Ayer se produjo en Ferraz uno de los momentos más tensos y lamentables que hemos podido presenciar en las últimas semanas de protestas. A raíz de la detención, ocurrida la noche anterior, de una señora a la que la policía se llevó esposada delante de su anciana madre por el mero hecho de estar rezando el rosario en la vía pública (ahora la señora está pendiente de juicio), se produjo un llamamiento en redes sociales para que acudiera la gente a rezar el rosario poco antes de las 8 de la tarde. La respuesta de la ciudadanía fue todo un éxito ya que se congregaron alrededor de un millar de personas a las puertas de una iglesia cercana a la sede del PSOE en Madrid.
Una vez terminado el rezo, varios agentes de la policía del régimen se acercaron a Andrés Calderón, el joven encargado de organizar el rezo del Rosario, al que retuvieron, procedieron a identificarlo y le comunicaron la correspondiente sanción apelando a la «Ley de Seguridad Nacional».
La escena fue presenciada por cientos de ciudadanos que se encontraban en el lugar y su reacción no se hizo esperar, salieron inmediatamente en defensa del joven y comenzaron a recriminar a los policías por su lamentable comportamiento, llegando a rodear a los agentes. Los momentos de tensión fueron de tal calibre, que los policías del régimen huyeron a toda prisa para colocarse los chalecos y los cascos con el fin de prepararse para cargar contra los manifestantes.
Andrés Calderón confirmó a la prensa que la policía le había requerido su identificación y le comunicó que iba a ser objeto de una sanción de la que tendría su preceptiva notificación, de acuerdo con las órdenes recibidas del Delegado del Gobierno en Madrid, Francisco Martín Aguirre, quien había prohibido el rezo del Rosario en Ferraz. Además, la policía le informó que le harían responsable de cualquier incidencia, destrozo o desperfecto que se pudiera producir en la zona de concentración.
Unas horas más tarde de lo acontecido, el propio Calderón escribía en su cuenta de Twitter lo siguiente:
«No me gusta hablar de mi vida privada, pero hoy lo voy a hacer.
Llevo más de un año opositando para ser Inspector de Policía. Después del rosario de hoy jamás podré serlo. Sabía lo que hacía y lo asumo con toda entereza.
Hay momentos en la vida en los que uno debe dar la cara y afrontar lo que venga. Los católicos estamos obligados a dar un paso al frente en los momentos críticos.
No podía decir que “no” a la propuesta de rezar a la Virgen. No puede haber mayor honor.
Ahora tendré que ver lo que hago. Trabajar, buscar otra oposición o lo que sea. Espero que Dios me ayude a encontrar mi camino.
Todo pasará y en tres días volveré a ser nadie. El que diga (hay muchos) que busco fama se equivoca y mucho.
Los católicos no debemos tener miedo. Dios está siempre con nosotros.
Si por rezar un rosario en la calle uno debe renunciar a lo mundano, debemos hacerlo. ¡SERVIAM!»
También ha querido agradecer a todos los patriotas cristianos que salieron en su defensa cuando vieron que los esbirros de Marlaska procedían a multarle:
Mientras tanto, ajenos a lo que está aconteciendo, el rey (con minúsculas) junto a todos los diputados y senadores celebraban hoy la «legislatura de la vergüenza» con saluditos, sonrisitas, poses, modelitos…, y todos tan contentos por haber conseguido o conservado su sillón para seguir viviendo a costa del dinero que nos arrancan de nuestros bolsillos para mantener su tren de vida. Un verdadero asco.
Mis felicitaciones a D. Andrés Calderón, al que un pueblo digno propondría para medalla, y esta infecta basura que nos desgobierna y sus fieles esbirros, propone para sanción.
Lamento mucho que D. Andrés no se hubiera leído mi artículo de ayer, en el que informaba del deber que tienen los agentes de policía, de identificarse mostrando su carnet profesional, aunque vayan de uniforme, cuando realizan cualquier intervención. D. Andrés podría haber puesto en un brete a esas miserables sabandijas que lo identificaron.
Cuando se haga justicia en España, y ya falta muy poquito, pagarán cumplidamente la iniquidad que están perpetrando.
Si defienden al tirano, pueden estar seguros y orgullosos de que compartirán su suerte.