Durante las fiestas de San Juan en el municipio guipuzcoano de Hernani, se desató un episodio de violencia que nos ha dejado perplejos a muchos. Lo que al parecer comenzó como un altercado en un bar entre un joven magrebí y otro local derivó en una confrontación masiva que involucró a grupos identificados como abertzales o proetarras, quienes se enfrentaron a personas de origen magrebí. Entre los gritos de «¡Gora ETA», se registraron agresiones, persecuciones y un clima de tensión que requirió la intervención de la policía local y de la Ertzaintza.
Este es uno de los vídeos que se ha hecho viral en las redes:
Según informan diversos medios, todo comenzó alrededor de la 1:30 de la madrugada cuando un joven magrebí protagonizó un incidente en un bar, lo que desencadenó una respuesta violenta por parte de un grupo abertzale. Este grupo no solo atacó a los involucrados en el altercado inicial, sino que también persiguió a otras personas de origen magrebí en diferentes puntos de la localidad, incluyendo el Ayuntamiento, donde una multitud intentó acceder de manera violenta para linchar a una persona que había buscado refugio allí. La situación escaló hasta tal punto que se registraron al menos tres ataques grupales, dejando varios heridos, incluyendo magrebíes hospitalizados y un menor de edad detenido por desórdenes públicos.
La policía autónoma vasca tuvo que realizar cargas y enfrentarse a una multitud de unas 200 personas que intentaban asaltar el Ayuntamiento. El balance final incluyó heridos y un detenido, pero la pésima imagen social de la localidad fue aún mayor.
El Ayuntamiento de Hernani, gobernado por el partido proetarra EH Bildu, emitió un comunicado condenando los hechos y afirmando que «ningún comportamiento contrario a la convivencia es aceptable». Sin embargo, organizaciones como AMHER-SOS y Harrera Sarea fueron más allá, calificando los incidentes como «agresiones colectivas con tintes racistas» y denunciando una «caza al moro organizada y violenta». En respuesta, se organizó una concentración antirracista en la Plaza Gudari bajo el lema «Toda persona es parte de esta comunidad».
Lo más curioso de este episodio es la convergencia de dos grupos: los proetarras y los inmigrantes magrebíes. Este enfrentamiento pone de manifiesto una fractura inesperada en el tejido social de Hernani, un municipio que hasta ahora había presumido de tener una convivencia diversa. Recordemos que los proetarras votan a EH Bildu, que ha apoyado medidas que facilitan la regularización de inmigrantes, como parte de su compromiso con la «justicia social y la igualdad», lo cual no deja de ser contradictorio…
Este incidente no puede entenderse sin analizar el contexto político en el que se produce. El PNV, EH Bildu y el Partido Socialista vasco han sido acusados en infinidad de ocasiones de no abordar adecuadamente las tensiones sociales que han ido creciendo en los últimos años. La división, alimentada por discursos de odio y bulos virales, ha creado un clima propicio para que episodios como este ocurran. La exaltación ideológica proetarra, combinada con la llegada masiva de «son sus costumbres», refleja una deriva preocupante no solo en esa localidad, sino en toda la región vasca en la que no hay semana en la que no se produzcan peleas, robos o agresiones.
La falta de políticas efectivas contra la ¡nm¡gración ilegal y la tolerancia hacia ciertos discursos violentos han contribuido a este escenario. Los políticos tienen una responsabilidad directa y este episodio en Hernani es un claro fracaso de su gestión.