Cómo nos gustaría saber qué es, y cuánto, lo que se cuece exactamente entre bambalinas con el asunto de Pedro Sánchez. Y es que no parece demasiado normal que un tipo, que no tiene apoyos en la calle, que no le vota nadie, que no ha ganado ni una sola de las elecciones a las que se ha presentado, tenga sometida de una forma tan feroz a una gran parte de la sociedad empresarial, mediática, funcionarial, sindicalista y política española. Y nos dejaremos muchos sectores, no lo duden.
La figura del inquilino de la Moncloa se ha convertido en prácticamente intocable, saliéndole defensores por doquier, incluso desde las esferas más insospechadas, aunque previsibles de unos años para acá.
Hoy nos hemos encontrado con que uno de esos defensores «inesperados» es el periodista Ignacio Camacho. Y además, la forma de defenderle no deja de ser sorprendente, mucho más si tenemos en cuenta que Camacho formaría parte de esa supuesta oposición al gobierno.
Tal y como denuncia Hermann Tertsc, extrayéndolo directamente desde un artículo del propio Camacho, el nuevo defensor de Sánchez lo hace, además, insultando a los manifestantes de Ferraz.
Y sin estar nosotros de acuerdo con las proclamas de esas manifestaciones, y ni siquiera con el lugar elegido para hacerlas, puesto que creemos que deberían ser más, lo que no nos parece ya ni medio normal son estos insultos que Camacho dedica a alguien que, libremente, decide ejercer su derecho a la protesta, protesta que, además, siempre ha sido pacífica.
Empezamos a sospechar que hay mucha «viruta» en juego para los próximos Presupuestos Generales del Estado y los responsables de los medios de manipulación, de nuevo, se han vuelto a poner en posición de «firmes» para recibir órdenes. Algo que, lógicamente, repercute en sus empleados, por muy «articulistas estrella» que sean, o que se crean.
TODOS los perrodistas sistémicos, incluidos los supuestos conservadores o de «derechas» han vivido, viven y aspiran a seguir viviendo del»bi»partido.
No hay mayor amenaza para su cómodo lugar feudal de silla y teclado que la ruptura del colosal engaño de que
– las calles tienen dueño
– la violencia física o verbal es intrínseca a la «derecha»
– siendo «derecha» cualquiera que no se tatúe la palabra «izquierda» en la frente
– o que incluso llevándola tatuada algún día balen una nota diferente a la decretada por el amo «izquierdista» ubicuo e invisible (ver casos como el de Sabina).
El mayor problema que tienen todos estos sistémicos (políticos y sus juglares) es que las cartas se ponen sobre la mesa por primera vez en 50 años.