Por Alfonso de la Vega
Entre la afición más entusiasta por las grandes hazañas de la Corte filipina de los Milagros había alguna expectación por ver por dónde salía ayer el llamado “galgo de Paiporta” por nuestros amigos ingleses, que acaban de conseguir a nuestra costa mayores facilidades para el narcotráfico y la pederastia en Gibraltar. He de decir, desde luego, que no estoy de acuerdo con el calificativo porque el galgo es fiel amigo del hombre aunque no tanto de las veloces y escurridizas liebres y merece admiración o al menos todo nuestro respeto.
El presidente del gobierno de Su Majestad salió al escenario del corral de comedias muy compungido en una de sus más vistosas y meritorias representaciones poniendo a prueba sus mejores dotes tragicómicas de farsante sin vergüenza ni escrúpulos. El pobrecillo no sabía nada, es una pobre víctima del engaño de sus conmilitones, él jura que no ha roto el jarrón de la abuelita, habría sido traicionado por el resto de la conocida banda del Peugeot. De este póker de ases, ya sólo queda él sin cargos, de momento. Por cierto, que en otro texto reciente, el asiento peligroso, explicaba el alto riesgo de acabar perseguidos como delincuentes comunes por lo que queda de Justicia los ocupantes de los más altos y severos cargos de la PSOE: Presidentes o secretarios de organización. De momento se libran los secretarios generales. Con su notable habilidad para la hipocresía y el engaño pidió disculpas por los sucedido haciendo ver que el infame comportamiento de sus lugartenientes era una traición al filantrópico proyecto del pertinaz socialismo que el abanderaba en vez de ser parte sustancial o esencial del mismo. El cinismo de negar contra toda evidencia la verdadera naturaleza de su política mientras entrega a sus cómplices al brazo secular. Moraleja: los compinches actuales y acaso futuros del falsario presidente del gobierno de Su Majestad harían bien en tomar nota de que su aventajado capo no es de fiar. Los usa y luego los abandona sin compasión ni miramientos a la acción de la Justicia.
Dentro de la banda socialista sólo el viejo santón González se atreve a insinuar algún tímido pellizco de monja jubilada guardiana de los tesoros ocultos del convento. También el prohombre socialista manchego desde su poltrona amaga criticar alguna cosilla con la boca pequeña para intentar tapar la posible hemorragia de votantes en una tierra que otrora fuera quijotesca pero en la que ahora desgraciadamente el pertinaz socialismo es endémico. De modo que al militante medio y al votante socialista le parecen bien los desfalcos, cohechos y traiciones de los “suyos”. Quizás porque se sienten bien representados.
Ahora bien, por desgracia para el presente y futuro de España este Demóstenes de la demagogia, el cohecho y el embuste no tiene contrincante a su altura. Ni personal ni institucional. El jefe del gobierno de Su Majestad perpetra las mayores felonías sin que Su Majestad, imitando a la estatua de sal de la mujer de Lot, se digne protestar. Al revés en la foto tomada hoy viernes tras el el show de ayer don Felipe se ríe con el falsario. Es como si lo que ocurre en el Estado no afectase en nada al jefe del Estado: parece limitarse a observar la destrucción del país con prudente e hierática cobardía cuando no risueño.
Y de la mal llamada oposición qué decir. Feijoo es un badulaque especializado en tancredismo galleguista. El PP ahora es un partido inutilizado para la defensa de España. Más que un partido hoy es una confederación de intereses taifales, como una nueva CEDA, en la que ni siquiera se satisface la condición de ”derechas” ni tampoco queda muy claro al menos en Galicia, Vascongadas y Cataluña lo de “españolas”. En realidad, su misión es formar una UTE o agrupación de poder para mantener el régimen pertitocrático cuando el socialismo hace demasiadas fechorías y es preciso lavarle la cara al tinglado a costa del ciudadano explotado. Carece de ideología o ideales. También de una idea de España ni de un plan o de estrategias para lograrla. Así, el PP es cómplice en la humillación de los ciudadanos españoles por la anticonstitucional asamblea de taifas con sus ridículos y ofensivos pinganillos, para al día siguiente despotricar contra la «mafia» partidaria a la que pertenece. Tampoco se atreve a una moción de censura. En resumen, se trata de la mejor y más complaciente oposición que pudiera desear el falsario para perpetrar eternamente su feliz gobernación.
Al parecer, sólo quedan leales a la Patria, resistiendo a la numantina y atacando heroicamente a veces en descubiertas casi suicidas, algunos sectores de la Judicatura y las FOP. Gentes de honor que no han perdido ni su dignidad ni su patriotismo que merecen nuestro reconocimiento y apoyo.
Y el heroico pueblo español que luchase durante siglos encarnizada y valientemente contra moros, judíos y herejes o derrotase inverosímilmente a los salvajes caníbales aztecas, ahora oportunamente homenajeados por la Corona, también pasa, como si la devastación no fuese con él.
Creo que a estas alturas de la farsa conviene desengañarse de que la destrucción actual pueda tener solución mediante unas elecciones, muy probablemente tramposas, sin garantía de transparencia ni limpieza. Pero aunque fuesen limpias y “saliese” el PP tampoco se arreglaría mucho la cosa como sabemos por su política agendista actual y sus no menos nefastos precedentes marianiles.
El final del falsario seguramente vendrá de puro viejo mediante muerte natural en sus aposentos de la Moncloa o del Palacio real. O por hartazgo y rebelión de sus cómplices por su soberbia o por desavenencias por el reparto de lo que quede de botín. O quizás porque sus amos una vez la traición pasada o para bajarle la soberbia que le tienta a ir por libre prefieran eliminarlo por las buenas o por los malas si se resiste, en una versión posmoderna de lo de caras nuevas con chistes viejos.
Sin embargo, la situación internacional está muy revuelta e incierta. Cada vez hay más conflictos abiertos y de mala solución. La violenta primavera californiana ya presenta metástasis en otros lugares de EEUU o Argentina, y acaso no cabe descartar del todo que pudiera atravesar el Atlántico e inducir revueltas en los adormecidos y aborregados súbditos de don Felipe…