sábado, abril 12, 2025
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El periodista estadounidense Tucker Carlson revela que le apareció un sorprendente mensaje en la pantalla de su camioneta Chevrolet que provocó que la vendiera de inmediato

El conocido periodista estadounidense Tucker Carlson ha desatado una polémica que podría provocar que muchos estadounidenses reconsideren la relación con sus vehículos modernos. Durante una entrevista reciente con Casey Putsch, diseñador automotriz y figura conocida en Internet, Carlson relató una experiencia que le llevó a deshacerse «inmediatamente» de su más reciente camioneta Chevrolet, una marca de la que se declara fanático de toda la vida. El motivo: un mensaje en el tablero que, según él, ponía en entredicho su privacidad y autonomía como conductor.

La historia comenzó cuando Carlson, en una conversación distendida con Putsch el pasado 28 de marzo de 2025, en el programa The Tucker Carlson Show, compartió un episodio que lo dejó desconcertado. «Compré una camioneta el año pasado… Una camioneta Chevy, que siempre he tenido, y estaba en una gasolinera», relató. «Y de repente, en plena estación de servicio me dice: ‘Detente, estamos descargando información de Internet'». Según Carlson, el mensaje apareció en la pantalla de infoentretenimiento de su vehículo mientras estaba detenido, llenando el tanque de combustible. La reacción del presentador fue inmediata: «Vendí el auto de inmediato. Lo llevé de vuelta y lo vendí».

El relato, que rápidamente se viralizó, no solo sorprendió por la decisión drástica de Carlson, sino también por las implicaciones que él y Putsch atribuyeron al incidente. Para Carlson, un conocido defensor de las libertades individuales y crítico de la vigilancia tecnológica, el mensaje fue una señal alarmante de que su vehículo estaba conectado a una red externa sin su consentimiento explícito. «¿Mientras conducías?», preguntó Putsch. «No, estaba detenido», aclaró Carlson, subrayando que el problema no era un mal funcionamiento, sino la propia naturaleza de la comunicación no solicitada.

Lo que comenzó como una anécdota personal pronto se transformó en una discusión más amplia sobre la privacidad y el control en los vehículos modernos. Casey Putsch, conocido por su pasión por los autos y su escepticismo hacia las regulaciones y tendencias tecnológicas impuestas, alimentó el debate con una interpretación contundente: «Quieren todos tus datos para dárselos a las compañías de seguros y arruinarte la vida, estoy seguro». Añadió que «las compañías de seguros serán la ruina de los coches y la conducción, lo garantizo».

Ambos interlocutores especularon sobre un futuro distópico en el que los vehículos no solo recopilen datos, sino que también sean controlados remotamente por entidades externas. Putsch planteó una pregunta inquietante: «¿Qué pasa cuando [las cámaras de tablero] sean obligatorias en cada auto? ¿Qué pasa cuando estás completamente bajo control mandatado? ¿El auto se apaga exactamente a 55 millas por hora, sin importar qué?». Estas ideas resonaron con las preocupaciones de Carlson, quien previamente ha elogiado modelos más antiguos, como su Chevrolet Silverado de 1987, por su simplicidad y falta de electrónica: «No hay aire acondicionado, no hay radio, y no hay manera de que el gobierno apague mi motor si soy desobediente».

El revuelo generado por las declaraciones de Carlson llevó a General Motors (GM), la empresa matriz de Chevrolet, a emitir una respuesta oficial. Un portavoz de GM, citado por Daily Mail, negó que sus vehículos muestren un mensaje con la redacción exacta descrita por Carlson. «No tenemos avisos en los vehículos redactados de esta manera», afirmó.

Según la compañía, lo que Carlson pudo haber visto era una actualización de software estándar, similar a las que ocurren en un teléfono inteligente, destinada a mejorar funciones como la navegación o el sistema de audio. «Los clientes tienen la opción de desactivar las funciones de conectividad en cualquier momento», añadió GM, enfatizando que los conductores mantienen el control sobre estas características.

A pesar de la aclaración, la explicación no logró disipar las dudas de Carlson y Putsch, quienes ven en la conectividad de los autos modernos una amenaza más profunda. Reportes previos, como una investigación de The New York Times, han revelado que fabricantes como GM han compartido datos de conducción —como frenadas bruscas, giros pronunciados o velocidad— con corredores de datos y aseguradoras, lo que ha alimentado el escepticismo sobre el uso de esta información. En un contexto donde los costos de los seguros automovilísticos han aumentado debido a factores como el precio de los vehículos, las tasas de accidentes y los daños por desastres naturales, la idea de que los coches «hablen» con terceros sin el pleno consentimiento del conductor ha tocado una fibra sensible.

 

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