Lo que nos faltaba por ver: ¿Cómo se puede caer tan bajo? Esa es la pregunta que está en la mente de cualquier ciudadano español tras enterarse de esto:
Un grupo de cineastas, músicos, actores, escritores y exministros ha firmado un manifiesto en apoyo a Sánc-hez, en un intento desesperado por defender lo indefendible, por apuntalar un desgobierno salpicado por escándalos de corrupción. Entre los firmantes se encuentran nombres nada sorprendentes como Pedro Almodóvar, Joan Manuel Serrat, Ana Belén, Víctor Manuel, Miguel Ríos, Carlos Bardem, Leire Pajín, Manuel Chaves y Alberto Garzón, entre otros, quienes no han dudado en salir en defensa de un gobierno cuyos principales colaboradores, como José Luis Ábalos y Santos Cerdán, están envueltos en casos judiciales de extrema gravedad, con Cerdán ya en prisión y Ábalos bajo la lupa de la justicia, por no mencionar a la imputada Begoña, el hermanísimo y el mismísimo fiscal general.
Este ridículo e infame manifiesto es una muestra flagrante de hipocresía, oportunismo y, sobre todo, de una vergonzosa lealtad a las subvenciones públicas que sostienen a muchos de estos autoproclamados «intelectuales».
El texto, publicado este lunes por The Objective, no solo defiende a Sánchez y su gobierno, sino que carga con una retórica inflamada contra «las derechas», a las que acusa de orquestar una «conspiración para derribar a un gobierno legítimo». También arremete contra sectores de la prensa, a los que tilda de propagar «falsas noticias», y contra parte de la jerarquía eclesiástica por supuestamente violar la neutralidad política. ¿Qué credibilidad puede tener un manifiesto que, en lugar de exigir transparencia y rendición de cuentas ante los escándalos de corrupción, opta por señalar a los jueces, los medios y hasta la Iglesia como responsables de una supuesta cacería? La respuesta es clara: ninguna. Estos firmantes no buscan defender la democracia, sino proteger los privilegios que les otorga un sistema que los ha alimentado con generosas subvenciones durante años.
La lista de firmantes es un quién es quién de la «élite cultural» y política que ha vivido cómodamente bajo el paraguas del poder socialcomun¡sta. Pedro Almodóvar ha recibido millones en subvenciones para sus proyectos, al igual que otros nombres del mundo del cine y la música que figuran en el manifiesto. Joan Manuel Serrat, Miguel Ríos, Ana Belén y Víctor Manuel, considerados supuestos «iconos» de la canción de autor, han sido beneficiarios recurrentes de fondos públicos para sus giras, discos y eventos culturales.
¿Es casualidad que estos nombres, los de siempre, salten ahora a defender a un gobierno que les ha garantizado un flujo constante de euros? La respuesta, nuevamente, es obvia. Su apoyo no es un acto de principios, sino una transacción: lealtad a cambio de favores. Mientras tanto, el gobierno de Sánc-hez se tambalea bajo el peso de casos de corrupción que han indignado a la mayor parte de la ciudadanía. La trama de adjudicación de obra pública presuntamente encabezada por los que han sido sus manos derechas: Santos Cerdán, exsecretario de Organización del PSOE, y el caso Ábalos, relacionado con irregularidades en contratos públicos, son solo la punta del iceberg.
Estos graves casos de corrupción son síntomas de un sistema que, según críticos como los exministros socialistas Jordi Sevilla, Javier Lambán o César Antonio Molina, ha perdido el rumbo ético y moral. En un manifiesto opuesto, firmado en junio de 2025 por más de un centenar de figuras de izquierda, se exigió la convocatoria urgente de elecciones ante la «gravedad» de los escándalos de corrupción y la «supresión de controles y contrapesos» en la democracia española. Este contraste pone en evidencia la división incluso dentro de la propia izquierda, donde los firmantes del manifiesto pro-Sánc-hez aparecen como una minoría servil al poder frente a quienes piden regeneración democrática.
Lo más indignante de este espectáculo es la traición a los fans y seguidores de estos «intelectuales». Durante décadas, artistas como Almodóvar, Serrat o Ana Belén han construido su imagen como voces críticas, defensoras de la justicia social y la libertad. Sin embargo, su silencio cómplice ante los escándalos de corrupción y su respaldo a un gobierno corrupto es una bofetada a quienes confiaron en su integridad. ¿Cómo pueden estos artistas, que alguna vez cantaron contra la opresión o retrataron las luchas del pueblo en sus películas, justificar ahora un Ejecutivo que ha sido acusado de prácticas que recuerdan a los peores momentos del clientelismo político? Su manifiesto no solo defiende lo indefendible, sino que insulta la inteligencia de sus audiencias al pretender que la corrupción es una «conspiración» de las derechas en lugar de un problema estructural del gobierno que apoyan.
El texto del manifiesto también incluye una comparación grotesca: los firmantes aseguran que los ataques a «migrantes» y la vandalización de sedes de partidos de izquierda «recuerdan las agresiones fascistas de épocas pasadas». Esta retórica alarmista no solo es una exageración, sino un intento burdo de desviar la atención de los verdaderos problemas: la corrupción sistemática en el seno del PSOE. En lugar de condenar los casos de Ábalos, Cerdán, la trama Koldo, el caso Begoña, el caso hermanísimo o el caso del fiscal general, estos «intelectuales» prefieren atacar a los jueces que investigan y a los medios que informan. Es una postura que no solo carece de moralidad, sino que revela una desconexión absoluta con la realidad de un país que sufre las consecuencias de un gobierno que ha priorizado el poder por encima de la ética.
El manifiesto de apoyo a Sánc-hez es, en esencia, un ejercicio de puro cinismo. Los firmantes, muchos de los cuales han construido sus carreras gracias al erario público, no tienen autoridad moral para hablar de conspiraciones mientras ignoran los delitos que han llevado a figuras clave del PSOE a la cárcel o al borde de ella. Su defensa de Sánchez no es un acto de valentía, sino de sumisión a un sistema que les garantiza privilegios. Como bien señalan usuarios en redes sociales, estos son los «chupópteros» que se movilizan no por España, sino por sus subvenciones. La ciudadanía, que enfrenta las consecuencias de la inflación, el desempleo y la inestabilidad política, merece algo mejor que esta pantomima de pseudointelectuales que prefieren cerrar los ojos ante la corrupción antes que arriesgar sus prebendas.
Los firmantes, lejos de ser la voz de la conciencia, se han convertido en los aduladores pestilentes de un régimen que ha perdido cualquier atisbo de legitimidad moral. Qué vergüenza que aquellos que alguna vez fueron referentes culturales se presten a esta farsa.
Vídeo relacionado que ahora se entiende mejor:
ANA BELÉN AHORA DICE QYE LO DEL PSOE ES UNA “MIERDA” COMPARADO CON LO QUE PASA EN EL MUNDO