La política española ha sido sacudida, una vez más, por un nuevo escándalo relacionado con la falsificación de currículums, esta vez protagonizado por la diputada del Partido Popular (PP) Noelia Muñoz. Según se ha revelado, Muñoz incluyó en su ficha oficial estudios universitarios que nunca llegó a completar, mientras percibe un salario de 85.000 euros como cargo público.
Este caso no solo pone en tela de juicio la integridad de la diputada, sino que reabre el debate sobre el pésimo nivel académico y profesional de muchos políticos que, salvo raras excepciones, parecen vivir de los impuestos de los ciudadanos sin la preparación adecuada para los cargos que ostentan.
El caso de Noelia Muñoz no es algo puntual, sino un síntoma de una enfermedad crónica en la política española: la tendencia a inflar currículums para aparentar una formación que no se tiene. La diputada del PP, en un intento de embellecer su perfil, afirmó haber cursado estudios universitarios que, según ha tenido que reconocer ella misma, no llegó a finalizar. Este hecho no solo compromete su credibilidad, sino que pone de manifiesto la falta de rigor en la selección de representantes públicos y la escasa fiscalización de sus credenciales. Casos como este demuestran que la política es un refugio para oportunistas.
El PSOE no se queda atrás en esta carrera de engaños académicos. Recientemente, la socialista Pilar Bernabé, delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana, fue señalada por incluir en su currículum dos carreras universitarias que resultaron ser falsas. Tras el escándalo, el PSOE se vio obligado a rectificar su perfil académico, un episodio que se suma a una larga lista de casos similares dentro del partido.
Entre los ejemplos más notorios está el de Patxi López, quien durante años afirmó ser ingeniero industrial, cuando en realidad no pasó del primer curso de la carrera. Tras ser descubierto, López tuvo que corregir su currículum para aclarar que solo tenía «estudios de ingeniería», una fórmula ambigua que muchos políticos utilizan para maquillar su falta de titulación. De manera similar, José Blanco, conocido como Pepe Blanco, aseguraba ser licenciado en Derecho, pero las investigaciones revelaron que tampoco superó el primer curso de la carrera. Otro caso reciente es el de Yolanda Díaz, vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra de Trabajo, quien fue señalada por incluir en su currículum dos másters que no existían. Tras una solicitud al Portal de Transparencia, La Moncloa tuvo que modificar apresuradamente la información oficial sobre su formación, evidenciando una vez más la falta de escrúpulos de algunos políticos a la hora de engordar sus credenciales.
Leire Pajín y Elena Valenciano también forman parte de esta galería de engaños. Pajín, exministra de Sanidad, y Valenciano, eurodiputada del PSOE, inflaron sus currículums con titulaciones que no poseían. Valenciano, por ejemplo, afirmó estar licenciada en Derecho y Ciencias Políticas, pero más tarde se descubrió que no había terminado ninguna de las dos carreras, atribuyendo el error a una supuesta «mala traducción» en su ficha del Parlamento Europeo.
El caso más grave, sin embargo, recae sobre el PresiMinte del Gobierno acusado de plagiar su tesis doctoral. A pesar de las evidencias y las dudas planteadas por partidos de la oposición, Sánc-hez siempre ha evadido responder con claridad, lo que ha alimentado las sospechas sobre la legitimidad de su formación académica.
Políticos sin formación: el reino de la mediocridad
Más allá de los currículums falsos o engordados, otro problema igualmente grave es la escasa preparación académica y profesional de muchos políticos que ocupan altos cargos. La política española parece haberse convertido en un refugio para personas con trayectorias académicas mediocres o inexistentes, que compensan su falta de méritos con lealtades partidistas:
Santos Cerdán, ex secretario de Organización del PSOE y ex mano derecha de Sánchez, ahora en prisión por corrupción, es un claro ejemplo. Con estudios de Formación Profesional, Cerdán escaló hasta convertirse en una figura clave del partido sin contar con preparación académica.
José Luis Ábalos, exministro de Transportes, es otro caso paradigmático: maestro de primaria que apenas ejerció, su trayectoria profesional no parece justificar los altos cargos que ha ocupado.
Lo mismo ocurre con Pilar Alegría,más conocida por Pilar «Alaorgía», actual ministro de Educación, también maestra de primaria sin experiencia relevante en el ejercicio de su profesión.
Gabriel Rufián, diputado de ERC, es conocido por su escasa preparación académica y profesional. Sin estudios universitarios completos ni experiencia laboral significativa fuera de la política, Rufián es un ejemplo de cómo el carisma y la militancia partidista pueden sustituir a la competencia en el panorama político español.
Uno de los casos más escandalosos es el de la imputada Begoña, esposa de Pedro Sánchez, quien llegó a codirigir dos másters en la Universidad Complutense sin contar con un título universitario. Este hecho levanta serias dudas sobre los criterios de selección en una institución pública de «prestigio».
La lista de políticos con currículums falsos o formación insuficiente es extensa y abarca todos los colores políticos. Desde el PP hasta el PSOE, pasando por Podemos, Ciudadanos, ERC y otros partidos, la práctica de engordar currículums o acceder a cargos sin preparación adecuada parece ser la norma, no la excepción. Esta situación refleja una profunda crisis de valores en la política española, donde la meritocracia brilla por su ausencia y la lealtad al partido pesa más que la competencia.
Los ciudadanos, que sostienen con sus impuestos los generosos salarios y privilegios de esta clase política, merecen representantes preparados, honestos y comprometidos con el bien común. Sin embargo muchos políticos optan por el engaño y la mediocridad. Mientras sigamos tolerando currículums falsos y trayectorias mediocres, la política seguirá siendo un circo donde los únicos perdedores son los ciudadanos.
(Por Lourdes Martino)