Por Alfonso de la Vega
«Trump declara una emergencia nacional para aumentar nuestra ventaja competitiva, proteger nuestra soberanía y fortalecer nuestra seguridad nacional y económica«.
Con indignación y cierto escándalo sobreactuado de globalistas incluidas fuentes rusas, Trump acaba de empezar a concretar su anunciada política de aranceles. En realidad se trata de una política clásica y coherente con su visión sobre el futuro de EEUU opuesta a la globalitaria woke precedente. Lo he tratado de explicar en un texto anterior sobre algunos aspectos a considerar dentro de la metodología del Presupuesto Base Cero aplicada a la nueva cosmovisión trumpiana. El arancel es un instrumento básico tradicional del comercio exterior para tratar de proteger la producción interna, pero que también sirve para recaudar impuestos o puede promover la inflación. En todo caso, constituye una política propia del ejercicio de soberanía nacional de los Estados, que precisamente sería lo que más indigna a los globalistas que quieren arrasar con cualquier obstáculo nacional soberano a su hegemonía plutocrática sin fronteras. Y quizás sea eso lo que más duela.
La existencia de aranceles tiene una gran importancia en el comercio mundial entre naciones y se relaciona con el funcionamiento de las economías internas que se ven afectadas por el nivel de protección arancelaria que cada país haya adoptado. El derecho arancelario que encarece artificialmente las mercancías importadas en beneficio de las de producción nacional se ve atacado y denostado por unos y defendido por otros. Es exigido por grupos de presión nacionales con poder real, pero vigilado por ciertas instituciones internacionales. La política arancelaria a veces va acompañada de otras de carácter fiscal o monetario. Quizás por eso Trump ha anunciado cambios en la política fiscal en aspectos tales como el IRPF. También pudiera haber importantes novedades en el sistema financiero, que constituye el poder real más o menos en la sombra.
El arancel puede considerase un arma “limpia” en la medida que ya es conocida y aplicada con carácter general y no de modo discrecional mediante el empleo, incluso torticero, de normativas técnicas, requisitos arbitrarios u otras. Sin embargo, en este caso quedan algunas incertidumbres no exentas de extorsión. Trump podrá aumentar los aranceles en caso de que los socios comerciales de EEUU tomen represalias, así como disminuirlas si aceptasen «medidas significativas para remediar los acuerdos comerciales no recíprocos«, además de alinearse con Washington «en asuntos económicos y de seguridad nacional». Rusia no figura en la lista de países sujetos a aranceles por la administración Trump. El secretario del Tesoro explicó que el comercio con Rusia y Bielorrusia supuestamente no se realiza debido a las sanciones, por lo que no están en la lista. Ni tampoco Cuba o Corea del Norte. Sin embargo, Ucrania debe pagar el 10% de cualquier exportación a EEUU.
Sobre la conveniencia o no de los aranceles hay diversidad de opiniones. Además de la cuestión del poder, que me parece la principal al menos ahora, los contrarios a los aranceles mantienen el postulado de que según la teoría de los costes comparativos el comercio internacional produce beneficios pues se aumenta la producción mundial de modo que ningún país se encontrará en condiciones inferiores después de comerciar con respecto a las que hubiera tenido de haber sido autosuficiente. Los partidarios de los aranceles consideran que el nivel de vida será mejor con ellos que con un libre comercio sin trabas, fomentan una economía más diversificada, ya que en la práctica resulta imposible un libre comercio con ventajas mutuas o sin consecuencias inconvenientes.
En general, los atacan los fuertes cuando les perjudican, las grandes corporaciones transnacionales que no quieren ningún tipo de obstáculo de tipo nacional para sus manejos, y por supuesto los globalistas. En cambio los defienden agricultores y otros empresarios en mercados de competencia interna que pretenden evitar la nefastas consecuencias de los dumping. Por ejemplo, parece razonable el tratar de evitar que Marruecos invada nuestros mercados con producciones agrarias sin garantías de sanidad o calidad, producidas a veces en condiciones laborales inconvenientes. Es evidente que en ciertas condiciones no se puede competir. Ojalá entre nosotros hubiera algún político que intentase favorecer los intereses españoles, procurando crear orden intramuros del reino. Ahora bien, no deben permanecer para siempre, de lo contrario no se conseguirían los pretendidos objetivos para lo que se introducen.
Cabe recordar que en la OCDE existen otros instrumentos alternativos empleados en el sector agrario con su propia técnica y consecuencias. Así los sistemas de protección variable tales como los «deficiency payments» o «pago de diferencias » y los regímenes de restricción cuantitativa a las importaciones o exportaciones.
