Por Alfonso de la Vega
FÁBULA VII: LA ZORRA Y EL BUSTO
Dijo la Zorra al Busto,
Después de olerlo:
Tu cabeza es hermosa,
Pero sin seso.
Como éste hay muchos,
Que aunque parecen hombres,
Sólo son bustos.
Creo que la famosa fábula de Samaniego nos viene al pelo para ilustrar lo que acontece en el desquiciado y ya casi desahuciado reino filipino. Tenemos unas hermosísimas instituciones perfectas y asaz filantrópicas que nos sugieren que vivimos en el mejor de los mundos posibles, pero a la hora de la verdad sólo son tramoya, costosísimos decorados, representaciones falaces como las de los cimbeles que se colocan para engañar y cazar torcaces o acuáticas.
Las instituciones acumulan ocupas donde el mérito ha sido arrumbado, escarnecido y perseguido y cualquier cosa puede pasar en la mayor impunidad. Una antología detallada no cabría no ya en un simple artículo como este pero ni siquiera en la enciclopedia Espasa. Pero cabe reseñar aquí como ejemplo de lo demás y por su valor fundamental en calidad de su teórica jefatura del estado algunos aspectos del actual desempeño de la Corona por parte de Su Majestad don Felipe Juan Pablo Alfonso de Todos los Santos de Borbón Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg.
Hay que reconocer en honor a la verdad que don Felipe es muy «guiadiño» como dicen aquí en Galicia y se presenta no solo aseado sino hecho un pincel en cuanto sarao civil, o militar le ordenan, incluso en encerronas rodeado de banderas tricolores al viento. Firma lo que le echan sin aparentar curiosidad alguna por saber si el engendro que sanciona con su bonita firma borbónica es notoriamente anticonstitucional y aberrante o únicamente anticonstitucional y no menos aberrante.
Colecciona ministros de la Corona a cada cual más incapaz, infame o menesteroso espiritual, intelectual y políticamente. Una antología que deja en cosa de meros aficionados la de su glorioso antepasado don Fernando, considerado hasta ahora el rey felón por antonomasia.
Recibe con una sonrisa complaciente en los labios a gentes como un Cándido o una madame Armengol. Sin olvidar a un Zelensky o a la Hilaria Clinton.
Suelta solemnes sermones estupefacientes reñidos con la más elemental comprensión de la realidad.
Consiente toda clase de maniobras liberticidas incluso anticonstitucionales de su valido y como Jefe del Estado y de las Fuerzas Armadas deja desprotegida en peligro de muerte a parte de sus súbditos víctimas de las infames políticas de su gobierno.
Guarda un silencio sepulcral cuando fuentes próximas a su gobierno amenazan de muerte a servidores desorden pública que mantienen una lucha desigual pero intachable contra el crimen organizado con complicidad institucional. Su reino se está convirtiendo en una especie de Chicago años treinta, pero con los Al Capone en palacio oficial y financiados con los impuestos de los saqueados y traicionados súbditos.
Complacido y complaciente con sus amos comunes, previa piadosa asistencia a la santa misa, condecora a la satánica corrupta liberticida y belicista von Leyen, después de asistir, vetando la asistencia de su madre, a la entronización de un líder espiritual y religioso que teóricamente simboliza lo opuesto. Otra muestra de doblez o incoherencia. Y de que es insensible al ridículo.
Cada día un nuevo escándalo institucional se suma al anterior pero Su Majestad permanece imperturbable como si no fuese el Jefe del Estado y no tuviese la obligación de cumplir sus juramentos y de “arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones”. La prensa cortesana le protege aludiendo a su presunto fiel desempeño constitucional. Pero la constitución, aunque defectuosa y chapucera, es clara en algunas cuestiones. Desde luego en sus pretensiones. Si ahora se leyese su Preámbulo no se sabría si reír o llorar:
«La Nación española, deseando establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de cuantos la integran, en uso de su soberanía, proclama su voluntad de:
Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme a un orden económico y social justo.
Consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular….»
Donde la letra no alcanzase ahí estaría el espíritu constitucional para guiar la conducta del honrado. Pero también se explican cuestiones clave en el articulado. Por poner un ejemplo de rabiosa actualidad:
Artículo 6: «Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos.»
Si el corrupto tinglado liberticida del que Ábalos o Cerdán han sido secretarios de organización y Chávez o Griñán, presidentes, se parece en algo a la definición constitucional acaso será por algún cándido maquillado del muerto.
Ahora, con motivo del fallo para salvar al forajido golpista del Tribunal Constitucional, tendría otra oportunidad de salir en defensa de la nación y de su propia dignidad personal e institucional, pues le pone de paradójico traidor al haberse opuesto al golpe.
Se admiten apuestas.