Los agricultores y ganaderos se han unido. ¿Por qué razón? Pues porque la unión hace la fuerza. ¿No es por eso mismo que “los del otro bando” practican el “divide y vencerás”? Si le preguntaras, a cada uno de ellos: ¿Seguirías unido a los otros agricultores y ganaderos, sabiendo que eso supone renunciar a competir con ellos? Apuesto a que todos contestarían con un rotundo SI.
Pero ¿cuánto tiempo debería durar esa unión? ¿El tiempo suficiente e indispensable para derrotar al “enemigo”? ¿Y luego qué? ¿A debilitarse otra vez? ¿Y vuelta a empezar? Si la unión da la fuerza y una unión temporal da una fuerza temporal, ¿por qué razón elegir una fuerza temporal pudiendo elegir la fuerza eterna?
Para lograr la fuerza eterna, infinita, tan solo hace falta unirse sin reservas (porque las reservas, los peros, son divisiones), tan solo hace falta unirse con rotundidad, con Amor. El Amor es entrega y ¿a quién te entregarías sino al ser amado? Bien se puede decir que el Amor es la intención de unión eterna, completa, sin peros, que garantiza una fuerza infinita, y por tanto, que no vuelvan a medrar los “malos”.
Para poder tener esa intención amorosa, para poder adquirirla, tan solo hace falta comprenderla, y para comprenderla, tan solo hace falta ponerse en la piel del otro. Cuando haces ese ejercicio mental y ves que los problemas que tenéis en común son más importantes que los que tenéis entre vosotros, te das cuenta de que es la misma razón la que aconseja unirse, la que aconseja amar. ¿Quién dijo que la cabeza y el corazón son opuestos?
Los agricultores y ganaderos tienen un problema muy gordo; y todos los demás estamos empezando a barruntar que tenemos el mismo problema, y eso es porque estamos aprendiendo a ponernos en su piel, a pensar con Amor. Si ahora me preguntan, a mí, ¿Renunciarías a competir con los demás, si eso soluciona el problema? Seguro contestaría con un rotundo SI.
Bravo…