lunes, julio 21, 2025
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Cuando sepas en qué momento considera el Talmud que un «bebé» pasa a convertirse en «ser humano» entenderás muchas cosas

El Talmud, el cuerpo central de la ley y la tradición judía, ofrece una perspectiva única y compleja sobre el estatuto del embrión y el momento en que un individuo adquiere la condición de ser humano. A diferencia de otras tradiciones religiosas, como la cristiana, que consideran el momento de la concepción como el inicio de la vida humana, el Talmud establece una distinción clara entre el embrión y el nacimiento, asignando diferentes estatus legales y éticos a cada etapa.

Según el Talmud, el embrión no se considera un ser humano pleno durante las primeras etapas de la gestación. En el tratado Yevamot 69b, se afirma que «el embrión es considerado como agua hasta el cuadragésimo día». Esta declaración sugiere que, antes de este período, el embrión no tiene el estatus de un ser humano independiente, sino que se asemeja más a un fluido o a una entidad no diferenciada. Esta visión se basa en la creencia de que el embrión no ha desarrollado aún las características distintivas de la humanidad.

A partir del cuadragésimo día, el embrión comienza a ser considerado como un feto, pero aún no adquiere el pleno estatus de ser humano. El Talmud describe esta etapa como un período de transición, donde el feto empieza a tomar forma humana, pero no se le otorga los mismos derechos que a un individuo nacido. Esta distinción es crucial, ya que permite ciertas consideraciones éticas y legales que no serían aplicables si el feto se considerara un ser humano pleno desde la concepción.

El momento del nacimiento marca el punto en el que el individuo adquiere plenamente el estatus de ser humano según el Talmud. En el tratado Sanhedrin 72b, se establece que «un feto es considerado como parte de su madre hasta que nace». Esta noción se refleja en la frase legal «ubar yerekh immo», que significa «el feto es el muslo de su madre», indicando que el feto no tiene una existencia independiente hasta que emerge del cuerpo de la madre.

El nacimiento no solo confiere el estatus de persona, sino también todos los derechos y responsabilidades asociados con la humanidad. Por ejemplo, en casos de peligro para la madre durante el parto, el Talmud permite medidas que priorizan la vida de la madre sobre la del feto, siempre y cuando el feto no haya salido completamente. Sin embargo, una vez que «la mayor parte» del feto ha emergido, se considera que ha alcanzado la condición de persona, y no se permite su sacrificio, incluso si la vida de la madre está en riesgo.

Esta perspectiva talmúdica tiene profundas implicaciones éticas y legales. Por un lado, permite cierta flexibilidad en situaciones de emergencia médica, como abortos para salvar la vida de la madre. Por otro lado, establece un claro límite temporal para cuando el feto adquiere derechos plenos, lo que ha influido en las discusiones sobre aborto y derechos reproductivos en el judaísmo.

A diferencia de la posición de la Iglesia Católica, que desde 1588 ha considerado el asesinato de un feto desde el momento de la concepción como equivalente al de un adulto, el Talmud no atribuye ese mismo valor al no nacido.

Ahora piensa en cómo funcionan las legislaciones sobre el aborto en este mundo en el que nos ha tocado vivir y pregúntate quién manda aquí.

 

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