miércoles, septiembre 3, 2025
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Diccionarios, germanías y neolingua

Por Alfonso de la Vega

Igual que existe un Diccionario de la Lengua española elaborado por la Real Academia que fija, limpia y da esplendor, todo ello sin exagerar, cuando se atreve o la dejan. O un «Diccionario de uso del español» de María Moliner que una gran obra lexicográfica de doña María, es menester ir creando un diccionario de neolingua. El gran Espinosa ya nos advertía acerca de lo que se nos venía encima:

“La premeditación no inventó los dioses ni tampoco la democracia pero sí el empeño de hablar en su nombre. Interpretar es acomodar el hecho a la doctrina. La premeditación usa cuatro diccionarios. El primero para hablar con la divinidad. Es un diccionario falso. El segundo para hablar con el pueblo, diccionario falso. El tercero para hablar con la historia, también es falso como los otros. El cuarto diccionario de la premeditación es para hablar consigo misma. Es un diccionario cerrado. Es costumbre esperar un quinto diccionario verdadero y abierto pero nunca vendrá mientras dure nuestra feliz gobernación.”

La neolingua es de uso habitual entre los nuevos dictadores. En realidad la inspiración para el concepto de neolingua o para sus famosas obras 1984 y Rebelión en la Granja le surgió a Orwell de su época comunista y luego tras su estancia en la España roja donde había venido a combatir como brigadista. Es sabido que Eric Blair, más conocido por su pseudónimo literario George Orwell, vino a España en diciembre de 1936 a luchar en el bando mal llamado republicano. Cuando hace años leíamos la obra de Orwell nos parecían exageraciones. Cosas propias de un personaje traumatizado por el rojerío criminal al que conocía demasiado bien, ya que cuando vino a España a luchar a favor de los rojos contra los nacionales estuvo a punto de ser asesinado por los comunistas debido al hecho de haber combatido con una agrupación del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) enfrentado entonces a las directrices comunistas soviéticas, y cuyo líder Andrés Nin fuera secuestrado, torturado y despellejado vivo por los secuaces de Stalin con el visto bueno de los no menos filantrópicas autoridades socialistas antecesoras correligionarias de los actuales.

 Es muy famosa su obra Homenaje a Cataluña en la que narra sus aventuras, o más bien desventuras durante el agitado periodo de su residencia aquí, que estuvieron a punto de costarle la vida. Primero el disparo de un francotirador que le hirió en el cuello y luego el intento de asesinato por parte de sus correligionarios comunistas, pues Blair había sido asignado no a las Brigadas internacionales soviéticas sino a un batallón del revolucionario POUM, partido obrero de unificación marxista, que fue literalmente exterminado por los comunistas de obediencia a Stalin.

Pero, desde su propia óptica y sensibilidad no exenta de lucidez, Orwell también escribió otros textos en relación a su estancia española que se suelen agrupar bajo el nombre de Mi guerra civil española. «El concepto de verdad objetiva va desapareciendo del mundo…la teoría nazi niega que exista la verdad. No hay “ciencia” sino “ciencia alemana”.  El objetivo implícito de esta manera de pensar es un mundo de pesadilla en que el Caudillo o una junta gobernante controla no solo el futuro sino el pasado».

Como puede verse en estas palabras escritas en el año 1942 ya se encuentra configurada la acción del “Ministerio de la Verdad” de su famosa novela 1984, modelo de los actuales. Ahora bien, en rigor la frase puede aplicase a cualquier sistema totalitario y muy especialmente al régimen estalinista. Y ahora está de tremenda moda gracias a los disfraces supuestamente democráticos del nuevo despotismo de los que presumen los nuevos dictadores de diseño globalista. La Verdad primera víctima de la guerra. Ahora también de la ruinosa paz del Régimen del 78.

Para entender mejor sin tantas confusiones interesadas en beneficio del Poder conviene regresar a nuestro vocabulario de germanías que de modo preciso revela el verdadero jaez de algunos de nuestros próceres borbónicos. Es una pena que con la riqueza de nuestra lengua sólo se usen términos tan flojos como por ejemplo «saunas» lejos de nuestras más acendradas tradiciones y utilizados por gente del gremio periodístico de pocas lecturas y escasa capacidad crítica o cognitiva.

El lenguaje de germanías tradicional suele clasificarse en dos grandes apartados o especialidades: el de los explotadores sexuales y el de los ladrones, ambos suelen operar juntos, como resulta fácil comprobar.

De especial actualidad es la organización de una de las instituciones que contra lo que cabría suponer se han demostrado más acreditadas para el eficaz desarrollo curricular meritocrático dentro del Régimen; los burdeles. En la organización del burdel aparece el triple concepto: de familia (como lo demuestran los nombres de padre = alcahuete, y madre = alcahueta), de propiedad (guardadamas, guardacoimas, guardaizas) y de negocio (reclamo, faraute, trainel).

En lo que puede entenderse una forma de feminismo sui generis dentro de la sociedad hetero patriarcal clásica que hoy combaten nuestras audaces feministas tatuadas, según la psicología germanesca, la mujer no solamente no delinque, sino que no tiene personalidad para delinquir, y por lo mismo, no forma parte de la sociedad delincuente. Es la personalidad más pasiva de cuantas se denominan en la jerga, y esta pasividad la incapacita para los fines explotadores de la delincuencia, porque empieza por ser el primer objeto de esa explotación. El feminismo socialista ha superado estos antiguos prejuicios. 

El rufián se clasifica dentro de la terminología de germanías en las siguientes categorías: cherinol, el que es principal en la rufianesca o ladronesca; jayán, el que es respetado por todos los demás; jaque, león, pendencia, rufo, los valientes o camorristas, lo mismo que ruido; consejo, el astuto; aviso, el confidente de prostitutas y ladrones; germano y germán, amancebado, agermanado; engibador y engibacaire, recaudadores de la ganancia de las prostitutas, y gayón, guardador de rameras. En cuanto a los nombres de los dueños del burdel tienen el genérico de padres de mancebía, con sus variantes de padre, cambiador, alcancía y tapador.

Mientras disfrutamos de las maravillas de la neolingua y esperamos ese hipotético quinto diccionario verdadero y abierto bien podemos utilizar este lenguaje de germanías que permite incluso facilita la comprensión de los cuatro primeros. Así lo de la cansina matraca que han cogido con la superchería del cambio climático. Y acaso preparar también otro de gestos, para entender mejor las extrañas muecas y lenguaje corporal que ahora prodigan nuestro gran prócer y otros miembros del gobierno.

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