La cantante, compositora y actriz inglesa Lily Allen, conocida por su trayectoria artística y sus nominaciones al Grammy, reveló en un reciente episodio de su podcast que no puede recordar cuántos abortos ha tenido a lo largo de su vida. Esta declaración, hecha junto a su co-presentadora Miquita Oliver, ha sorprendido incluso a medios y sectores tradicionalmente alineados con la defensa del aborto, desatando un debate sobre los límites de la libertad personal, la memoria y las narrativas públicas alrededor de esta decisión.
La revelación en el podcastEn el episodio del podcast, Lily Allen, de 40 años, compartió una conversación con Miquita Oliver sobre sus experiencias con abortos. Según BuzzFeed, Allen admitió que ha perdido la cuenta de las veces que ha recurrido a este procedimiento, una declaración que contrasta con la narrativa habitual de las campañas pro-aborto, que suelen enfatizar historias específicas y justificaciones claras. Oliver, por su parte, respaldó la apertura de Allen al relatar su propia experiencia, señalando que uno de sus abortos ocurrió con un hombre al que despreciaba y con quien no quería tener hijos, subrayando su alivio por tener “la opción y la libertad” de decidir sobre su cuerpo.
Tras su participación sorpresa en el festival de Glastonbury junto a Olivia Rodrigo el 28 de junio de 2025, donde interpretaron el tema “Fuck You” dedicado a miembros de la Corte Suprema de EE. UU. por la anulación de Roe v. Wade, la cantante utilizó su cuenta de Instagram para criticar las narrativas que justifican el aborto solo en casos extremos. “He visto memes en Instagram de cuentas pro-aborto que muestran razones excepcionales para abortar, como discapacidades o riesgos de vida, y eso no refleja toda la realidad”, escribió, desafiando la tendencia a enmarcar el debate en términos de excepcionalidad.
La confesión de Allen ha desconcertado incluso a algunos sectores pro-aborto, que suelen promover mensajes estructurados para contrarrestar los argumentos antiabortistas. BuzzFeed destaca que su incapacidad para recordar el número exacto de abortos choca con la narrativa de control y consciencia que estos grupos suelen defender, abriendo un debate sobre si la normalización del procedimiento puede llevar a una desconexión emocional o práctica.