Desde el pasado fin de semana llevamos dando vueltas, y más vueltas, sobre el supuesto ataque militar que Irán lanzó contra Israel. Inmediatamente después de que la gente empezara a ponerse banderitas en las redes sociales, empezamos a tener un poco más de información sobre el asunto. Una vez esa información fue llegando con más detalle las dudas surgieron.
¿Cómo es posible que Irán, en lugar de lanzar un ataque sorpresa, anunciara con antelación lo que iba a hacer. ¿Cómo es posible que Irán, estando a unos 1.700 kms. en línea recta de Israel, lanzara un ataque con drones que tardaron horas en llegar a su destino, siendo todos ellos eliminados por las defensas israelíes sin provocar apenas daños en sus objetivos? ¿Cómo es posible que Irán, reconociéndose fiero e irreconciliable enemigo de Israel, le diera un balón de oxígeno con ese ataque a su odiado Netanyahu?
Para nosotros, aquello fue una representación más que un ataque. Pero hoy en los medios estadounidenses han aparecido más pruebas.
El gobierno de Estados Unidos lleva décadas imponiendo sanciones económicas al gobierno de Irán. En noviembre de 2018 se estableció un programa de exenciones de esas sanciones con fines, supuestamente, humanitarios. Es decir, se desbloquearían pagos con el objetivo de que los iraníes utilizaran esos pagos para esos fines.
Ese programa de exenciones vencía el pasado mes de marzo. Pero, curiosamente, el gobierno de Biden renovó ese programa permitiendo que Irán recibiera 10.000 millones de dólares para permitir que Irak pagara al gobierno iraní por los servicios de electricidad. Curioso, ¿verdad?
Pues sorprendentemente y casi inmediatamente después nos encontramos con esos ataques a Israel con los que el gobierno de Irán lo único que ha conseguido es gastarse una millonada. Tranquilos, probablemente todo lo aquí expuesto no sea más que una casualidad.