Por Alfonso de la Vega
Inasequible al desaliento el jefe de gobierno sigue con su prepotencia sin que ninguna institución borbónica, ni siquiera su propia humillada banda, le frene. Sí, siendo ecuánime no duelen prendas en reconocer que Su Majestad el Rey ha vuelto a jurar bandera en acto mágico público heroico dirigido a ahuyentar a los peligrosos demonios.
Por desgracia la verdad es que nos encontramos a las puertas de una dictadura ya sin disimulos. Una dictadura con nuevas tecnologías, es decir no mediante la toma del poder por parte de militares sino por medio de votaciones amañadas, ex post mediante la maquinita o ex ante mediante el embrutecimiento y engaño de los votantes y la ocupación de las instituciones para desnaturalizarlas a su servicio. Hoy ya no resulta «molón» el recurso a aguerridos yelmos emplumados, fajines y entorchados. Los protagonistas vicarios se extraen del lumpen o gente del bronce, matones de discoteca, mamarrachos desarrapados o sin sexo reconocible, que lucen tatuajes propios de caníbales, pantalones rotos o a media asta en vez de marciales condecorados uniformes. Los más aseados y presentables o menos indecorosos suben al rango de excelentísimos ministros o altos cargos de la Monarquía. Cuando don Felipe, contra lo deseable para España y sin obligación constitucional, nombró candidato a Sánchez ya debía haber comprendido lo que nos echaba encima.
El paso a dictadura sin más puede darse buscando la oportunidad para hacerlo posible. La tregua de estos días puede ser otro disparo a la diana aunque ¡cuidado con el culatazo!
La anterior Restauración borbónica comenzó en 1875, la actual justo un siglo más tarde. En septiembre de 1923 el Borbón de turno recurrió al general Primo de Rivera para mantenerse en el trono. De modo que esta nueva Restauración ya estaría en tiempo de descuento. La solución Primo de Rivera era una suave dictadura militar que comenzó con la anulación del poder civil. Hoy con la Agenda 2030 ya no haría falta. Como he tratado de explicar en anteriores ocasiones, el golpe de Estado posmoderno cuenta con la paradójica complicidad del Poder real y se hace no sustituyendo sino ocupando las instituciones para sabotear su funcionamiento democrático y en contra de los legítimos intereses de los supuestamente representados. O bien fijando tenderetes internacionales de carácter plutocrático o no democrático a los que se traspasa la soberanía nacional.
Uno de las razones o pretextos para la Dictadura militar de entonces fue el problema de Marruecos y la publicación del Expediente Picasso, muy incriminatorio para las autoridades, sobre todo para el Rey. Otro, como ahora, fue la situación en Cataluña. Hoy las hazañas a ocultar del otrora fiero Marte más bien han sido sustituidas por las de una Venus en entredicho.
En medio de la desmemoria histórica el pasado año se cumplió un siglo de la entronización de la dictadura palaciega de don Miguel Primo de Rivera que constataba el fracaso histórico de la anterior Restauración. Fue un 13 de septiembre tras la correspondiente Diada. Una violenta Diada catalanista, la de 1923, en la que los golpistas catalanes no sólo defendieron el separatismo con discursos y proclamas subversivas sino que jalearon a sus cómplices de Vascongadas y Galicia, invitándoles a que se les unieran para terminar con el Poder central. Dentro de un clima de gran violencia incluso se permitieron dar brindis al enemigo moro en la guerra del Rif, además de insultar o abominar del resto de España. Los traidores, envalentonados, camparon a sus anchas aterrorizando Barcelona hasta que con gran dificultad la fuerza pública consiguiera restaurar el orden.
