Se suele hablar mucho de la ruina económica, pero no de otra que parece ser mucho más peligrosa y que no se resuelve ni con la suerte ni con las ideas supersticiosas (de por sí ya inútiles). Me refiero a la pobreza espiritual que sufren la mayoría de las personas y que está fuera del campo de la conciencia individual, la cual ha quedado tan erosionada que ni tan siquiera forma parte de la nomenclatura de nuestros hábitos, la madre de todas nuestras desgracias. La ignorancia de nuestra dimensión más profunda, convertida no en sed de conocimiento sino en arrogancia y falsa sensación de autocontrol que nos hace creer que podemos subsistir de la fuente originaria de la vida, lo cual nos aproxima a nuestra propia muerte espiritual, es el necesario punto de partida.
Esta es la clave para entender cuál es el arma para acabar con quienes desean hacernos daño por el mero hecho de ser lo que podemos llegar a ser si desarrollamos nuestras capacidades más ocultas. Un alma empoderada es imparable y estos seres lo saben muy bien. Ello supone un peligro pues entonces el sujeto actúa de acuerdo con la regla de su sentido de la libertad, piensen lo que piensen los demás, lo cual rompe con el pensamiento social e institucionalizado que puede llegar a ser un corsé hiriente para nuestras mentes.
Son seis los puntos que vamos a desarrollar, cada uno capital para entender a qué me estoy refiriendo, algo que es ajeno al mundo material, a las necesidades urgentes que nos atan a la tierra y que nos hacen olvidar quiénes somos realmente. Conforme más nos atemos a éstas, más esclavos seremos, menos decisiones positivas tomaremos para nosotros mismos y más daño haremos a los demás, en una cadena de imposición y limitación impuesta sin que se haya decidido ninguna de esas condiciones.
Cuando el ser humano hace depender su esperanza y sus anhelos del plano temporal, el cual nos conduce a la muerte como fin creado para el temor de los que aún viven, como si no existiese nada detrás de nuestras narices, se condena a un sueño infantil y sin base alguna, creando el falso concepto del éxito personal, por encima del colectivo, salvo que el sujeto sea un esbirro del orden perverso, en cuyo caso tampoco abandona sus marcos de actuación puramente egoístas, donde el miedo gobierna y reina de manera muy cómoda. ¿Quién no piensa de este modo?
Siendo esto el origen de nuestras desgracias colectivas, el contexto no puede ser más erróneo. Dado que la vida es de por sí energía, la misma que regula los procesos químicos, nos referimos a algo invisible, que no puede ser descrito. Es esa chispa que nos hace estar vivos y conscientes (como debería de ser) que no se puede entender el origen del problema para las aspiraciones ególatras de las aspiraciones racionales del individuo, con el fin de establecerse en un mundo estable y no cambiante que facilite mucho la experiencia vital. La tendencia de la mente, si no se corrige, es hacia la comodidad, la recepción de todas las soluciones sin necesidad de que nadie nos la explique porque otros ya las crearon para nosotros con todo un supuesto amor. ¿Resultado? Ya no se piensa ni se analiza la realidad, siendo ésta sólo la admisible y teóricamente cierta. ¿No suena ello a la mentira? Es el mundo de los condenados a su propia muerte, y no me refiero al día en el que fallecen, sino incluso en plena vida y en proceso de agonía interminable.
La chispa energética de la vida es incomprensible, une todo el inmenso universo en un solo ser. Ya existen estudios que comparan su estructura con la de nuestros cerebros y sus millones de neuronas enviándose información de manera lumínica, siendo los grupos de galaxias los puntos de conexión ¿Sería el cosmos un ser con conciencia y en qué grado participamos de ella, porque de alejarnos de aquélla nos condenamos a muerte, la cual vamos diseñando con cada una de nuestras decisiones? Otro ángulo para entender esta idea, y no menos interesante, son los descubrimientos de la física cuántica en cuanto a que la percepción no es lo que nos permite ver la realidad, sino captar uno de sus posibles estados, a modo de múltiples dimensiones que existen a nuestro alrededor sin que seamos capaces de sentirlas (no es posible saber el movimiento y la ubicación de un electrón, sino sólo un aspecto, quedando el otro indetectable). Es ésa nuestra ridícula capacidad de entendimiento material cuando creamos la realidad con el hecho de poner allí nuestra atención; el problema reside en que son nuestros conceptos, muchos de ellos muy erróneos y falsos los que nos llegan a crear nuestros objetos, ya sean físicos o no, mentales o emocionales, creencias o sentimientos pantallas que funcionan a modo de drogas a las que nos hacemos adictos para permanecer con vida, llegando al punto de crearnos nuestra propia trampa, al tiempo que ésta se transforma en nuestro lenguaje y visión del mundo, es decir, nuestra prisión cada vez más estrecha.
Algunos llaman a esta sabiduría oculta (leyes químicas, físicas e incluso que rigen el universo y su estructura) Dios y justicia divina, pues nada se escapa de su marco de acción, otros lo unen con la fe, pero, en cualquier caso su descubrimiento no nos exime del esfuerzo comprensivo para romper los moldes de la ignorancia impuestos por una sociedad cucufata, no sólo en el contexto sexual, como muchos creen, sino de principios inquisitoriales absurdos y cuyo fin es la propia destrucción del alma humana, la misma que puede llevarnos al gran descubrimiento. La gran pregunta es quiénes somos para prohibirnos el fruto de las leyes que nos gobiernan como seres humanos, coartarnos la oportunidad de seguir expandiendo nuestra conciencia más allá de nuestra conciencia o aproximarnos a la verdad, que no es la verdad de este mundo de apariencias y engaños que nos quieren hacer creer que es lo cierto, la mayor aspiración del demonio.
La ruina espiritual es la peor pobreza de la que puede sufrir cualquier ser humano, es una tortura lenta, imperceptible y confusa, llena de mentiras, engaños y falsas emociones que nos llevan al objetivo deseado para nuestro aislamiento y posterior desaparición como seres humanos. La vida es lo contrario de la muerte, nuestro esfuerzo personal puede llevarnos a revivirnos y salvar vidas o matarnos y hacer lo propio con los demás, en total y estruendoso silencio. Que cada cual escoja el camino deseado, pero una sociedad con esta pandemia espiritual está condenada a su desaparición, tarde o temprano, mientras las alimañas se alimentan de la podredumbre, el sufrimiento y nuestras desgracias.
Es llamativo que aquellos que atacan los valores y tradiciones españoles,aquellos que son ateos,son los primeros en coger vacaciones para celebrar las fechas del calendario,que son prácticamente Católicas,como las fiestas de Pascua de resurrección.
Todavía quedan algunos,que se marchan a otros lugares,como P.Iglesias que se ha ido a Francia,donde hay menos o ninguna manifestación religiosa,otros van a Tailandia o cualquier lugar lejano donde na hayan Iglesias.
Eso sí con el dinero de todos los españoles,principalmente con el de los católicos.
Habrá que marcar en una casilla si queremos o no que nuestro dinero vaya destinado a los marxistas.
Pues nos ha salido un demonio muy chorizo.
Ingeniería social,ahora de los Rotarios,las Logias P2,la letra B símbolo de el Toisón de oro,los Rutenos,los nazis,la Gran logia…y toda esa serie de cretinos imbéciles que dominan el mundo,y que dirigen a los políticos fieles servidores.
Al final vemos que no son todos demonios sino endemoniados,y sobre todo muy estúpidos e imbelices.