Por Alfonso de la Vega
Donde no hay publicidad resplandece la verdad nos advertía muy puesta en razón La Codorniz, y eso temblando después de haber reído. En sus famosos Apuntes sobre comunicación a las masas el ministro de propaganda nazi, el licenciado Joseph Goebbels, explicaba para uso interno del Partido algunas de las claves más eficaces para la manipulación ciudadana:
«La multitud es impulsiva, versátil, e irritable y se deja guiar casi exclusivamente por el inconsciente.
La multitud es extraordinariamente influenciable y crédula, sin sentido crítico, de modo que lo inverosímil carece de existencia para ella. Inclinada por naturaleza a toda clase de excesos, reacciona mejor a estímulos intensos.
Para influir en ella es inútil argumentar de modo lógico o racional. Por el contrario resulta más eficaz presentar imágenes y repetir varias veces las mismas consignas.
La mejor propaganda es la que no se detecta. Buenas técnicas son las siguientes:
Usar nombres apropiados de resonancias injuriosas o favorables según convenga.
Buscar testimonios de gente simpática o prestigiada aunque lo sea por mohatra.
Resaltar actitudes y hechos aunque sea fuera de contexto o negando otros desfavorables para la causa.
Transferir la credibilidad de los símbolos más nobles o prestigiosos a nuestra mercancía política.
Efecto vagón: Únete a nosotros que somos muchos.
Implicación del yo: Alemania eres tú. Hitler es tu líder porque representa el bienestar de tu patria, tu bienestar.
Contagio de status. Hazte una foto con tu líder para que puedan identificarte con él y sus virtudes.»
En efecto, para mantenerse en el poder los socialistas tienen que degradar a la sociedad, empobreciendo, engañando y embruteciendo a la gente. Pervertir la democracia en oclocracia. En una campaña publicitaria de larga duración el falsario imitador del doctor Goebbels ha reivindicado lo bien que lo perpetran aunque no se lo agradezcamos como merecen. Con la táctica de la tinta del calamar es de temer que nos van a dar la tabarra para celebrar el medio siglo de degeneración borbónico socialista. Y ningunear o denostar las grandes realizaciones del régimen anterior, cuya prosperidad se debió en gran parte a la ausencia del poder de Borbones y socialistas, luego impuestos por EEUU.
Para ayudar a difundir la buena nueva se marca un paquete de 125 millones de euros para digitalizar los medios cómplices.
Arropado por un impostado tenderete nostálgico el falsario ha avisado del peligro de la involución. No sin razón porque la involución es él. Pero con el cinismo narcisista que le adorna el jefe del gobierno de Su Católica Majestad ha afirmado muy jaque que “no hay concordia cuando se equipara víctimas con verdugos se perpetúan mentiras históricas o cuando se pactan leyes con aquellos que son enemigos de la libertad y la igualdad.” Y esto lo dice sin inmutarse el número uno de un partido golpista desestabilizador de la república y provocador de la guerra civil, y como jefe de un gobierno sostenido por filoetarras y supremacistas golpistas catalanes entre desfalcos, corrupción y mentiras. Y a los que ahora se pretende perdonar la deuda ya existente para que puedan fortalecerse en la continuidad de sus delitos.
El lúcido Valle Inclán sostenía que España es una deformación grotesca de la civilización europea. Se quedaba corto.