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Un estudio respaldado por la OMS revela preocupantes efectos de los teléfonos móviles en animales, imaginen en los seres humanos

Un reciente análisis científico, apoyado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha arrojado luz sobre los posibles riesgos de la radiación emitida por teléfonos móviles, al concluir que existe una “alta certeza” de que esta puede causar ciertos tipos de cáncer en animales. Publicado el 25 de abril de 2025 en la revista Environmental International, el estudio ha generado un nuevo debate sobre la seguridad de los dispositivos inalámbricos y la necesidad de actualizar las regulaciones sobre exposición a radiaciones electromagnéticas.

El estudio, una revisión sistemática de más de 50 investigaciones previas sobre los efectos de los campos electromagnéticos de radiofrecuencia (RF-EMF) en animales, encontró evidencia sólida de que la radiación similar a la emitida por celulares está relacionada con el desarrollo de dos tipos de tumores: gliomas malignos en el cerebro y schwannomas malignos, un tipo de cáncer de los nervios en el corazón. Además, se identificó una “certeza moderada” de un mayor riesgo de tumores raros, como feocromocitomas en las glándulas suprarrenales y hepatoblastomas en el hígado. Sin embargo, no se hallaron vínculos significativos con cánceres en otros sistemas, como el digestivo, endocrino o reproductivo.

El análisis destaca que los tumores observados en animales coinciden con tipos de cáncer reportados en estudios humanos sobre usuarios de celulares, lo que refuerza la relevancia de los resultados. Ron Melnick, doctor en toxicología y presidente de la Comisión Internacional sobre los Efectos Biológicos de los Campos Electromagnéticos (ICBE-EMF), afirmó que “la evidencia es clara: la radiación de los celulares puede causar cáncer en animales, en línea con los tipos de tumores identificados en humanos”. Melnick instó a la OMS a clasificar la radiación inalámbrica como un “carcinógeno humano conocido” para reflejar estos hallazgos.

La radiación de radiofrecuencia, emitida por dispositivos como celulares y routers Wi-Fi, se encuentra en el rango no ionizante del espectro electromagnético, lo que significa que no tiene suficiente energía para romper directamente el ADN. Sin embargo, estudios previos, como el realizado por el Programa Nacional de Toxicología (NTP) de Estados Unidos en 2018, ya habían encontrado “evidencia clara” de tumores malignos en el corazón y “alguna evidencia” de tumores en el cerebro y las glándulas suprarrenales en ratas macho expuestas a niveles altos de radiación similares a los de celulares 2G y 3G.

El nuevo estudio, financiado parcialmente por la OMS, forma parte de una revisión más amplia sobre los efectos de la radiación inalámbrica en la salud. Aunque los autores advierten que extrapolar los resultados de animales a humanos es complejo debido a diferencias en exposición y biología, consideran que los hallazgos justifican una mayor precaución y más investigación.

Los resultados han generado reacciones encontradas. Expertos como Mona Nilsson, directora de la Fundación Sueca de Protección contra la Radiación, expresaron sorpresa por el reconocimiento de la OMS de los efectos nocivos, dado que la organización ha sido criticada por minimizar los riesgos en el pasado. Nilsson señaló que los datos de Dinamarca, publicados en septiembre de 2024, muestran un aumento en los tumores del sistema nervioso central, lo que podría estar relacionado con la exposición a radiaciones inalámbricas.

Por otro lado, Joel Moskowitz, director del Centro de Salud Familiar y Comunitaria de la Universidad de California, Berkeley, destacó que este es el séptimo metanálisis desde 2016 que vincula la radiación de celulares con un mayor riesgo de cáncer cerebral. Moskowitz criticó a la OMS por incluir en sus equipos de revisión a miembros de la Comisión Internacional de Protección contra la Radiación No Ionizante (ICNIRP), una organización acusada de tener vínculos con la industria de las telecomunicaciones y de promover un enfoque que minimiza los riesgos no térmicos de la radiación.

Organizaciones como Children’s Health Defense (CHD) han utilizado los resultados para cuestionar la decisión del gobierno estadounidense de suspender investigaciones sobre radiación inalámbrica. Miriam Eckenfels-Garcia, directora del programa de radiación electromagnética de CHD, lamentó que el NTP haya abandonado estudios adicionales, argumentando que “interrumpir la investigación por ser ‘técnicamente desafiante’ no es lo que esperamos de agencias que deberían proteger a la población”.

El estudio plantea preguntas urgentes sobre las regulaciones actuales. En Estados Unidos, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) no ha actualizado sus límites de exposición a radiación de radiofrecuencia desde 1996, a pesar de la evolución de las tecnologías inalámbricas, como el despliegue de redes 5G, que operan en frecuencias de hasta 80 GHz. En Europa, aunque la Unión Europea ha financiado estudios multidisciplinarios sobre radiación inalámbrica, las normativas varían entre países.

Los críticos argumentan que la exposición constante a dispositivos inalámbricos, especialmente entre niños y jóvenes, podría tener consecuencias a largo plazo. “Estamos realizando un experimento masivo sin grupo de control, con miles de millones de personas expuestas a niveles crecientes de radiación inalámbrica”, afirmó la toxicóloga Devra Davis, autora de Disconnect: The Truth About Cell Phone Radiation. Davis señaló que la falta de un grupo no expuesto complica la evaluación de los impactos, pero no los elimina.

Aunque el estudio es sólido en su metodología, los autores reconocen limitaciones. La extrapolación de resultados de animales a humanos es incierta, ya que las condiciones de exposición en los experimentos (como nueve horas diarias de radiación en cámaras controladas) no reflejan el uso típico de celulares. Además, la falta de evidencia consistente en estudios humanos, debido a problemas como el sesgo de recuerdo en encuestas, dificulta establecer un vínculo definitivo con el cáncer en personas.

La ICNIRP, en una evaluación de 2019 de estudios similares, argumentó que las limitaciones metodológicas de investigaciones como las del NTP y el Instituto Ramazzini de Italia impiden conclusiones firmes sobre el riesgo de cáncer. Sin embargo, los autores del nuevo estudio sostienen que la coherencia entre los hallazgos en animales y los reportes humanos justifica una reevaluación de las políticas de seguridad.

 

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