El «experimento de las pulgas», es una metáfora popular en el ámbito de la psicología, el desarrollo personal y los discursos motivacionales. Este experimento implica colocar pulgas en un frasco de vidrio con una tapa. Al principio, las pulgas intentan saltar frenéticamente, pero al chocar repetidamente con la tapa, aprenden a limitar sus saltos a una altura que no las haga golpearse. Si se retira la tapa, las pulgas, ya condicionadas, no intentan escapar, permaneciendo atrapadas en el frasco por una barrera invisible: su creencia limitante de que no pueden saltar más alto.
Aunque algunos cuestionan la validez científica de este experimento (como se menciona en un artículo de buy-butterflies.com de 2023), su poder como analogía es innegable. En el contexto psicológico la imagen del frasco sirve como una representación visual de cómo las creencias limitantes —ideas o percepciones negativas que consideramos ciertas, aunque no lo sean— pueden restringir nuestro potencial, al igual que las pulgas se auto-condenan a quedarse en un espacio reducido. Estas creencias suelen originarse en experiencias tempranas, opiniones externas o condicionamientos sociales, y pueden bloquear nuestro crecimiento personal, profesional o emocional.
Un artículo de positivepsychology.com (2024) explica que las creencias limitantes pueden manifestarse como pensamientos como «no soy lo suficientemente bueno» o «no puedo lograrlo», actuando como profecías autocumplidas que nos impiden avanzar. La invitación a «reconocerlas para transformarlas» alinea perfectamente con estrategias de desarrollo personal, como la terapia de esquemas o el coaching, que buscan desafiar y reemplazar estas ideas negativas con pensamientos que nos lleven a liberarnos, según el mismo artículo.
El experimento de las pulgas también ha encontrado eco en el ámbito motivacional. Figuras como Tony Robbins lo han utilizado en sus seminarios para inspirar a las personas a superar las barreras mentales, como se detalla en un blog de megankharrison.com (2021). La idea es que, al igual que las pulgas, los humanos podemos quedar atrapados por condicionamientos aprendidos, pero con autoconciencia y esfuerzo, podemos «saltar más alto» y liberarnos de esas limitaciones.
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Igual pasa a ciertos humanos . pic.twitter.com/iDpfWRvNif— Luis (@koldobika08) March 15, 2025
Comenté por aquí cuando lo de Valencia que en EEUU el ACTOR uniformado itinerante para perpetrar salvajadas en rol de ‘autoridad’ era un tal John Pelletier, «jefe de policía».en Las Vegas cuando el tiroteo «homófobo» de falsa bandera, en Maui cuando encerraron a miles de habitantes para obligarlos a morir «por obediencia» entre las llamas, que además costaba extinguir porque «casualmente» ese día el agua estaba cortada al igual que las carreteras de evacuación, y hoy ese tal Pelletier que además cobra un sueldo desproporcionado está metido en la trama satánica depravada del otro tal Diddy, como empiezan a informar las redes alternativas de EEUU.
Paralelismos con lo de Valencia y el siniestro pájaro del logo de los angulitos.
¿De qué sirve atar cabos? En España de cada diez cabezas una piensa y nueve embisten, dijo aquel. En el resto del mundo el porcentaje sin ser tan patético es bastante próximo. Creencias. Eso es una parte del problema. Es más decisiva la parte de la obediencia a la «autoridad», sea la del sistema o sean las de la titulitis.