El 5 de agosto de 1926 el legendario mago y escapista, Harry Houdini, dejó al mundo boquiabierto una vez más con una hazaña que desafió la lógica y los límites de la resistencia: permanecer más tiempo bajo el agua que cualquier otro ser humano. Hoy se conmemora el aniversario de esta proeza.
Nacido como Erik Weisz en Budapest en 1874, y nacionalizado estadounidense, Houdini se convirtió en sinónimo de escapes imposibles. Desde liberarse de esposas y camisas de fuerza hasta salir de cajas fuertes bajo el agua, su vida estuvo marcada por una búsqueda constante de superar el peligro y capturar la imaginación del público. En 1926, Houdini ya era una estrella internacional, pero también tubo que aguantar críticas feroces de quienes cuestionaban la autenticidad de sus actos. Fue precisamente eso lo que le llevó a realizar una prueba que no solo demostraría su habilidad, sino que también silenciaría a los escépticos.
En aquella época, algunos afirmaban que Houdini usaba trucos o atajos en sus escapes. Para demostrar su capacidad física y mental, aceptó someterse a una prueba que no dependía de llaves ocultas ni de mecanismos secretos: un encierro prolongado en una caja metálica hermética, sumergida en un tanque de agua, durante más tiempo del que cualquier persona había logrado antes, donde solo su control sobre la respiración y su resistencia física determinarían el resultado.
Aquel 5 de agosto de 1926, en el Hotel Shelton de Nueva York, Houdini se enfrentó a un desafío que combinaba claustrofobia, peligro y espectáculo. La caja metálica, a menudo descrita como un «ataúd de acero» con paneles transparentes para que el público pudiera observar, estaba sellada herméticamente. Esta caja fue luego sumergida en un tanque o pileta de agua más grande, asegurando que no hubiera forma de que el aire llegara al interior. Frente a una audiencia de periodistas, médicos y espectadores, Houdini entró en la caja, que fue cerrada y sumergida, iniciando una cuenta regresiva que mantuvo al público al borde de sus asientos. Durante 91 minutos, Houdini permaneció dentro de la caja metálica, sumergido en el tanque, utilizando técnicas de control respiratorio y meditación que había perfeccionado durante años para minimizar su consumo de oxígeno. El ambiente claustrofóbico, combinado con la presión del agua circundante, hacía que el acto fuera tanto una proeza física como mental. Los testigos relataron un silencio tenso en la sala, roto solo por el sonido del agua y la expectativa de si Houdini lograría sobrevivir. Finalmente, emergió exhausto pero victorioso, habiendo superado el récord de resistencia bajo el agua y dejando al público atónito.
La hazaña de Houdini no solo fue un espectáculo, sino también un momento que reforzó su estatus como un superhombre de su tiempo. Los periódicos de la época, como el New York Times, cubrieron el evento con grandes titulares, destacando la capacidad de Houdini para trascender las limitaciones humanas. Este acto también sirvió como una respuesta contundente a quienes dudaban de su autenticidad, demostrando que su éxito se basaba en una combinación de preparación física, disciplina mental y una voluntad inquebrantable.
Además, el evento tuvo un impacto en la cultura popular, consolidando la imagen de Houdini como un ícono de la superación. Su capacidad para enfrentarse al peligro y salir victorioso capturó a una sociedad fascinada por los avances científicos y los límites del cuerpo humano. Sin embargo, esta hazaña también marcó uno de los últimos grandes actos de Houdini, ya que apenas dos meses después, el 31 de octubre de 1926, fallecería a causa de una peritonitis tras un incidente en el que recibió golpes en el abdomen por parte de un estudiante.