lunes, marzo 31, 2025
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Ya tenemos en España a un justiciero que anula radares de velocidad

En un país donde las noticias parecen sacadas de un guion distópico —rearme por aquí, acopio de latas de atún por allá, y kits de supervivencia que te venden hasta en el supermercado—, menos mal que un conductor malagueño nos regala un soplo de aire fresco.

Mientras los medios nos preparan para el fin de los tiempos, aquí tenemos al justiciero de los radares, un héroe anónimo que, en lugar de acumular víveres, prefiere salir a la calle con un spray negro y cargarse tres radares de velocidad en una sola semana y los conductores malagueños, sus agradecidos seguidores.

Este vengador no viene con capa ni superpoderes, sino con una técnica tan sencilla como efectiva: un buen chorro de pintura negra sobre las cajas blindadas de los radares y adiós problema. Nada de destrozos caros que nos hagan pagar a todos con impuestos; solo un toque artístico que los deja ciegos sin necesidad de un martillo. Ingenio puro. Si lo pillan —que lo dudamos, porque parece más escurridizo que un político en apuros—, no podrán endosarle los miles de euros que cuesta cada cacharro, porque, técnicamente, solo hay que pasarles un trapo. Un sabotaje elegante y económico, digno de aplauso.

Las redes sociales ya lo han elevado a la categoría de leyenda. Los vecinos, hartos de esos chivatos electrónicos que te cazan por ir a 51 km/h, lo celebran tanto que hasta piden que dé el pregón, porque, admitámoslo, un tipo que le planta cara a las multas con un bote de spray es lo más cerca que vamos a estar de un superhéroe. La Policía Municipal, claro, dice que lo busca, pero esperemos que sea con la misma energía que uno pone en encontrar un calcetín perdido en la lavadora. Al fin y al cabo, aunque sea un delito toquetear bienes públicos, el justiciero ha tocado la fibra sensible de una ciudad que ve los radares como cajeros automáticos disfrazados de seguridad vial.

Y no está solo en su cruzada. Recordemos al justiciero italiano del que hablamos en El Diestro, ese otro rompedor de radares que en 2024 puso en jaque a las autoridades transalpinas. «Buscan al héroe justiciero que destruye radares de velocidad en Italia», titulaba el artículo, y uno no puede evitar imaginarse a las autoridades persiguiéndolo con el mismo ímpetu que pondrían en multar a una abuela por ir a 32 km/h en una recta desierta. La diferencia es que el italiano y nuestro malagueño comparten ADN rebelde: no soportan que les digan cómo vivir (o conducir) sus vidas.

Claro, los defensores del orden dirán que los radares salvan vidas, que son necesarios, que sin ellos seríamos todos unos Mad Max en potencia. Pero, seamos sinceros, ¿cuántas veces hemos visto un radar estratégicamente colocado justo después de un cambio de límite de velocidad que ni el GPS más avispado detecta a tiempo? Esto no es seguridad vial, amigos, esto es un negocio redondo disfrazado de buenas intenciones.

Así que, mientras Europa se obsesiona con el apocalipsis, aquí brindamos por este vengador del asfalto que, spray en mano, nos recuerda que a veces la vida es mejor con un poco de picardía. ¡Larga vida al justiciero de Málaga! Que siga dando caña a esos chivatos electrónicos, que nosotros seguimos soñando con carreteras sin trampas Y SIN BACHES.

EsDiestro
Es Diestro. Opinión en Libertad
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3 COMENTARIOS

  1. Siempre recordaré al Autor de otra hazaña parecida, que pintaba R A D A R en grande con spray en la estructura… salí frenando en la foto, pero me hizo ahorrar más de 400 euros. Qué Dios le bendiga.

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