El Mobile World Congress (MWC) 2025, que se está celebrando en Barcelona desde el 3 de marzo, arrancó con unas imágenes que para muchos de nosotros no han pasado desapercibidas: el rey Felipe VI compartiendo mesa en la cena oficial con el exministro de Sanidad Salvador Illa y la exministra de Transición Ecológica Teresa Ribera, dos personajes cuya gestión en momentos críticos de la historia reciente de España sigue generando indignación.
Ese encuentro, enmarcado en la cena inaugural del evento en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, pretendió proyectar una estampa de normalidad institucional, pero reavivó las críticas hacia las decisiones políticas que ambos exministros tomaron en sus respectivas carteras, decisiones que dejaron un saldo de miles de pérdidas humanas.
Salvador Illa, actual presidente de la Generalidad de Cataluña, fue el responsable de los protocolos sanitarios durante la «farsemia» como ministro de Sanidad entre 2020 y 2021. Su gestión, marcada por la centralización de las compras de material sanitario a empresas de dudosa reputación y la imposición de medidas como el inconstitucional confinamiento estricto o la aplicación de cr¡m¡nales protocolos a los pacientes, ha sido objeto de duras críticas. La presencia de Illa en la mesa del rey, en su primer MWC como presidente, ha representado para algunos una reconciliación institucional tras años de tensión con el independentismo, pero para otros muchos ha sido un recordatorio incómodo de las vidas que se perdieron bajo su mando.
Por su parte, Teresa Ribera, hoy vicepresidenta de la Comisión Europea para una Transición Limpia, estuvo al frente del Ministerio para la Transición Ecológica durante las devastadoras riadas de Valencia en octubre de 2024. Las críticas hacia su gestión se centran en la presunta falta de coordinación y previsión ante la riada que arrasó la región, dejando centenares de muertos (según cifras oficiales que no se cree nadie) y miles de damnificados. Informes preliminares han apuntado a fallos en los sistemas de alerta temprana y en la respuesta institucional, áreas bajo la órbita de su ministerio, que supervisaba la Confederación Hidrográfica del Júcar y las políticas de prevención de desastres naturales. Su asistencia al MWC, en un contexto de prestigio tecnológico y global, contrastó con las voces que aún exigen responsabilidades por lo sucedido en Valencia, un desastre que marcó un antes y un después en las vidas de muchas personas afectadas por la riada. Por cierto, cada día los manifestantes de Ferraz recuerdan a las víctimas de Valencia y mencionan a esta señora coreando: «Teresa Ribera a la cárcel la primera».
El rey Felipe VI, como jefe del Estado, presidió la cena pronunciando un lamentable discurso que buscó proyectar unidad y apoyo a Ucrania (y eso que se supone que no puede adoptar posturas políticas…). A su lado se sentaron figuras clave del panorama político y empresarial, pero la elección de estos dos exministros como compañeros de mesa no ha gustado nada. Una imagen que evidenció la desconexión entre las élites y las demandas de justicia de una ciudadanía que aún llora las pérdidas de la ‘pandemia’ y las riadas.
El MWC 2025, centrado en la inteligencia artificial y la conectividad, pretende ser un escaparate de progreso y modernidad. Sin embargo, esta edición no pudo escapar de las sombras del pasado reciente. La mesa del rey, más allá de su carácter protocolario, se convirtió en un símbolo de las tensiones no resueltas en la política española: la búsqueda de normalidad institucional frente a las heridas abiertas de una sociedad que sigue cuestionando a sus líderes. Mientras Barcelona acoge a más de 100.000 asistentes y genera una inyección económica superior a los 500 millones de euros, según estimaciones de la Generalidad, la pregunta persiste: ¿puede el brillo de la tecnología eclipsar las responsabilidades del pasado?