El líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, ha anunciado este lunes la celebración de un congreso extraordinario de su formación política para el próximo mes de julio. A través de su cuenta en X, Feijóo ha declarado que este congreso tiene como objetivo «activar el partido, prepararlo para hacer frente en las urnas a Sánchez y para diseñar desde ya una alternativa de gobierno definitiva, sólida y decidida a la altura del gran país que somos». Sin embargo, la pregunta que muchos se hacen es: ¿es realmente el PP una oposición efectiva, o tan solo forma parte del mismo circo político que ha dominado España durante décadas?
La imagen que acompaña el anuncio, con Feijóo frente a una audiencia aplaudiendo, parece más un ejercicio de propaganda que un verdadero cambio de rumbo. Y no es para menos, ya que el PP y el PSOE, a pesar de sus siglas y discursos, han demostrado una y otra vez que, en los asuntos importantes, están mucho más de acuerdo de lo que parecen. Desde políticas económicas que favorecen a las élites, pasando por la gestión de crisis sociales y sanitarias, hasta la adhesión a agendas globales como la «Agenda 2O y trinca», ambos partidos han actuado como dos caras de la misma moneda.
Este consenso entre PP y PSOE no es nuevo. Llevan décadas engañando a los españoles con la ilusión de un bipartidismo que, en realidad, no ofrece alternativas reales. Como bien denuncian los manifestantes que llevan más de 556 días concentrándose frente a la sede del PSOE en Ferraz, «PSOE, PP, la misma mierda es» o «A España la saquean Peperos y Sociatas, saquemos del congreso a estas inmundas ratas». Estos gritos, que se han convertido en un mantra de la desilusión ciudadana, refleja una verdad incómoda: ambos partidos, lejos de ser antagonistas, comparten una agenda que prioriza intereses ajenos a los de la mayoría de los españoles.
La Agenda «2O y trinca», por ejemplo, es un claro ejemplo de este consenso. Ambos partidos, a pesar de sus diferencias superficiales y teatralizadas, han apoyado y promovido esta agenda global, que muchos critican por su impacto en la soberanía nacional y por priorizar objetivos internacionales sobre las necesidades reales de la ciudadanía. Mientras España se enfrenta a problemas estructurales como el desempleo, la desigualdad y la pérdida de servicios públicos, el PP y el PSOE parecen más preocupados por mantener el statu quo que por ofrecer soluciones tangibles.
El anuncio de Feijóo, por tanto, no puede verse como un giro hacia una verdadera oposición, sino como un intento más de mantener la ficción del bipartidismo. El congreso extraordinario del PP, lejos de ser un espacio para la renovación y el cambio, parece destinado a reforzar las estructuras internas del partido y a preparar una nueva campaña electoral que, en el fondo, no ofrecerá nada nuevo. Porque, al final, el PP no es oposición, ni es nada. Es simplemente la otra cara del PSOE, un partido que, como su contraparte, obedece a las mismas directrices y prioridades.
Precisamente hoy, cuando han salido a la luz los polémicos WhatsApp entre Pedro Sánchez y José Luis Ábalos, revelando el apoyo incondicional de Sánchez al corrupto Ábalos, algo que debería provocar la dimisión del «presimiente», tal y como Sánchez exigió con Rajoy por un SMS de apoyo a Bárcenas, Feijóo ha decidido distraer la atención con el anuncio de este congreso extraordinario. No es casualidad. En un momento en el e el PSOE se encuentra en el centro de la polémica, el PP parece más interesado en desviar la conversación que en aprovechar la oportunidad para ejercer una oposición real y contundente. Esta táctica no hace más que reforzar la percepción de que ambos partidos están en un pacto continuo, un acuerdo tácito para no perder su cuota de poder.
La oposición que tenemos en España es, en el mejor de los casos, pusilánime. El PP, lejos de ser un contrapeso efectivo al PSOE, se limita a gestos superficiales y maniobras distractivas. Mientras los españoles exigen cambios reales, los dos grandes partidos continúan con su baile de máscaras, protegiendo sus intereses mutuos y dejando de lado las necesidades de la ciudadanía. Este juego de poder, que se perpetúa a través de congresos, elecciones y escándalos cuidadosamente gestionados, no es más que un circo que mantiene a España atrapada en un bucle de mediocridad política.
Es hora de que los españoles exijan más, mucho más, que un congreso extraordinario o un cambio de caras. Es hora de exigir un cambio real. Mientras el PP y el PSOE sigan siendo «la misma mierda», España no avanzará. Y mientras Feijóo y Sánchez sigan jugando a este juego de distracciones, la verdadera oposición seguirá siendo una quimera.
Votar a Feijóo = genocidio vacunazi obligatorio en la inminente planificada próxima «emergencia» de bicho volador invisible supuestamente «detectable» por ese comodín para estúpidos llamado PCR