Por Alfonso de la Vega
Coincidiendo con las actividades bélicas entre Israel e Irán, tras el cobarde y traicionero ataque judío con nocturnidad y alevosía, se ha celebrado en Washington un gran desfile militar. En la línea de un “Deutschland über alles» Trump ha bravuconeado con ser invencibles, probablemente olvidando las francas anteriores derrotas primero en Vietnam y luego en Afganistán donde dejaron material militar al “enemigo” para huir más rápido desde Saigón o Kabul. O que quien de verdad en última instancia dirige la política norteamericana entre bambalinas es Israel. Y que EEUU está su servicio.
Parece razonable pensar que la agresión de Netanyahu que aumenta la inestabilidad mundial coincidiendo con los disturbios californianos es una forma de impedir que Trump pudiera realizar una política de relativa autonomía, con la premisa de evitar conflictos bélicos abiertos. Aunque el verdadero papel de la administración imperial no está muy claro, mientras unos dicen que no sabían nada, otros insisten en que el propio Trump estaba en el ajo, y fingió unas posibilidades de negociación para poder coger a traición a una confiada o desprevenida Irán. Una repetición de la jugada contra Rusia en la cuestión ucraniana. Ahora bien, tanto en una u otra hipótesis, la credibilidad de la supuesta política de Trump quedaría en entredicho. O bien no controla la situación y es llevado a remolque de los acontecimientos. Algunos especulan que se pudiera perpetrar otro atentado de falsa bandera en territorio norteamericano como el 11 S para obligar a Trump a entrar en guerra contra Irán. O bien el presidente es un cínico de libro. La amarga queja del líder supremo de la Revolución, Ali Jamenei: «Trump dijo que quería usar el poder para la paz. Mintió«.
Pero no todo el monte es orégano. La respuesta iraní habría sido mucho más contundente y eficaz de lo que se imaginaba y ha sorprendido a muchos analistas especializados. Al parecer (la primera víctima de una guerra es la verdad) sus misiles hipersónicos habrían hecho estragos en varios lugares de Israel, rompiendo la anterior sensación de impunidad. Para colmo, Irán podría recibir ayuda de Pakistán, China y Rusia, todas ellas potencias atómicas. Si la supremacía occidental se basaba en una ya menguante ventaja tecnológica y esta cada vez resulta menor convendría repasar alguna que otra política militar de los últimos tiempos en Occidente. Las guerras no se ganan solo con tecnología, ni con la simple maquinita de crear dólares de la nada. Requieren personas capaces de soportar el desgaste psicológico y físico del combate. Capaces de enfrentarse a la muerte sin vacilar.
Y aquí nos encontramos con las contradicciones del globalismo woke: se fomenta la perspectiva de género, la oficialidad trans o femenina, la exquisita sensibilidad a la violeta y lo que es peor, la ridiculización del amor a la Patria, ya que se pretende que ya no haya más patrias, consideradas por los dirigentes actuales un obstáculo a la hegemonía absoluta del gran capital globalitario y el NOM. Parece claro que no va a ser tan fácil convencer a la pusilánime, tatuada, poliamorosa juventud woke occidental de la conveniencia de dejarse matar a mayor granjería sionista o de los beneficios de la criminal plutocracia apátrida. Es el resultado de la política globalista de intentar destruir los Estados pero que luego los necesita para que le proporcione la carne de cañón antes motivada a morir por la patria.
Pero si las cosas ya no son como eran ni siquiera en USA que mantendría cierto patriotismo remanente, aún sería peor la situación en la UE. Incluso los adultos ucranianos huyen como pueden de las criminales levas perpetradas por los sicarios de Zelensky. Por mucho que se empeñen la banda del polvo blanco o la corrupta belicista von Leyen o nuestro don Felipe, cuyo ardor guerrero es tan notable como el de su bisabuelo en la guerra de Marruecos, la gente común pasa ya de ir a sufrir o morir al frente. Incluso los adultos que han jurado bandera, ha sido la de la Patria, no la de la OTAN ni la de BlackRock, el Foro de Davos, Bilderberg o del banco de Santander.
En este mundo dominado por la mentira todo son incoherencias. Se engaña y adormece a la población para que no reaccione y se defienda ante la peligrosa invasión africana pero luego se pretende que la juventud y la que no lo es tanto vaya a morir a la frontera de Ucrania o para defender el sueño sionista del Gran Israel.
Pero en el fondo del hombre permanece mucho primitivismo que puede aflorar y mover la conducta cuando no se ha realizado como individuo, es decir, cuando no ha integrado los contenidos de su subconsciente en un proceso propio de realización personal, de comprensión o de valoración moral. La cultura woke que impone el poder obstaculiza cuando no impide tal proceso. Cuanto mayor sea un grupo más irracional o estúpido tiende a ser. Al hombre masa actual las mayores infamias que su grupo o casta perpetre no le perturbarán en tanto que la mayoría de sus miembros crean firmemente gracias a la propaganda en la exaltada moralidad de su organización social. Pero una cosa es ver los desastres en la tele como si fuera un video juego de guerra y otra muy distinta padecerlos en las propias carnes o haciendas.
De no provocar una rápida y contundente catástrofe nuclear que dejase todo aniquilado una guerra prolongada requeriría el reclutamiento para movilizar a millones de personas. Y pondría a prueba a un grupo demográfico mal acostumbrado ¿Podrán los jóvenes de hoy, criados en una época de relativa comodidad cuando no molicie sin exigencias, igualar la determinación de los militares clásicos para soportar las penalidades, la crueldad y horror de la guerra o de la muerte?
La cuestión no es solo de preparación física, que también, sino espiritual, mental, cultural en el sentido sociológico del término. Décadas de prosperidad, distracción tecnológica y cambios de valores han ablandado a sectores de nuestra juventud. Hoy tiene más éxito de público el orgullo gay celebrado con gran pompa y subvención oficial que el orgullo de ser español. Virtudes consideradas masculinas tales como la preparación y fortaleza física, el estoicismo, la capacidad de sacrificio y sufrimiento, la determinación para enfrentarse al Mal… han sido ridiculizadas como fascistas, machistas o de la extrema. A menos que se esté dispuesto a matar al enemigo sí, pero de risa, cabe pronosticar que estas levas fluidas tendrían escasa eficacia.