Los servicios municipales de Madrid han clausurado un restaurante chino en la capital española tras descubrir que incumplía múltiples normas sanitarias, según informó el pasado lunes 7 de abril la agencia Europa Press, citando fuentes de la Policía Municipal. El establecimiento, identificado como Jin Gu y ubicado en la calle Perpetua Díaz del distrito de Usera –conocido como el «Chinatown» madrileño–, ha sido el centro de un escándalo que ha conmocionado a la opinión pública por las condiciones insalubres en las que operaba y las prácticas fraudulentas que ponían en riesgo la salud de los clientes.
La intervención de la Policía Municipal, llevada a cabo el 25 de marzo tras recibir numerosas quejas de clientes que reportaron malestar tras comer en el restaurante, reveló un panorama dantesco. Según fuentes policiales, los agentes encontraron 300 kg de comida podrida almacenada en condiciones deplorables. Entre los hallazgos más impactantes, se descubrió que el restaurante ofrecía palomas capturadas en la calle como si fueran «pato laqueado», un plato típico de la gastronomía china. Informes de medios locales, como El Mundo, detallaron que los empleados del restaurante cazaban las palomas en las calles y las mataban a patadas antes de desplumarlas y servirlas a los comensales, una práctica no solo fraudulenta, sino extremadamente peligrosa debido a las enfermedades que estas aves urbanas pueden transmitir.
🚫 Cierran un restaurante chino en Madrid que ofrecía paloma como pato laqueado y tenía cucarachas en la cocina
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— El Debate (@eldebate_com) April 7, 2025
El local también albergaba una cocina infestada de cucarachas, con trampas para ratas esparcidas por el suelo y cebadas con carne en descomposición. Los agentes hallaron tiras de carne colgando de tendederos, como si fueran ropa secándose al sol, con grasa goteando sobre cartones en el suelo. Además, se encontraron ocho congeladores averiados y oxidados, repletos de carne y pescado sin etiquetar ni fechar, lo que imposibilitaba cualquier control de trazabilidad. «Todo olía a marisco podrido; era casi insoportable», relató uno de los oficiales que participó en la inspección, según declaraciones recogidas por El Mundo.
Las irregularidades no se limitaron a la cocina. Los agentes descubrieron una habitación secreta, oculta tras un panel deslizante en el baño para personas con discapacidad, que no figuraba en la licencia del negocio. En este espacio se almacenaban productos sin ningún control de temperatura, incluyendo pollos negros congelados de origen dudoso y bolsas de carne con un sospechoso tono ámbar. No había termómetros para medir las temperaturas de almacenamiento, y algunos congeladores tenían tapas desprendidas y visibles signos de óxido. Se estima que más de una tonelada de productos se conservaba sin garantías sanitarias.
Entre los productos encontrados también había artículos ilegales, como pepinos de mar, una especie protegida por estrictas leyes marinas. Además, el restaurante carecía de medidas básicas de seguridad: los extintores no cumplían con la altura mínima requerida, y las salidas de emergencia estaban bloqueadas por contenedores de basura. La inspección también reveló sartenes oxidadas, suelos y azulejos cubiertos de grasa acumulada, y un horno convencional instalado fuera del alcance de la campana extractora, lo que agravaba las condiciones insalubres.
A pesar de las condiciones deplorables, Jin Gu había recibido críticas positivas en plataformas como TripAdvisor, donde algunos clientes aseguraban que comer allí era «como estar en China». Sin embargo, muchos otros reportaron malestar estomacal pocas horas después de sus visitas, lo que finalmente alertó a las autoridades. Vecinos del edificio donde se encontraba el restaurante afirmaron a El Mundo que llevaban tiempo denunciando el local a la policía, pero no fue hasta la inspección del 25 de marzo que se tomaron medidas definitivas.
Tras la clausura, el propietario del restaurante enfrenta una investigación por delitos contra la salud pública, maltrato animal y violación de los derechos de los consumidores. Aunque el establecimiento fue cerrado oficialmente, un cartel en chino colocado en la entrada indica que está «cerrado por vacaciones», con la palabra «sucio» escrita a mano junto al mensaje, según ha informado Europa Press.
Se nos revuelve el estómago,y encima en la Capital del Estado,al menos los bazares solo venden objetos de plástico que van todos a la basura.
Como se dice la matanza de Texas en chino?.
Pues los chinos son también inmigrantes,y no todos legales…la gente no les critican por ser China la segunda economía,dando la sensación de que son ricos.
También los kebaks muy de moda entre los jóvenes,suelen estar expuestos a moscas,falta de limpieza de las cocinas…
Por qué se ve que allí en Turquía eso es ‘como una cultura’,para que viajar a ver mundos lejanos?.
Los moros solo violan,mientras que los rumanos roban todo lo que pueden y más.
Como también ocurren estás cosas en los EEUU,allí han creado una Asociación de víctimas de delitos de los inmigrantes…felicitamos a la Policía de Madrid.
Un rollito de primavera de rata muerta?