La visión de don Antonio Maura
Unos días antes, en ese agosto, don Antonio Maura, antiguo jefe conservador y superviviente de varios atentados uno de ellos anunciado por el jefe socialista Pablo Iglesias en sede parlamentaria, respondía así a don Alfonso XIII cuando el monarca le pidiera consejo con motivo del agotamiento de la anterior Restauración:
“todos mis juicios han de arrancar del convencimiento que es añejo y cada día más firme, de que se han hecho incapaces para gobernar nuestros actuales partidos, sin exceptuar a ninguno y sin que su ineptitud colectiva provenga de culpas ni defectos personales de sus jefes y directores… es natural que los que piensen lo contrario esperen que un Ministerio más, formado con esos elementos, por el estilo actual y de sus antecesores, atajará y aún invertirá el curso de los mayores asuntos nacionales que es de ruina. Por creer yo que el empeoramiento proseguirá, hallo azarosa y ardua la situación…
Mientras no se rehaga en una u otra forma, con uno u otro nombre, y adquiera suficiente consistencia, no existirá órgano del cual se pueda valer la Corona constitucionalmente para que los ministerios, sueltos de trabas partidistas, saquen a salvo los intereses de la nación. Entretanto el Estado va desmoronándose visiblemente y como la energía renovadora no se improvisa con solo desearla, algún esfuerzo anormal se necesitará para sacar la máquina política del punto en que se encuentra…
El arbitrio de componer ministerios con individuos de distintos partidos se ha experimentado varias veces con claro desengaño…
Desenlace funesto se debe pronosticar si el rey tomase sobre sí las funciones de gobierno para ejercerlas directamente, asumiendo día por día las responsabilidades personales…
Se ve que el trance actual no tiene salida, y cuando la mejor voluntad no la halla, el consejo de la prudencia consiste en no cegarse hasta desconocerla. El prurito de regir lo que está desmandado, sea cual sea el motivo, no se debe extremar hasta el punto de destruir resortes sin los cuales el recobro ulterior de la normalidad se imposibilita…
Sería menos nocivo que quienes han venido imponiéndose en trances críticos asumiesen entera la función rectora bajo su responsabilidad. Aunque no acertasen a superar las dificultades, ni siquiera a sostenerse, habría menos obstáculos para una convalecencia, la cual en todo caso, sólo puede consistir en que los españoles salgan de su abstención y ocupen su propio puesto en la vida política.
Si esto no acaece en tiempo hábil será que Dios nos ha dejado de su mano y nada ni nadie nos salvará.”
Pasa el tiempo. Vuelven las Restauraciones borbónicas y en consecuencia regresan los fracasos. Don Felipe no ha podido pedir consejo a Maura pero sí el de la experiencia de su padre. Ahora como entonces nos encontramos ante el fracaso de la última Restauración e incluso pesa una amenaza grave sobre la propia supervivencia de España como nación.
Como decía Maura la necesaria convalecencia sólo puede consistir en que los españoles salgan de su abstención y ocupen su propio puesto en la vida política. Es decir, justo lo que el Régimen trata de evitar, que el pueblo, la sociedad civil, pueda influir en la marcha real de las cosas en vez de simplemente votar lo que le dicen, como le dicen y cuando le dicen. Pero está el obstáculo de la locura colectiva en la que nos movemos y por mucho que se disfrace la locura al final no admite otra forma de gobernar que la dictadura.
Las élites no parecen estar por la labor de regenerar a España. El pueblo debe aplicarse el cuento si quiere sobrevivir. Debe recuperar la Razón y sus razones. O dicho de otro modo, menos satíricos chistes, protestas a toro pasado o heroicas juras de bandera y más poner el cascabel al gato. Existe una creciente demanda de una nueva generación de raros políticos inteligentes y honrados, aún no satisfecha por una oferta conocida que habría de echar sobre sus hombros la hercúlea tarea de recuperar España y los valores de Occidente.
Funcionariamos mejor si quien llevase las riendas sacara de este pais a toda la morralla extranjera, y no me estoy refiriendo solo a los que han entrado en pateras, sino también a los espias de todos los colores y paises que están metiendo sus zarpas en los gobiernos, por llamarlos de alguna forma, españoles. Incluida la monarquía.
Abolir o prohibir las logias masónicas sería un paso de gigantes.
En teoría ya están prohibidas. La Constitución prohíbe las sociedades secretas. Art. 22.5.
Aunque todos sabemos la basura qué es la Prostitución Española.
La CE no es ninguna basura, la basura son los que no la cumplen.
Ese es el primer problema jurar algo en falso por eso me cago en todos los que la juran cumplir y hacer cumplir y no lo hacen. Todo es ilegal, todo es anticonstitucional hasta que no nos demos cuenta que las Constituciones protegen derechos e ir contra ellas es delito no solucionaremos el problema. Se puede mejorar la CE si pero primero hay que cumplirla, lo que no hace nadie y es el verdadero fallo su incumplimiento.