Por Alfonso de la Vega
La rebelión contra Trump en California, Seattle y otros lugares parece una repetición del modelo de sangrientas primaveras subversivas perpetrado por el deep state gringo en puntos convenientes de la periferia imperial. La diferencia principal con las otras es que actúa en el mismo territorio de la metrópoli, intentado sabotear a quien les ha ganado en las urnas. La maniobra de violenta subversión inducida ya realizada en Siria, Ucrania, Túnez, Libia, Georgia, Turquía, Moldavia, Chile… aunque curiosamente no en la supuestamente más peligrosas por liberticidas Cuba o Venezuela.
Estaríamos ante un ejemplo que nos puede servir para demostrar la verdadera naturaleza del sistema político norteamericano, una plutocracia real disfrazada en la práctica por la farsa de un bipartidismo que, con matices secundarios sobre todo en la superestructura, satisface los mismos intereses de esa plutocracia financiera o implicada en los peores negocios sucios que asolan a la humanidad. Pero Trump no es propiamente el Partido Republicano, al menos el de la posguerra. Para las fuerzas globalistas, disfrazadas con el movimiento woke como mamporrero devastador que empleaban al corrupto fantoche de Biden como mascarón de proa del barco pirata, era fundamental mantener el dominio imperial global a toda costa, incluso del bienestar de pueblo norteamericano. Todo había de ser sacrificado a la plutocracia real, parte muy importante de ella ni siquiera es puramente norteamericana. Para Trump y las fuerzas del MAGA que le apoyan es preciso cambiar la jerarquía de prioridades, al menos modificarla un poco en su beneficio. La grandeza imperial pasaría por desacelerar la decadencia interna y mantener un cierto nivel de bienestar popular. Pero para que no llegue la sangre al río, como muñidor de arreglos internos de descosidos externos está la omnipresente en todos los saraos Palantir de Thiel. Un nodo de contacto con el resto del deep state.
Este cambio no deja de tener daños colaterales entre las colonias “aliadas” no solo europeas. Se negocia con Zelensky el conseguir recursos naturales ucranianos como pago. Se deja el desastre iniciado a los corruptos títeres de la UE aunque tal cosa suponga casi una deserción en la protección mafiosa, a compensar con el aumento de la compra de material bélico. La política de Trump implica la crisis del sistema tradicional de alianzas con Europa occidental, Corea y Japón que fueron clave para sostener la hegemonía estadounidense, consolidando su primacía. Asimismo, estos protectorados militares constituían centros económicos del capitalismo mundial. Pero con el declive estadounidense, ahora son percibidos como economías competitivas contra la economía norteamericana. Trump entiende que el coste para EEUU de sostener su poderío militar resulta cada vez más alto, por lo que exige a sus protectorados, incluida España, que deben pagar más por su “defensa” o “protección” y también deben aceptar su condición de subordinación imperial a EEUU a todo lo que el imperio decida ordenar. Para hacer más grande a EEUU es preciso jibarizar a sus colonias en todo el mundo.
Trump ya no intenta disfrazarse de benefactor mundial sino que, como con la mafia, los protegidos deben pagar su protección a escote. Un abuso que tuvo cercano precedente con la decadencia y arrumbamiento del Imperio Británico. El proteccionismo es otro indicio que apoyaría esta hipótesis.
Las cuestiones indicadas tratan de contextualizar la revuelta actual californiana que desestabilizan aún más la ya peligrosísima situación mundial.
Trump es otro miembro de la élite pero de menos poderío económico representante de otra facción de oligarcas más relacionada con la economía productiva tradicional la que satisface las necesidades reales de la gente. Pero quizás se habría tomado demasiado en serio su pretendida autonomía política republicana y había iniciado un proceso de desmontaje en profundidad del tinglado administrativo ahora infectado por lo woke. Desmantelar hojarasca administrativa, chiringuitos mercenarios y ONG corruptas está muy bien mientras no se toquen los intereses directos propios. Musk ya le había dado un aviso “moderado” cuando el presidente había indicado que iba suprimir las subvenciones al timo del coche eléctrico, uno de los negocios amenazados del mecenas, pero lo de ahora es peor: Trump ha de hacer frente a una subversión bien organizada, programada y financiada por la plutocracia sin conciencia moral decidida a recuperar el control absoluto del Poder, también el institucional.
Existían causas profundas de descontento que debían terminar aflorando en un momento u otro. La inmigración masiva ilegal fue promovida por la facción dominante del sistema y, ahora, otras partes del mismo quieren hacerla subversiva y susceptible de expulsión. No es casualidad que las áreas más conflictivas y epicentro de los disturbios sean enclaves demócratas woke. En la instigación actúa parte del aparato del Estado on controlado por Trump, que usa gente afín a los cárteles de la droga y las bandas urbanas de la criminalidad. El lumpemproletariado al que se refería Marx en el 18 Brumario. Como carne de cañón en la revuelta se está usando a gentes violentas relacionadas con la inmigración ilegal. Algunos portan banderas mejicanas en un intento de agravar e internacionalizar el conflicto. Del que incluso algunos agentes promotores serían los mismos. Por ejemplo, se ha visto a la tenebrosa Victoria Nuland, la terrorista de la primavera de Kiev, en Pasadona. El gobernador de California también participa.
De modo que se ve la pugna teórica y práctica entre “democracia” y “plutocracia” ya estudiadas por Platón o Aristóteles. O bien, expresado de otro modo, hasta qué punto la plutocracia en el poder mundial tolera o no según qué cosas.
Para colmo, Netanyahu aprovecha la oportunidad para recordar a Trump quién manda y agravar la crisis con un sangriento traicionero Pearl Harbour, Blitzkrieg o ataque relámpago nazi a Irán e intentar iniciar otro peligroso conflicto bélico antes de que siquiera comiencen las inmediatas negociaciones previstas, otro señuelo para despistar como el empleado en Ucrania. El ataque constituye una nueva agresión criminal contra población civil y para asesinar a traición a científicos, militares y personalidades. Pero también un sabotaje perpetrado por Netanyahu contra la teórica autonomía de Trump.
Sobre el porqué se inicia la subversión violenta precisamente ahora hay especulaciones más o menos truculentas. Aparte de lo indicado se especula en ciertas fuentes con que se estaba punto de descubrir estancias subterráneas secretas donde se secuestraban niños desvalidos destinados a orgías para la élite. Un asunto del que Epstein y el Mossad sabrían mucho. Es conocido que el chantaje por el ejercicio de la pederastia o perpetrar actos delictivos y crímenes contra la infancia formaría parte del reclutamiento de dirigentes y del mantenimiento de su silencio cómplice.
En cierto modo lo que sucede en la metrópoli norteamericana recuerda nuestra propia peripecia en el siglo XIX cuando las revueltas en España provocaron el principio del desmembramiento de los virreinatos con resultados funestos. O, más reciente, la semana trágica de Barcelona perpetrada contra Maura.