Por Alfonso de la Vega
La singular singladura de doña Leonor en el buque escuela Juan Sebastián Elcano está mostrando su verdadero carácter y la cosa es muy preocupante. Pese a su trato de privilegio no está preparada ni física, ni mental, ni espiritualmente para este viaje que no deja de tener contenido simbólico acaso de las peripecias y dificultades de la vida misma.
El nombre del buque escuela recuerda una gesta prodigiosa, la vuelta al mundo tras tres años de navegación por mares y océanos, algunos de ellos completamente desconocidos para la civilización occidental. Una circunvalación con la cruz en las velas abriendo nuevas rutas marítimas y nuevas perspectivas mentales y científicas, realizada en condiciones penosísimas debido al estado técnico de la época y a las propias dificultades del periplo. Una gesta de la voluntad, del sentido del honor y de la fama. De la autoestima, del luchar con esperanza incluso contra toda esperanza razonable. Un logro sobrehumano que cuantos más detalles conocemos, más nos maravilla. Una gesta española magnífica, extraordinaria, de la que debemos felicitarnos y sentirnos orgullosos, como el propio descubrimiento de América o la elaboración e introducción de las Leyes de Indias, pioneras del Derecho de gentes. Tras muchas penalidades de las que he tenido el honore de resumir en otro texto. La etapa final es heroica. Tras una penosa travesía y con mucho esfuerzo, luchando con vientos contrarios, logran doblar el cabo de Buena Esperanza el 18 de mayo de 1522.En Cabo Verde, donde llega Elcano con la tripulación muy diezmada, sufren un nuevo hostigamiento portugués. Por fin, un 14 de julio, parten los veintidós supervivientes rumbo a España. Tras avistar el cabo de San Vicente, el 6 de setiembre arriban en Sanlúcar su puerto inicial de partida. Los héroes al borde último de sus fuerzas remontan el Guadalquivir hasta Sevilla y ofrecen la prodigiosa y admirable gesta a la Virgen trianera de Nuestra Señora de la Victoria.
En cambio, la singladura llena de comodidades, privilegios y favoritismos de doña Leonor además de ser un pésimo ejemplo para la moral de la tripulación y guardiamarinas no tiene nada que ver con la gesta prodigiosa de Elcano y sus compañeros supervivientes.
Doña Leonor se marea y detesta la vida a bordo donde las posibilidades de juergas están muy limitadas. Se lía con otro compañero del que se sospechan intenciones poco claras debido a cierta presunta mala fama, e incluso también al parecer con un oficial de la tripulación según otras fuentes. Disfruta de camarote propio, teléfono via satélite y tiempo a discreción en las duchas comunes en detrimento de los demás. Paga a otros para que le hagan labores ingratas como limpiar letrinas.
Pero lo más grave para la disciplina y moral del barco, todo un atentado a la formación militar de sus compañeros lo cuenta Gorka Cuevas:.
“ha sido ahora en su parada en Santa Marta, Colombia, donde Leonor ha comenzado a sacar su carácter y se ha enfrentado a sus oficiales.
Según han relatado fuentes cercanas a la Armada, a Leonor le tocaba realizar labores de guardia nocturna durante la pasada madrugada mientras Elcano estaba anclado y todos sus compañeros en tierra. Pero Leonor, lejos de aceptar esa labor, ha exigido que se le dé permiso para tener la noche libre. Pues, después de haber tenido tantos accidentes cuando ha estado de guardia durante la noche, la Princesa de Asturias no quiere volver a tener que hacer este tipo de labores.”
Si esto fuese cierto lo negarse a cumplir un servicio de armas es muy grave. Tanto que en otro guardiamarina que no fuera un Borbón Rocasolano supondría expediente disciplinario y la más que posible expulsión.
Además, tras su paso por la Academia militar de Zaragoza la princesa ya es oficial del Ejército de Tierra.
Pero prosigue el citado Gorka Cuevas:
«De este modo, tal y como predijeron los propios comandantes de Elcano, esta expedición se ha convertido en un auténtico infierno. De hecho, tal y como hemos podido saber, ya la consideran la más complicada e irritante de los últimos tiempos. Todo por culpa de la Reina Letizia, que desde el primer día ha estado tratando de influir en todas y cada una de las decisiones que se tomaban desde la dirección del buque….
Así pues, por culpa del carácter de Letizia y su manía de meterse donde no le llaman. Ha sido que en Elcano ya consideran que esta expedición ha sido la más dura y complicada de los últimos años. Lo que ha llevado a un nivel de hartazgo extremo por parte del comandante de Elcano, que no soporta a la Reina de España.»
El desafortunado papelón del capitán es digno de lástima. Si cumpliese con su deber sin tener en cuenta los apellidos cabe sospechar que sería el final de su carrera. Si no lo hace queda como un pusilánime que pone su conveniencia personal por encima del cumplimiento de su deber.
Fuera del barco ya ha habido más daños colaterales con despidos de guardaespaldas y personal de la Casa Real.
Se podrá debatir si ha sido buena idea mandar a la princesa a esta singladura para la que demuestra no estar preparada con el consiguiente perjuicio no solo para su ya maltrecha imagen pública sino para la disciplina y el buen funcionamiento de la misión, pero ya no queda otra que intentar terminarla con un mínimo de dignidad personal e institucional o al menos fingir una enfermedad grave y traerla de vuelta a España.
La chica es muy joven e inmadura de modo que puede rectificar. Ojalá fuese así. En todo caso, parece que este intento de vender a los sufridos súbditos las maravillosas virtudes que adornan a la princesa habría resultado como la salida del tiro por la culata.
La Virgen de la Victoria que ampara a Elcano y sus compañeros nos guarde en el previsible naufragio.