domingo, junio 30, 2024
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El nuevo relato del dictador hispanoamericano

Por Alfonso de la Vega

      “… se retiró de la ventana para recibir a una endomingada diputación de la Colonia Española.-El abarrotero, el empeñista, el chulo del braguetazo, el patriota jactancioso, el doctor sin reválida, el periodista hampón, el rico mal afamado, se inclinaban en hilera ante la momia taciturna con la verde salivilla en el canto de los labios-. Don Celestino Galindo, orondo, redondo, pedante, tomó la palabra, y con aduladoras hipérboles, saludó al glorioso pacificador…”      (Tirano banderas)

El de dictadores de Hispanoamérica, degenerada luego en “Latinoamérica” tras la toma del poder por los mercaderes anglosajones en el antiguo territorio español de los virreinatos, constituye todo un género literario de gran interés desde muchos puntos de vista y no solo el artístico.

Género inaugurado por nuestro gran Valle su Tirano Banderas, es la novela pionera y puede que más brillante de todas las que han venido después. Así: Señor Presidente; Yo, el Supremo; El Otoño del Patriarca; Oficio de difuntos o la Fiesta del chivo

Pero la saga o panoplia de dictadores ha sido actualizada por la realidad misma antes que por la literatura. En cierto modo ha quedado como anticuada. Ya no sería de aplicación lo del golpe de estado militar clásico, el  tópico uniformado mandando en toda la sociedad como si fuese un cuartel. Al revés, la dominación se ejerce hoy fomentando el vicio, el desorden, el pasotismo y la falta de disciplina. De modo que se echa en falta una renovación del género para describir los logros actuales de las nuevas dictaduras democráticas posmodernas.

Ya no está de moda el retrato de fiero dictador de uniforme con palo y tente tieso criados y entrenados bajo la sanguinaria disciplina de la siniestra escuela gringa de Panamá. La globalización exige nuevos métodos de dominación, más solapados y no menos eficaces.

En estos momentos de globalización hay que sacrificar los antiguos órdenes nacionales garantizados por los militares. La gran plutocracia parece querer evitar el empoderamiento de ciertos intermediarios para sustituirlos por títeres civiles más manejables. El paleocomunismo a la antigua, a la cubana, o a lo maoísta, con uniformes y genocidios espantosos o violencia feroz y sanguinaria ya no es grato tampoco a nuestros genocidas plutócratas filantrópicos al poder entrar en conflicto sus intereses de dominación global mundial con los de la salvaje burocracia comunista cerrada y primitiva que protege los suyos a nivel nacional cubano. La siniestra etapa comunista del abuelo de la nueva presidente de Méjico ya habría pasado.

Lo de dictadura, aunque sea la del proletariado, hay que reconocer que suena mal. No es posmoderno, ni resilente, ni indigenista, ni de perspectiva de género, ni propio del cambio del clima climático climatizable. Donde esté un buen proceso electoral amañado y unas instituciones prostituidas pero que mantengan cierto grado de apariencia mohatrera que se quiten los militares, no vaya a salir alguno con honor, patriotismo y sentido de Estado y nos fastidie el negocio.  Esta “democracia” prostituida o falsificada, incluso con ribetes plebiscitarios, «el que no está conmigo es un fascista«, constituye hoy la dinámica general de avasallamiento de los pueblos.

Para ello se precisa una previa perversión orwelliana en el lenguaje posibilitada por la prostitución de los grandes media blanqueadores de la tiranía, y falsificadores de la realidad. Si un tipo como Neruda explicaba que de los yelmos de los aguerridos conquistadores caían bonitas palabras como joyas preciosas ahora es la tele y los medios de confusión de masas quienes escupen su jerga estupefaciente formadora de leyendas para mejor encantar al populacho. Como más que ganar lo importante es contar los votos los esfuerzos actuales de la plutocracia internacional se vuelcan en establecer procesos electorales amañados, ex ante y ex post, no exentos de cierta violencia contra los disidentes, como mejor garantía de poder real sobre los pueblos.

El pretexto para perpetrar las mayores aberraciones está servido: Lo quiere así el engañado populacho goyin que nos ha elegido. Y si nos han elegido ergo ya estamos legitimados para cualquier futuro atropello. 

El más reciente ejemplo lo acabamos de tener en las pasadas elecciones de Méjico. La figura del nuevo dictador se corresponde más y mejor que con la de sus propios antepasados comunistas del Partido, con la de una mujer, sionista judía, hembrista, ecologista a lo Rockefeller y lo que exija el guion de los amos.  El comunismo posmoderno apoyado por la plutocracia norteamericana y sionista con el concurso técnico del “deep state” y las organizaciones globalistas y con el político del  Partido Demócrata se está imponiendo por la vía “democrática” de la narco corrupción, la mentira, las trampas y el fraude electoral en toda Hispanoamérica. Incluso el infiltrado Vaticano de Bergoglio y la jesuita Teología de la Liberación está en el mismo juego renegando de la obra civilizadora y evangelizadora de España en América.

Los Foros de Puebla o San Pablo van imponiendo su agenda liberticida en todos esos países, que van cayendo uno tras otro, tras la senda venezolana. El comunismo posmoderno como el que se está intentando implantar ahora, también en España, viene desde el Poder globalista, de las grandes corporaciones y cuenta con la complicidad de instituciones internacionales y nacionales. Y en él, los protagonistas presumen de demócratas aunque desvirtúan o inutilizan cualquier contrapeso institucional que pueda obstaculizar o limitar su poder despótico. Más que por la represión violenta organizan su peligrosa mohatra mediante el engaño, la publicidad y la demagogia. Por control y envenenamiento mental. De modo que más que la vieja lucha de clases, se promueven las banderas señuelo de los indígenas, los homosexuales, las feministas, los invasores violentos de diferentes culturas, religiones y razas, el falso «medio ambiente» o supuesto cambio climático antropogénico, los satanistas, los pederastas, los narcos, el lumpen, y la delincuencia en general.  Todo ello para destruir, allí donde aún existan, las bases de la convivencia y del orden. La nación, la religión, la familia, la clase media.  La economía real que permite crear bienes o servicios y satisfacer necesidades reales de la gente a favor de la economía financiera usurera que genera deuda y esclavitud.

En resumen, la novela clásica del dictador hispanoamericano queda anticuada en lo político y social, tanto en protagonistas como en métodos. En esta etapa de globalización ya no interesan las dominaciones militares nacionales sino un comunismo con nuevas tecnologías de fraude, engaño y dominación basados en la propaganda y el envenenamiento mental y superador de la naturaleza primitiva violenta del comunismo histórico tradicional que dominaba por el terror.

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