En la década de los 60 del siglo pasado, el investigador de comportamiento John B. Calhoun diseñó un experimento notable conocido como «Universo 25» para examinar los efectos de la sobrepoblación y la abundancia en una sociedad de ratones. Su objetivo era crear un entorno perfecto, libre de las preocupaciones del mundo natural, para ver cómo respondería una población en estas condiciones ideales.
El «Universo 25» era un espacio lo suficientemente grande con todo lo necesario para una vida ratonil sin preocupaciones: comida y agua en abundancia, un refugio ideal y control de temperatura constante. Comenzó con cuatro parejas de ratones, y al principio, todo parecía ir según lo planeado. La población creció exponencialmente, duplicándose cada 55 días, hasta alcanzar un máximo de 2.200 individuos.
Sin embargo, el paraíso comenzó a mostrar sus grietas. A medida que la densidad de la población aumentaba, las dinámicas sociales se desmoronaban. Los machos dominantes se volvían violentos y territoriales, mientras que otros ratones se retiraban completamente de la vida social, fenómeno que Calhoun llamó «sumideros de comportamiento». Las hembras comenzaron a abandonar el cuidado de sus crías, lo que llevó a una tasa de mortalidad infantil alarmantemente alta.
La población alcanzó un punto crítico donde el comportamiento se tornó aún más errático. Aparecieron actos de canibalismo y la reproducción prácticamente cesó. Los ratones, especialmente las hembras, se dedicaban a acicalarse en exceso, un comportamiento que Calhoun denominó «los hermosos» por su apariencia inmaculada, pero su desconexión de la vida social y reproductiva era absoluta.
La fase final del experimento fue devastadora. Los ratones jóvenes, sin modelos de conducta adecuados, no aprendieron comportamientos normales, prefiriendo el aislamiento. Aunque el recinto podía sostener a 3.000 ratones, la población no solo dejó de crecer, sino que comenzó a disminuir. En última instancia, a pesar de la riqueza de recursos, los ratones se extinguieron, no por falta de lo necesario para vivir, sino por la desintegración de su estructura social.
Calhoun vio en este experimento una advertencia para la humanidad. Argumentó que, en ausencia de roles significativos y con una población densa, las sociedades humanas podrían enfrentar destinos similares. Su trabajo, aunque controvertido, abrió debates sobre la superpoblación, la importancia de la cohesión social y los efectos de la abundancia material sin propósito social.
Críticos han señalado que el comportamiento humano es mucho más complejo y que el experimento de Calhoun puede haber simplificado demasiado estos aspectos. Sin embargo, la relevancia de «Universo 25» persiste en la actualidad, especialmente al contemplar los retos de la urbanización, la salud mental, y las crecientes desigualdades sociales.