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¿Es probable una inminente guerra nuclear entre India y Paquistán pudiéndose extender a todo el planeta?

El brutal atentado de Cachemira (donde se mixturan conflictos religiosos, territoriales y del agua), perpetrado el pasado 22 de abril de 2025 (con la «casual» visita del siniestro J.D. Vance por esos lares) en Pahalgam con el  resultado de 26 turistas hindúes fallecidos, habría sido reivindicado por el grupo terrorista Frente de Resistencia (TRF, por sus siglas en inglés), considerado por las autoridades indias como una rama del grupo islamista con base en Pakistán Lashkar-e-Taiba (LeT), en definitiva pura y dura extensión del Gobierno paquistaní. India ha acusado a Pakistán de estar directamente implicado o de apoyar a los grupos armados detrás del ataque, lo que ha generado una escalada diplomática, incluyendo la revocación de visados y acuerdos (el tratado de las aguas del Indo, por ejemplo), expulsión de diplomáticos y el cierre de fronteras. Paquistán, por su parte, niega cualquier relación, calificando las acusaciones del como «frívolas» y atribuyendo el ataque a «insurgencias locales contra el gobierno indio». Por supuesto, todo apesta a un atentado de falsa bandera promovido por el Gobierno de Modi para dar comienzo a una cercana y primera guerra nuclear entre dos países (Ambos entre 170 y 180 ojivas nucleares: India dispone por ejemplo del misil nuclear de última generación Agni V que puede transportar una ojiva nuclear a una distancia de 5.000 kilómetros mientras Paquistán contaría con el misil balístico Hatf IV, desarrollado con la ayuda de China y capaz de transportar una ojiva nuclear y alcanzar los 900 Kilómetros). Y recuerden, dato clave: en el supuesto de un nuevo enfrentamiento armado en Cachemira, asistiríamos al primer pulso militar entre China y Rusia en forma de ataques nucleares restringidos a un aérea geográfica concreta. Una respuesta india nuclear ante su más que probable autoatentado (que según Modi, agotó la «paciencia» india) convertiría el área en un feroz caos que se extendería desde Líbano, Palestina y Siria a Iraq y desde Irán y Afganistán hasta Paquistán, Cachemira y Anatolia (Asia Menor) y pudiendo arribar territorio chino. Riesgo alto, muy alto de que todo se salga de control.

China apoya a Paquistán

MIentras, China, apoyando, vía colonización (otra más), a Paquistán. China está construyendo una extensa red portuaria, que incluiye puertos, bases y estaciones de observación en Sri Lanka, Bangladesh y Birmania y, del que sería arquetipo y modelo, el puerto estratégico en Pakistán, Gwadar, (la «garganta» del Golfo Pérsico), a 72 kilómetros de la frontera con Irán y a unos 400 kilómetros del más importante corredor de transporte de petróleo y muy próximo del estratégico estrecho de Ormuz. El puerto fue construido y financiado por China y es dirigido por la empresa estatal China Overseas Port Holding Company (COPHC). Y dato nada baladí: la región circundante al citado y estratégico puerto de Gwadar, contiene dos tercios de las reservas mundiales de petróleo y por allí discurre el 30 por ciento del petróleo del mundo y el 80 por ciento del que recibe China y se halla en la ruta más corta hacia Asia (Ruta de la Seda).

Rusia apoya a la India

Rusia sería aliado estratégico de India al ser el mayor proveedor de armas de una India que mantiene desde hace años una carrera armamentística con su rival y vecino Paquistán. De esa manera, Rusia e India firmaron en su día un acuerdo para instalar 12 reactores nucleares con tecnología rusa, así como contratos para la adquisición por parte de Nueva Delhi de misiles antiaéreos S-400, cuatro fragatas y la creación de una empresa conjunta ruso-hindú para fabricar en la India helicópteros KA-226T.

Estados Unidos manejando los hilos

Entre otros movimientos geoestratégicos, USA ha promovido el movimiento de independencia en la provincia de Baluchistán donde se ubica el citado puerto de Gwadar con el objetivo confeso de hacer inviable el proyecto estrella de China sobre la «mejorada» ruta de la seda, el objetivo final de USA sería la confrontación (abiertamente bélica, por ejemplo) con la Organización de Cooperación de Shanghai, OCS, fundada en 2001 por los Cinco de Shanghai (China, Rusia, Kazajistán, Kirgistán, Tajikistán) más Uzbekistán) y convertida junto con los países del ALBA (Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia, Dominica, Granada, Antigua y Barbuda, Santa Lucía, San Cristóbal y Nieves, y San Vicente y las Granadinas) e Irán en el “eje de la resistencia” a la anglosionista hegemonía mundial de Estados Unidos, Reino Unido e Israel.

Calamidad 

En un estudio que se publicó hace seis años en Science Advances, investigadores de la Universidad de Rutgers (EEUU) ha pronosticado que un conflicto entre India y Pakistán en el que se empleasen armas atómicas mataría inmediatamente a entre 50 y 125 millones de personas. Además, el humo y las cenizas, elevados hasta la atmósfera por las explosiones, iniciaría un invierno nuclear y una hambruna masiva y global.

«Una guerra así no solo sería una amenaza para los objetivos de las bombas, sino también para todo el mundo«, afirmó en un comunicado Alan Robock, coautor del estudio.

Según las estimaciones de los investigadores, en nuestro presente 2025 ambos países podrían tener un total de 400 a 500 bombas nucleares de potencias situadas entre los 15 kilotones (comparable a la bomba de Hiroshima) a unos pocos kilotones. Pues bien, en un escenario en el que India emplease 100 de estas armas, y Pakistán 150, los autores del estudio han predicho que morirían entre 50 y 125 millones de personas.

Además, se producirían efectos y muertes a escala mundial, lejos del radio afectado por las detonaciones. Según los cálculos realizados en el estudio, las bombas liberarían entre 16 y 36 millones de toneladas de cenizas con el humo. Estas serían capaces de llegar hasta la atmósfera superior y de extenderse por todo el mundo en tan solo unas semanas.

El denominado invierno nuclear

Dichas cenizas absorberían la radiación solar, calentarían el aire y acelerarían el ascenso del humo. Finalmente, esta polución sería capaz de reducir la cantidad de luz solar incidente sobre la superficie terrestre en un 20 a 35 por ciento, lo que llevaría a un enfriamiento de dos a cinco grados centígrados, y a un descenso de las precipitaciones del 15 al 30 por ciento.

Todos estos procesos tendrían un impacto muy importante sobre los seres vivos. Según Robock y colegas, el crecimiento vegetal en tierra disminuiría en un 15 a 30 por ciento, mientras que la productividad del plancton en los océanos caería entre un cinco y un 15 por ciento. Además, este invierno nuclear duraría unos 10 años, porque el humo persistiría en la alta atmósfera.

 

«Nueve países tienen acceso a armas nucleares», aseveró Alan Robock. «Pero India y Pakistán son los que más rápidamente están incrementando sus arsenales». Por ello, en su opinión «es importante comprender las consecuencias de una guerra nuclear»

En fin.

 

Luys Coleto
Prófugo de la existencia
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