Estados Unidos y China han anunciado un acuerdo para suspender parcialmente sus aranceles durante un período de 90 días. La medida, que entrará en vigor «de aquí al 14 de mayo», según un comunicado conjunto emitido por ambas partes, marca un intento de reducir las tensiones comerciales que han sacudido los mercados globales y afectado a las cadenas de suministro internacionales.
El acuerdo, alcanzado tras intensas negociaciones en Ginebra, Suiza, representa un avance en las relaciones comerciales bilaterales, que han estado marcadas por una escalada de aranceles recíprocos desde principios de 2025. Según el comunicado, Estados Unidos suspenderá 24 puntos porcentuales de la tasa arancelaria aplicada a productos chinos, reduciendo temporalmente los gravámenes del 145% al 121% en ciertos bienes. Por su parte, China también relajará algunos de sus aranceles, que actualmente alcanzan el 125% sobre productos estadounidenses.
El secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, calificó las conversaciones como «un paso sustancial» hacia la reducción del déficit comercial estadounidense, destacando los «avances sustanciales» logrados en Ginebra. Mientras tanto, desde Pekín, las autoridades chinas han reiterado su compromiso de proteger sus intereses, pero expresaron disposición a continuar el diálogo para evitar una guerra comercial total.
La guerra comercial entre EE.UU. y China se intensificó en abril de 2025, cuando el presidente Donald Trump impuso aranceles de hasta el 145% a las importaciones chinas, en respuesta a lo que calificó como «prácticas comerciales desleales» y un déficit comercial insostenible. China retalió con aranceles del 125% sobre productos estadounidenses, lo que desencadenó una serie de represalias que afectaron a sectores como la tecnología, la industria química y la aviación.
La presión de los mercados financieros, que sufrieron caídas significativas tras los anuncios arancelarios, llevó a Trump a suspender temporalmente los aranceles «recíprocos» a más de 75 países, con la notable excepción de China. Sin embargo, el reciente acuerdo sugiere un cambio hacia una postura más conciliadora, al menos en el corto plazo.
La noticia ha sido recibida con entusiasmo por los mercados globales. Los futuros del Nasdaq y el S&P 500 registraron alzas del 3,15% y 2,5%, respectivamente, tras el anuncio, reflejando el optimismo de los inversores ante la posibilidad de una desescalada comercial. Analistas advierten, sin embargo, que el impacto a largo plazo dependerá de la capacidad de ambas partes para negociar un acuerdo más permanente.
En China, el gobierno ha destacado la necesidad de un comercio equilibrado y ha señalado que las medidas de EE.UU. han violado normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Pekín ha presentado demandas ante la OMC, pero el acuerdo actual podría abrir una ventana para negociaciones bilaterales que eviten sanciones multilaterales.
Por otro lado, algunos sectores industriales en ambos países han expresado alivio. Empresas tecnológicas y manufactureras, particularmente afectadas por los aranceles, podrían beneficiarse de la suspensión temporal. Sin embargo, la incertidumbre persiste, ya que el acuerdo no aborda cuestiones estructurales como la transferencia de tecnología o el acceso a mercados.
Voces en las redes sociales y analistas financieros han especulado sobre las implicaciones de este acuerdo, algunos incluso sugiriendo que podría sentar las bases para un «nuevo orden económico global». Aunque estas afirmaciones son exageradas, el pacto refleja la interdependencia de las economías estadounidense y china, que juntas representan más de 580.000 millones de dólares en intercambios anuales.
El presidente chino, Xi Jinping, ha evitado referirse directamente a EE.UU. en sus recientes discursos, pero ha instado a su gobierno a «adaptarse a los cambios del entorno internacional». Mientras tanto, Trump ha mantenido un tono mixto, celebrando el acuerdo como una victoria para EE.UU., pero sin descartar nuevas medidas si las negociaciones no avanzan.