del sultanato subalterno sionista sino de la persona del rey Mohamed VI para sustituirlo por su más manipulable y violento nacionalista hijo. El viejo rey por sus precarias condiciones personales no estaría por la labor de atacar Ceuta y Melilla mi menos Canarias, y resultaría preciso sustituirlo por alguien más conveniente y enconado fanatismo. Si llega a triunfar la actual “primavera” probablemente lo veamos en pocas semanas.
Nada “mejor” para celebrar otra Hispanidad que un nuevo desastre como el de Cuba, también provocado por la incompetencia y corrupción de nuestros dirigentes.