Por Alfonso de la Vega
La situación de la Iglesia que se encuentra el nuevo Papa tras la devastación de Bergoglio es muy grave y difícil. Se enfrenta a una de las mayores crisis de su historia bimilenaria. Nada menos que la posibilidad de incluso desaparecer como Institución genuinamente espiritual para transformarse en una especie de ONG con poderoso mini Estado al servicio de los tenebrosos intereses dominantes en la plutocracia internacional. Un proceso de desnaturalización que proviene del propio Concilio Vaticano II y del que Bergoglio no sería el único responsable. En el que está en juego el significado no solo del Papado sino también el de la Institución.
Bergoglio había promovido una nueva mixtura asaz desequilibrada entre güelfos y gibelinos, priorizando mucho la causa gibelina y poniendo a la Iglesia bajo el mandato de sus bienhechores, asumiendo como propios todos los falsarios postulados imperiales de dominio mundial. Como es sabido, Dante pertenecía a una familia de güelfos blancos partidarios de la independencia de Florencia del Papado, enfrentada a la de los güelfos negros que querían se sometiera a él.
La elección del norteamericano Prevost parece un intento de congraciarse con el emperador Trump, una cosa híbrida, aunque no sabemos si enchufable o no enchufable a la política trumpiana o contra trumpiana. Eléctrico puro como Bergoglio se ha demostrado un fiasco total que por mucha sinodalidad que se ponga deja tirado a mitad de camino y sale muy caro. Si se quita la propaganda interesada cuando se hacen bien las cuentas en realidad es muy poco ecológico, y para colmo tiene tendencia incendiarse.
Por otro lado, es evidente que durante el bergogliato muchas cosas han cambiado. A nivel geopolítico y en lo interno la situación financiera del Vaticano está tocada. Gracias a la UE, la OTAN y el mismo Vaticano el caso es que Europa está de capa caída y su decadencia y pérdida de influencia en todos los órdenes parece imparable al menos mientras las diferentes naciones no se decidan a terminar con el dogal que las oprime y destruye. Y no es prudente una guerra abierta declarada contra el emperador Trump. De modo que elegir un norteamericano, que aunque aparentemente progre puede que no vaya a seguir a tumba abierta hasta el precipicio como el anterior. Pero en este juego de falsas banderas también cabe la posibilidad de que fuera un tapado made in Langley, ¿Trump o deep state? Sin embargo, en unos recientes mensajes en redes sociales se permitía criticar a Trump y a Vance en relación con la política de inmigración. Es sabido la demagogia vaticana en este asunto puesto que allí pese a lo que exigen a los demás no recogen a ningún emigrante menesteroso. Prevost ha sido acusado de “pusilanimidad” ante la denuncia de abusos sexuales en su diócesis peruana. Se ha comentado allí su habilidad para nadar entre dos aguas.
El experto argentino Wanderer cuenta una anécdota de febrero de 2023: “estaba yo en el Pontificio Istituto Augustiniano, el Patristicum, hablando con un anciano profesor, agustino, de mucha sabiduría y no precisamente un conservador. Estaba muy enfadado con lo que estaba haciendo Francisco y me dijo más o menos lo siguiente: «Mira a quién a puesto en la congregación de obispos. A Prevost, uno de los nuestros; fue nuestro prior general». Y le pregunté: «Es muy malo». «No, es un don Nadie. Es nada. Alguien sin ningún talento especial». Ignoro si el anciano agustino tiene o no razón. También qué ha podido llevar a esta elección que parece buscar una especie de tregua para intentar calmar los ánimos y evitar el cisma. La edad del elegido sin embargo posibilitaría un papado largo en el que tendrá que decidirse por qué camino tirar.
Su salutación inicial está llena de incoherencias. Si bien ha nombrado a la bicha, ha deslizado una frase fundamental que nos decimos muchos para auto convencernos y no caer en el desaliento: “El mal no prevalecerá”. El Apocalipsis plantea el problema del Mal aparentemente triunfante y cómo va a ser combatido y al cabo vencido por fuerzas espirituales. Aunque tal afirmación se considere una herejía posmoderna el Mal tiene un componente espiritual o metafísico. Como un agustino como Prevost debe saber en el Libro XII de La Ciudad de Dios San Agustín indicaba lo “propio que es decir que se da una sociedad de hombres y de ángeles. De esta forma se dirá, y con razón, que son no cuatro las sociedades, a saber, dos de ángeles y dos de hombres, sino dos las ciudades, o sea, dos de las sociedades, fundadas unas entre los buenos y otra entre los malos, sean ángeles u hombres.” El nuevo Papa deberá elegir entre las dos ciudades del Apocalipsis: la Jerusalén celestial o renovada y la Babilonia destruida que suponen también el conflicto entre lo contingente y lo trascendente o eterno. El Apocalipsis nos invita a comprender que pese a todo, contra las amenazas a la naturaleza humana ha de prevalecer que el hombre es un alma viviente. Queramos o no, nos encontramos en una lucha despiadada. La Tradición nos ayuda a entender las bases metafísicas de la contienda. Pero saber no basta, hay que querer en su doble sentido en la potente y lúcida lengua española. Querer de amar y querer de voluntad para afirmar el Bien y combatir al Mal. Sus referencias a la Virgen María también son motivo de cierta esperanza.
Si la elección de su nombre como papa significa algo cabe recordar que León XIII es el autor de la encíclica Rerum novarum que definía la doctrina social de la iglesia denunciando la explotación por parte de la plutocracia y criticaba tanto al socialismo como a la democracia liberal. También mejoró las relaciones con la Iglesia en EEUU y promovió la expansión del catolicismo allí. Un país basado en otros planteamientos sobre la democracia, una plutocracia en la realidad. La democracia moderna defendida por su antecesor Bergoglio hace de la elección democrática no ya una forma entre otras posibles de designación de los gobernantes sino el criterio único de legitimidad que sitúa en el “pueblo”. De modo que “voluntad general”, real o impostada, se convierte en el fundamento único de la ley. O la sinodalidad, ya puestos. Contra la propia Tradición de la Iglesia de supeditación jerárquica de las leyes humanas a la Ley Moral, contra el mismo León XIII que distinguía entre que una cosa es la elección democrática de los gobernantes para ejercer el poder y otra diferente la propia entrega del poder como mandato. La democracia con valor absoluto como un fin en sí misma que oculta su carácter totalitario anti evangélico porque nada estaría ya a salvo de legisladores sin escrúpulos, satánicos, traidores o miserables. Si el legislador promueve y aprueba leyes inicuas ¿acaso se convierte en algo respetable porque se haya acordado o aprobado por mayorías? No, es la mentira que el sufragio universal nos impone con su principio de que el éxito numérico es criterio de verdad.
No hay que asustarse como la gaviota en el tejado cuando salió el humo blanco. Habrá que dar un tiempo para ver qué derroteros toma León XIV porque no se puede permanecer indefinidamente en la ambigüedad. Tampoco en dolce far niente si se quiere revertir la tenebrosa herencia bergogliana de acuerdo a la misión establecida por el Fundador. Si fuese así la Providencia le asista.