jueves, diciembre 4, 2025
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Lobo Estepario y Michael Boor se animan a visitar la isla de Mouro, en Santander

Lobo Estepario y Michael Boor se animan a visitar la isla de Mouro en Santander. Lo hicieron en unas barcas de alquiler en la bahía de Santander que cualquiera puede manejar, inclusive gente sin ninguna experiencia náutica que se quiera iniciar en estas artes de la navegación. Los dos youtubers de la conspiración hemos ido a esta pequeña isla con faro en compañía de dos amigos más, Ilustrísima y Juan, para encontrarnos que había por allí otros dos o tres barcos más de pequeño tamaño que anclaron allí para una relajación absoluta en una especie de calita del tipo piratas del Caribe.

Se trata de un pequeño islote rocoso situado a muy pocos centenares de metros de donde se sitúa el Palacio de la Magdalena, construido en esta ciudad hace más de cien años para que veranease la corte de Alfonso XIII.

El solitario hogar del farero de la isla de Mouro y su familia

Sin embargo, pese a su cercana situación a la península de la Magdalena, ajardinado paraje de lujo de Santander, no podría haber un paraje más desolado en toda la tierra. Parece mentira que aquí tuviera que vivir el farero de la isla de Mouro y su familia durante meses, aislado de toda civilización y disfrutando y soportando por igual las inclemencias del tiempo. Una atmósfera de soledad y rusticismo que ha gustado especialmente al youtuber Lobo Estepario, que se ha sentido realmente en su salsa en semejante paraje solitario.

La belleza de esta isla sólo es comparable a su tranquilidad. Apenas hay nada más que un faro aquí plantado y luego muchas vegetación y roquedales con arbustos por todas partes.

Yo mismo le preguntaba qué le parecía el paraje para una escapada definitiva si vuelven a atacarnos con el pincho. ¿Sería posible esconderse aquí por mucho tiempo, en una isla tan pequeña, pero llena de cuevas, a escasos metros en línea recta del Palacio Real de la Magdalena? Sería surrealista.

También me fijé en que las lagartijas de aquí son un poco más grandes de un verde más oscuro que en la cercana a costa de Santander. Y es que estamos en un entorno natural muy auténtico donde anidan especies de aves marinas y donde es posible visualizar muy fácilmente todo tipo de peces, ya que las aguas aquí son muy transparentes.

Entre el calor que hacía, en pleno octubre, y la visión del agua cristalina a nuestros pies, la verdad, parecía que estábamos en las Baleares. Por si fuera poco, en el camino de ida y vuelta encontramos la Nao Victoria, un buque a vela enorme que imita los que surcaron las aguas del imperio español en los buenos tiempos de nuestra Patria.

El naufragio terrible del Sofía en la isla de Mouro

También aproveché para comentar algunas curiosidades de la isla de Mouro y del entorno más próximo. En concreto, en la isla de Mouro hubo un naufragio de un barco llamado Sofía que desapareció totalmente de la faz de la tierra durante una galerna terrible. Una galerna es una tormenta marítima de gran potencia y, en el caso de la isla de Mouro, las olas llegan a pasar por encima de la alta torre del faro, lo que en la práctica significa que sobrepasan en el islote de un lado a otro.

Alquiler de barcas en la bahía de Santander

Esto nos puede indicar el terror que debía suponer para unos marinos o para la familia del farero aguantar semejantes tormentas, con auténticos tsunamis de por medio. Galernas brutales, capaces de triturar barcos y arrastrar muy lejos a los pobres marinos muertos y los restos de su barco.

Un naufragio frente a la isla de Mouro en 1887

Este naufragio frente a la isla de Mouro ocurrió en 1887 y se llevó por delante esta embarcación de transporte de mercancías y a su tripulación formada por el capitán y diez subalternos. Los recortes de prensa que todavía podemos consultar reflejan el dramatismo vivido por esos pobres hombres y la sociedad santanderina, que durante unos días estuvo pendiente de si había noticias de algún tipo sobre un barco que parecía que había sido tragado literalmente por el océano.

