En la escuela aprendí que había tres clases de países en el mundo: Los desarrollados, los subdesarrollados y los que estaban “en vías de desarrollo”, entre los cuales el maestro incluyó a España. -Bueno, no somos los más adinerados pero tampoco los más míseros- pensamos los millones de seres humanos que asistimos a la misma escuela pública, al escuchar aquellas palabras. Y así, conformados con pertenecer a “la clase media internacional” vivimos unos cuantos años, hasta que un ¿imbécil? nos quiso convencer, en plena burbuja urbanística, de que habíamos ascendido hasta la “Champions League”.
Pero el caso es que, en el libro de ciencias naturales (Lo de la opulencia y la miseria se estudiaba en ciencias sociales) veíamos fotografías de África, de América del Sur, y todo era exuberancia. ¿Cómo es posible que los países más fértiles sean los más míseros? -Porque con la industrialización (es decir, con el desarrollo) la riqueza ya no está en tener alimentos sino en tener petroleo– me dijo el maestro –Ahora hay países muy ricos que son puro desierto aunque con mucho petroleo o minería- Pero ¿cómo explicar el caso de Venezuela?: Un país con mucho petroleo, mucha minería y mucha fertilidad. ¿Cómo es posible que Venezuela esté en la cola del mundo?
La situación de Venezuela y Argentina, por ejemplo, nos sirve para percatarnos de que la riqueza no tiene mucho que ver con los recursos de que dispone un país. Si los que más carne tienen resulta que no pueden comer carne, debe ser, necesariamente, porque se la llevan a otro sitio. ¿Cómo si no puede entenderse que en un país productor de petroleo los ciudadanos tengan problemas para llenar el depósito de sus coches? Doy por hecho que hay políticos americanos que, influidos por la masonería, contestan esa pregunta diciendo que “la culpa es de los españoles que se llevaron la plata”. ¿Pero no quedamos en que, en los tiempos que corren, lo que más vale es el oro negro? ¡Los españoles no se llevaron ni una gota!
Cuando los masones lograron echar a los españoles y dividir América, se adueñaron de selvas vírgenes pero también de economías en pleno funcionamiento. Los españoles no hicieron como los anglosajones en Norteamérica. En el sur puedes contemplar muchas catedrales, palacios, hospitales, universidades, etc. que construyeron los españoles. ¿Qué construyeron los ingleses en Estados Unidos y Canadá? En el sur puedes ver muchos mestizos. Para los españoles era normal casarse con nativas. ¿Lo era para los ingleses?
Cuando México se independizó de España era un país mucho más importante que su vecino del norte. ¿Porqué no lo es ahora? ¿También tienen la culpa los españoles del hecho de que los gringos robaron a los mexicanos más de la mitad de su territorio? ¿Por qué los mexicanos no han intentado recuperar California o Texas? La única respuesta posible es que no lo intentan porque sienten que carecen de fuerzas suficientes, es decir, porque se sienten (o saben que son) militarmente más débiles.
Es pues evidente que la fortuna depende, única y exclusivamente, de la fuerza, de la coacción, de la violencia, del miedo. Solo así puede entenderse que Estados Unidos sea país más endeudado (Es decir, el que menos tiene) y, a la vez, el más poderoso. El caso es que los estadounidenses ganaron la Guerra Mundial y ganaron el mundo, con dinero prestado. Desde entonces, decenas de países han averiguado que oponerse al dictado yanqui suele acabar en bombardeo.
Pero el caso es que, en el país que lidera el mundo, también hay mucha miseria, y es perfectamente entendible pues para mantener su hegemonía, Estados Unidos de América deber mantener un monstruoso aparato militar. ¿Qué más da que un país sea considerado más o menos rico, en los libros escolares, si las calles de sus ciudades están llenas de “homeless”? Son los cuarenta millones de estadounidenses que viven por debajo del umbral de la pobreza (Según cifras oficiales) los que evidencian que el poder económico no es un asunto de países sino de personas. ¿Acaso no fue en tiempos del Imperio Español cuando proliferaron los lazarillos? Hoy, como entonces, la riqueza va a parar a las manos de los mismos banqueros, que son los que arman ejércitos, los que los financian. Ellos ganan más cuanto más prestan, y para nada hay que pedir más prestado que para montar guerras ¡O pandemias!
El talismán mágico que ha proporcionado a la «élite» apátrida que opera desde EEUU principalmente el poder para subyugar a más de medio planeta se llama Mentira.
Con mentiras, el invento que marcó un hito como en su día lo marcó la imprenta que son los medios de difusión audiovisuales masivos (cine + TV + radio) que se apropiaron de inicio a base de billetes imprimidos por ellos mismos de la nada, y el antinatural y aberrante sufragio universal, es como han logrado un «orden mundial» donde los recursos acaban siempre en sus manos y la riqueza humana de cada cultura y lugar acaba hecha jirones, enloquecida, degenerada y encaminada a su autoliquidación.