De modo que los aranceles no son malos en sí mismos aunque de mantenerse en el tiempo pueden tener efectos nocivos incluso para el propio país que los fija. Si los mercados internos son de carácter monopolístico cerrado en vez tener una cierta competencia lo más probable es que no se logren muchas mejoras y las consecuencias sean malas. El famoso «arancel Cambó» en 1922, benefició a la industria catalana al impedir la entrada en España de productos extranjeros y fue uno de los logros más importantes de los nacionalistas. La protección histórica a la mediocre industria textil catalana terminó afectando a la del resto de España a la que se la condenó a la inflación para mantener esos privilegios de la ventajista burguesía catalana sin que ni siquiera lo hayan reconocido ni menos agradecido.
Pero es preciso tener en cuenta el aspecto estratégico de mantener ciertas actividades de necesidad nacional. Si no es buena la autarquía total tampoco el libre comercio en condiciones de falta de un mínimo control. Se acaba de comprobar durante la llamada pandemia. Cuando se renuncia la producción propia se queda a merced de los acontecimientos internacionales no controlados, especialmente en caso de emergencia.
Con el tema de los aranceles se ha iniciado otro frente del ataque globalista contra Trump, quien había anunciado durante la campaña electoral su política que considera necesaria para intenta cambiar la deriva menguante de su país. El globalismo se ve en peligro, puede que sea de lo que se trata cuando ataca al presidente de EEUU, pero no hay que confundirse de enemigo: los elementos más peligrosos para España son la descomposición del propio régimen, la UE y el vecino del Sur. Pero una guerra comercial de este tipo puede suponer otro factor de inestabilidad más a una situación internacional ya suficientemente peligrosa. El culatazo puede resultar más dañino que el disparo, de modo que ya veremos cómo termina el experimento. Si los aranceles contribuyesen a potenciar la conciencia de la soberanía nacional y debilitar al odioso y perjudicial proceso globalitario como lo pueda ser el arrumbamiento de la ideología woke actual, bienvenidos sean.
Pedro Sánchez lleva años poniendo aranceles a los españoles,sin parar de subir los precios y ahogando a las familias.Un litro de aceite 10 euros?…lo mismo hace la CEE,con el IVA más alto del mundo.Tanto es así,que se están cerrando muchas empresas,o los bazares chinos que ya no pueden pagar más impuestos.
Impuestos para la guerra?,para cual de todas?,la de Irán? la de Zelensky?,la de Putin?…ahora es la de Trump.No todos los productos lleva en mismo tipo de arancel,para desgracia de los españoles,el aceite y el vino son los más altos,otras cosas como el acero solo llevan el 10%,y a cada país un arancel diferente,a la CEE los mas altos por qué son los más abusones.
Parte del manifiesto:
Los grandes y persistentes déficits anuales en el comercio de bienes de Estados Unidos han provocado el debilitamiento de nuestra base manufacturera; han generado una falta de incentivos para aumentar la capacidad de fabricación nacional avanzada; han socavado las cadenas de suministro críticas; y han hecho que nuestra base industrial de defensa dependa de adversarios extranjeros.
El presidente Trump está invocando su autoridad bajo la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional de 1977 (IEEPA, por sus siglas en inglés) para abordar la emergencia nacional que representa el gran y persistente déficit comercial, impulsado por la falta de reciprocidad en nuestras relaciones comerciales y otras políticas perjudiciales como la manipulación cambiaria y los exorbitantes impuestos al valor agregado (IVA) perpetuados por otros países.
Haciendo uso de su autoridad bajo la IEEPA, el presidente Trump impondrá un arancel del 10% a todos los países.
Bien. Es posible que exista un supuesto desajuste de la balanza de pagos comercial.
Sin embargo, según mi entendimiento, la falla principal no está en esa cortina de humo (de la balanza comercial externa). Hay otros aspectos coadyuvantes de mucha mayor relevancia:
También ha habido un superávit en la balanza de remesas financieras desde que con R. Nixon, en 1971, el dólar (USD) dejase de tener un aval, base y soporte real (en su caso en oro).
Aparte están los reiterados fraudes de posiciones de mercado, de información privilegiada y de manipulación contable de numerosas entidades (fundamentalmente financieras como Bank of America, JP Morgan, Chase, Lehman Brothers, etc.). Aunque no exclusivamente aquéllas sino también durante la burbuja de las tecnológicas (en 2000), las hipotecarias (en 2008), etc.
Luego está la competencia desleal de las opacidades fiscales de, por ejemplo, Delaware.
Por otra parte se halla la burbuja de los derivados de la deuda. Y no hay maquillaje posible para pasivos de 150 billones de dólares (USD).
