La inminente incorporación de Pepa Bueno al telediario de La 2 ha desatado toda una ola de críticas que pone en evidencia, una vez más, la creciente instrumentalización de ‘Televisión Espantosa’ como herramienta al servicio del gobierno socialcomunista.
Este movimiento no solo demuestra que el ente público es un medio descaradamente sesgado, sino que también consolida la sensación de que el Gobierno de Pedro Sánc-hez busca desesperadamente moldear la narrativa mediática a su favor, tras fracasar en su intento de convertir por completo al diario El País en su altavoz particular. Pepa Bueno, destituida como directora de El País el pasado mes de junio, no llega a TVE con un historial impecable que digamos. Su salida del diario no fue precisamente un adiós amistoso: Joseph Oughourlian, presidente del grupo PRISA, no ocultó su frustración con la deriva del periódico bajo la dirección de la ‘periolista’. Oughourlian acusó públicamente al Gobierno de Sánchez de ejercer presiones para controlar la línea editorial de El País, un medio que, durante el mandato de Bueno, fue percibido por muchos sectores como un brazo mediático del PSOE. La falta de neutralidad y el alineamiento descarado con el Ejecutivo socialista fueron señalados como razones clave de su destitución.
Ahora, su fichaje por TVE no parece más que un intento de reciclaje político, una maniobra para colocar a una figura afín en un medio público que debería ser un modelo de imparcialidad. La propia Pepa Bueno tuvo el descaro de afirmar, en una reciente entrevista en el programa de Jesús Cintora —otro ‘periolisto’ cuya trayectoria está marcada por su cercanía al sanchismo—, que su labor como periodista es “contar la realidad con honestidad”. La declaración resulta cómica viniendo de alguien cuyo paso por El País estuvo marcado por un sesgo tan evidente que hasta el presidente de PRISA lo reconoció públicamente.
Si Bueno cree que su trayectoria la avala como adalid de la objetividad, parece vivir en una realidad paralela. El trasfondo de este movimiento es claro: tras no lograr consolidar El País como un NO-DO de propaganda gubernamental, el Ejecutivo de Sánchez puso sus ojos en TVE, una plataforma con un alcance aún más amplio y un desorbitante presupuesto público que debería garantizar su independencia. Sin embargo, la incorporación de elementos como Pepa Bueno sugiere que el objetivo es afianzar un control narrativo que favorezca los intereses del PSOE. La televisión pública, que debería ser un espacio plural y representativo de todos los ciudadanos, se consolida así en otro instrumento al servicio de Moncloa.
Este fichaje no solo es un insulto a los pocos profesionales de verdad que quedan en TVE y que luchan por mantener la integridad del medio, sino también a los cada vez menos espectadores, que merecen una información veraz y equilibrada, no una versión maquillada de la realidad al gusto del Gobierno. La deriva de TVE bajo la influencia del sanchismo no es nueva, pero la llegada de Pepa Bueno marca un paso preocupante. ¿Cuánto tiempo más soportaremos los españoles que nuestros impuestos financien un medio que parece más preocupado por complacer al ‘PresiMiente’ que por cumplir con su mandato de servicio público?
Mientras Sánc-hez y su entorno sigan viendo a TVE como una extensión de su maquinaria propagandística, la credibilidad de la televisión pública seguirá en caída libre. Y los espectadores, hartos de manipulación, seguirán buscando alternativas para informarse. Porque, al final, la “honestidad” que Pepa Bueno dice defender brilla por su ausencia en este nuevo capítulo de la decadencia de Televisión Espantosa.
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