Barquitos de alquiler en Santander

Pero en un día de sol y poco viento como el que hemos disfrutado hoy, la verdad, la isla de Mouro no parece el mismo paraje en el que esos hombres trabajadores perdieron la vida delante del aterrorizado farero, que contempló con sus propios ojos cómo el barco llamado Sofía era zarandeado y luego hundido bastantes años antes de la Guerra Civil Española. No lejos de estas aguas, también, ocurrió hace poco que la tragedia golpeó a un barco pesquero que se encontraba faenando por aquí, pero se trata de acontecimientos que ocurren fuera de los días normales de ocio en el que la gente sale con los barquitos de alquiler en Santander (623191492) o los suyos propios.

Conocer los secretos de la isla de Mouro y Santander con Lobo Estepario y Michael Boor

Los dos youtubers (info@ponteaclick.com / 623191492) nos ofrecemos para hacer de guías a personas que quieran obtener una experiencia especial de la mar y de esta costa tan maravillosa de la Bahía de Santander. Dos guías muy amenos y bien informados, pienso yo, que os podemos llevar a estos sitios tan paradisíacos a disfrutar de una jornada espléndida en la que se mezcla la historia con la aventura y el humor. Os esperamos.

Los robinsones de la isla de Mouro y de Santa Marina

También he encontrado una curiosa historia sobre lo que se llamaron los robinsones de la isla de Mouro y de Santa Marina y que no eran sino dos y tres chicos muy jóvenes de la zona que se habían visto arrojados literalmente a estas dos islas tan pequeñas, situadas en la parte exterior de la bahía de Santander. Dos grupos pequeños de muchachos que naufragaron y tuvieron que acogerse a estas dos pequeñas islas tan inhóspitas, donde no hay ni siquiera agua dulce para beber. Sin embargo, en la isla de Santa Marina sí había abundancia de ratas, grandes como conejos. La verdad es que estos chicos lo pasaron bastante mal hasta que se les pudo rescatar, lo que no fue fácil porque el temporal que les hizo irse a pique todavía no amainaba del todo.

Dos chicos que se quedaron atrapados en la isla de Mouro en plan Robnson Crusoe

Reseñar que los dos chicos que se quedaron atrapados en la isla de Mouro fueron hacia allí en busca de ese refugio, ya que al intentar cruzar el abra de la bahía (conocida como barra) temieron que las olas los hicieron naufragar para siempre. Una vez en la isla pelada de Mouro, sin embargo, siquiera al subir las escaleras hacia la base del faro se sintieron seguros del enorme oleaje y echaron abajo a la puerta de la antigua casa del farero para tomar refugio allí. Sin duda alguna, una historia increíble la prueba de los fuertes que son aquí los temporales, ya que pueden hacer rebasar las olas por encima de las crestas altísimas del islote.

Y con la mala suerte de que el último servicio de farero y su familia se habían trasladado de allí hacía ya varios años, sustituidos por el sistema moderno de faros automáticos que ya desde antes de la guerra civil estaba operando por el país. Situación se había vuelto muy desesperada, ya que realmente estaban en una isla desierta y sin ni siquiera agua potable. Y en un intento de pedir socorro, a la desesperada, habían encendido hogueras como única forma posible de ser detectados. Y así fue que los descubrieron y los pudieron evacuar.

Descubre todo esto y mucho más a bordo de estas barquitas de alquiler en Santander.

 

Explorar la bahía de Santander a bordo de una barquita a motor es una experiencia que combina libertad, belleza y contacto directo con la naturaleza. Estas embarcaciones son ideales para quienes desean descubrir la costa desde el mar sin necesidad de experiencia previa ni licencias. Su manejo sencillo y su tamaño manejable las convierten en una opción perfecta para principiantes, familias o grupos que buscan una jornada diferente y divertida en el agua.

Una de las mayores ventajas es la posibilidad de navegar a tu propio ritmo. No hay rutas fijas ni horarios impuestos: tú eliges si prefieres acercarte a la isla de Mouro, rodear el Palacio de la Magdalena, fondear frente a una playa tranquila o simplemente dejarte llevar por el paisaje. La bahía, con sus aguas generalmente calmadas, ofrece un entorno seguro y acogedor para disfrutar sin prisas.

Desde la barca, la ciudad se muestra bajo una nueva luz. Las vistas panorámicas de Santander desde el mar son espectaculares: los acantilados, las playas doradas, los edificios históricos y los verdes montes que rodean la costa crean un escenario inolvidable. Además, en días despejados es fácil ver peces, aves marinas e incluso algún banco de delfines si la suerte acompaña.