Y por si esto no fuese poco tienes un cártel bancario privado (Fed) que imprime el dinero a su conveniencia en la US Inc. Corp.
Entonces resulta que se está viviendo a cuenta de la compra de una deuda desorbitada. Y que no está respaldada más que por vagas promesas, una red de extorsiones e intereses tejidos (por una tóxica camarilla) y una factura para marearse (eso sin entrar en el presupuesto en ‘B’) para mantener al complejo militar industrial y las dispendiosas bases militares.
«Dejo mi fortuna (Nota: proveniente del pillaje en África y la piratería internacional) para financiar una sociedad secreta cuya misión y objetivo debe ser la expansión imperialista británica alrededor del mundo y, principalmente, la recuperación de vuelta de las colonias de los Estados Unidos de Norteamérica». (Cecil Rhodes, The Rhodes Trust Scholar-ships)
(Continuación)
Y esto es lo que a mí más me entristece ya que algunos de mis/nuestros antecesores ayudaron a la independencia y la fundación de esa Nación: Miras cómo está el norteamericano promedio y comprendes claramente que lo que no funciona va realmente mucho más allá que la balanza comercial.
«Sabremos que nuestro programa de desinformación se ha completado cuando todo lo que crea el ciudadano estadounidense sea falso.» (William Casey, director de la NarcoCIA, 1981)
A este hombre, D. Trump, le han permitido regresar para dejarle la patata caliente. Pues antes de su regreso apenas casi nada quedaba, y otros trincones ya se habían apropiado de todo. Cualquiera con memoria recuerda, por mencionar un ejemplo, al psicópata de manual D. Rumsfeld (Mr. Aspartamo) cuando dijo desconocer dónde estaban 2,3 Billones de dólares (…).
Gentes ingenuas que cargan, y tirando por lo bajo, con entre 50.000 y 100.000 personas en esa Admon. que son corporativistas furibundos. Es decir, traidores consumados y a sabiendas a la Constitución. Y, lo que es peor, al Espíritu que la inspiró.
Una gran parte son patógenos próximos al tumor sionista (AIPAC, Straussianos, etc.). De los que se valen los agentes de Roma para, a su vez, servir ellos al sacerdocio de la Distorsión favorecido por los controladores desde que llegaron a Terra Gaia/Kumar(A).
«¿Por qué los jesuitas usarían a su enemigo implacable, los judíos, para promover sus diseños para el dominio mundial? Los jesuitas nunca hacen nada al aire libre donde puedan ser expuestos. Si son reconocidos como los culpables, serán culpados y sufrirán las consecuencias, pero si pueden usar a otra persona como la ‘causa de los problemas del mundo’, especialmente un enemigo que pueden destruir en el proceso, entonces, simultáneamente, han logrado dos de sus objetivos. El pueblo judío es el chivo expiatorio perfecto. Dado que los Rothschild han sido agentes jesuitas que operan bajo cobertura judía, usarlos en la formación de los Illuminati en 1776 efectivamente arroja la responsabilidad de esta conspiración a los judíos. Pero los Rothschild ciertamente no son los únicos agentes jesuitas vaticanistas que operan bajo un frente judío.» (Bill Hughes, ‘El enemigo desenmarcarado’)
Así pues, hasta que no restauren esa República todo será una pérdida de tiempo y un brindis al sol sin ir al meollo de la cuestión:
A causa de los maquiavélicos controladores las hienas se han multiplicado más de la cuenta.
Posdata. Especialmente a quien haya leído hasta aquí le recomiendo vivamente el imperdible documental, dividido en dos partes, del periodista historiador Bill Still ‘Los amos del dinero’ / ‘The Money Masters’ (1996).
«Los poderes del capitalismo financiero tenían otro objetivo de largo alcance, nada menos que crear un sistema mundial de control financiero en manos privadas capaz de dominar el sistema político de cada país y la economía del mundo en su conjunto. Este sistema iba a ser controlado de manera feudal por los bancos centrales del mundo actuando en concierto, por acuerdos secretos, a los que se llegó en frecuentes reuniones y conferencias privadas. El vértice del sistema era el BIS (Banco de Pagos Internacionales) de Basilea Suiza, un banco privado propiedad de los bancos centrales del mundo, que eran en sí mismos corporaciones privadas, y estaba controlado por ellos. El crecimiento del capitalismo financiero hizo posible la centralización del control económico mundial y el uso de este poder en beneficio directo de los financieros y en perjuicio indirecto de todos los demás grupos económicos.» (Carroll Quigley, ‘Tragedia y esperanza: una historia del mundo en nuestro tiempo’)