Por Alfonso de la Vega
En el reino de España la impostura, la tramoya de la pretendida democracia se viene abajo mostrando al público sus vergüenzas. Una de ellas es la impostura, la tergiversación, la demagogia de disimular que hoy importa algo la Cultura. Mi tocayo, el Guerra, el mismo que según la viñeta ayudaba a su probo hermano Juan a apañar el huerto sevillano de su infancia ha sido agraciado con la comisaría de la exposición sobre los hermanos Manuel y Antonio Machado Ruiz. Inaugurada por el consorte don Felipe que es una valiosa figura multiusos. Lo mismo vale para presidir un desfile, una entrega de premios, inaugurar cosas a falta de pantanos, o firmar lo que le echen.
Sin embargo, ninguno de los hermanos Machado encajaría demasiado bien en la España oficialista de hoy, que cuando no hace arqueología sólo se acuerda de la Cultura para intentar enterrarla o para insultarla premiando a gentes despreciables.
Ambos hermanos estudiaron en la Institución Libre de Enseñanza y escribieron algunas obras de modo conjunto. En palabras de José Antonio Primo de Rivera: «dos intelectuales henchidos de emoción humana, receptores y emisores de la gracia, la alegría y la tristeza populares«. Sin embargo, luego tuvieron trayectorias artísticas y personales separadas.
En abril del 31 Manuel compuso una letra para el nuevo himno de la Segunda República, pero dos años más tarde se declararía desubicado acerca de las principales corrientes políticas de su época: “El mundo se debate hoy —lejos de toda libertad— entre dos dictaduras: la capitalista y la colectivista, la burguesa y la proletaria, entre el fascismo y el comunismo. Ambas son igualmente enemigas de la individualidad …. Ambas son para mí igualmente detestables”. Desencantado de la deriva totalitaria de la República, su evolución política posterior fue en apoyo del alzamiento nacional. Fue detenido en 1936 pero consiguió sobrevivir gracias a algunas intercesiones. Fue nombrado académico de la Lengua. Cuando se enteró de la triste noticia del doble fallecimiento visitó con su mujer, Eulalia, las tumbas de su madre y hermano en Francia.
La tumba de Antonio Machado en el cementerio francés de Collioure se ha convertido en una suerte de centro de peregrinación laica y republicana. Bueno está mantener el recuerdo de nuestros mejores artistas si es que no es el morbo de la desmemoria histórica el móvil real de estos homenajes. Pero no deja de ser curioso el anhelo de ritos por parte de los hombres como si no se resignaran a la visión racionalista, profana, si no simplemente materialista, que de algún modo traicionan esos supuestos planteamientos profanos y conectan con lo sagrado. O lo numinoso como lo llamaba Otto el renovador de Eranos que tanta influencia tuviera en el pensamiento de Maria Zambrano, alumna aventajada del poeta en Segovia.
No lo digo por el humanista, estudioso de lo sagrado por su condición de hilozoísta convencido de que los campos también tienen alma como la de los álamos cantores de la ribera izquierda del Duero que escoltaban sus paseos con su esposa niña Leonor cogida de la mano. En un paraje encantado, mágico, junto a San Juan de Duero en el que otro gran poeta sevillano barruntaba en el astral las feroces luchas de los templarios contra los señores feudales locales. O por su admiración de la pobre, hermosa y fugaz primavera de Soria. O por su recreación de una vieja leyenda esotérica tomando un viejo cuento de pliegos de cordel del que tuviera noticia subiendo caballero en mula desde Cidones hasta la Laguna negra soriana, la de Urbión, que hay otra cercana en Burgos, junto al Neila.
El poema de Alvargonzález es una historia hilozoísta, mística y también un reflejo del alma cainita de la España embrutecida y eterna. Como la codicia, la ambición, la ignorancia y la hipocresía matan la maestría en el hombre. Como la suerte histórica de España no es una suma de logros generacionales, una renovación de la tradición por la razón y la prosperidad, sino una rueda ciega y feroz de infortunios, naufragios y vuelta a empezar. Traicionada por quienes más obligación o responsabilidad tienen defenderla aquí Saturno no devora a sus hijos sino que son los malos hijos de la tierra cainita, embrutecida y salvaje quienes matan al padre y arrojan su cadáver al abismo negro de la desmemoria, la incomprensión y el olvido.
Pero la verdadera tumba del gran poeta español no se encuentra en el sencillo cementerio de Collioure sino en un poema desesperado. Atroz. El testimonio de su muerte espiritual, del agotamiento moral que precede al físico. De la Palabra perdida, de un fracaso que es también el de toda su generación y de la propia España. De unos anhelos traicionados arrumbados al ocaso. Me refiero a su poema de alabanza a Líster, el fiero y cruel pistolero estalinista que no dudó en retirar sus carros de combate durante la batalla del Ebro contra las fuerzas del general Franco para reprimir a sangre y fuego las para él más peligrosas desarmadas comunas libertarias en la retaguardia de Aragón.
“Si mi pluma valiera tu pistola / de capitán, contento moriría”
Epitafio terrible, testimonio de un gran desastre, de un fracaso, que nos conviene recordar ahora que nos encontramos en el umbral de otro grave retroceso histórico. Y perpetrado por los mismos autores.
Nos gustan este tipo de reflexiones.
Me alegro. Gracias. Saludos. Alfonso