Alquilar una barquita en Santander también es una forma de desconectar del ruido urbano y conectar con la tranquilidad del mar. Puedes llevar tu comida, una nevera con bebidas frías y disfrutar de un pequeño picnic flotante con el sonido de las olas como banda sonora. Es una actividad que combina relax, aventura y contacto con el entorno natural, sin necesidad de grandes preparativos. Una barca a motor es mucho más que un simple medio de transporte: es una puerta abierta a la aventura y al descubrimiento en uno de los entornos más bellos del norte de España. Ya sea para pasar unas horas navegando o para vivir una jornada entera en el mar, esta experiencia siempre deja un recuerdo especial en quienes la prueban.

Naufragios legendarios en la Bahía de Santander

La Bahía de Santander, una de las más bellas del norte de España, no sólo es conocida por su riqueza paisajística, sus playas y su actividad portuaria, sino también por haber sido escenario de múltiples tragedias marítimas a lo largo de la historia. Bajo sus aguas reposan los restos y los ecos de naufragios que dejaron una huella imborrable en la memoria colectiva de Cantabria y de todo el país. Desde explosiones catastróficas hasta hundimientos en plena guerra, esta bahía ha sido testigo de algunos de los episodios más dramáticos de la historia naval española.

El desastre del Cabo Machichaco: la mayor tragedia civil en el puerto de Santander

El naufragio más recordado de la Bahía de Santander —y sin duda el más trágico— fue el del vapor Cabo Machichaco. El 3 de noviembre de 1893, este buque de vapor atracó en el muelle de Maliaño cargado con mercancía general, entre la que se encontraban 51 toneladas de dinamita que, por ley, nunca debieron haber sido descargadas en el centro del puerto.

Una pequeña explosión inicial provocó un incendio a bordo, lo que llevó a que multitud de ciudadanos y autoridades se congregaran en la zona portuaria. Sin embargo, tras más de una hora de fuego sin control, la dinamita finalmente detonó. La explosión fue tan potente que destruyó parte del casco antiguo de la ciudad, causando más de 500 muertos y alrededor de 2.000 heridos. Las olas expansivas lanzaron trozos de hierro y madera a varios kilómetros de distancia.

Los relatos de la época hablan de cuerpos desaparecidos, trenes volcados por la onda expansiva y una ciudad sumida en el caos. Esta tragedia no solo marcó profundamente a Santander, sino que motivó cambios importantes en la legislación sobre transporte y almacenamiento de explosivos en puertos españoles.

El acorazado España: un coloso hundido en tiempos de guerra

Otro naufragio histórico asociado a la Bahía de Santander fue el del acorazado España, buque insignia de la Armada Española durante la Guerra Civil. Se trataba de un acorazado de línea perteneciente a la clase España, construido en Ferrol y botado en 1912. Durante la contienda (1936–1939), el España se posicionó del lado nacional y operó principalmente en el Cantábrico.

El 30 de abril de 1937, cuando bloqueaba el puerto de Santander para evitar la entrada de suministros a las tropas republicanas, el acorazado impactó con una mina en las proximidades del cabo Ajo. El impacto fue devastador, y la nave se hundió en cuestión de minutos. Murieron 86 marineros y otros 748 fueron rescatados. A pesar de que el naufragio no ocurrió exactamente dentro de la bahía, forma parte de la historia naval local debido a su papel estratégico en el frente norte y su presencia en aguas cántabras.

Otras tragedias marítimas en la bahía

Más allá de estos casos destacados, la Bahía de Santander ha sido escenario de múltiples accidentes navales a lo largo de los siglos. Barcos pesqueros, pequeñas embarcaciones y cargueros han encontrado su final en estas aguas traicioneras. En tiempos recientes, incluso embarcaciones modernas han sufrido percances debido a nieblas densas, errores de navegación o averías mecánicas.

Un ejemplo más reciente fue el del pesquero Nuevo Simbad, hundido en 2002 tras chocar contra un bajo rocoso. Aunque en esta ocasión no hubo víctimas, el suceso volvió a poner de relieve los riesgos que implica la navegación en zonas con corrientes cambiantes y fondos irregulares, incluso en días aparentemente tranquilos.

Una bahía hermosa, pero impredecible

La belleza de la Bahía de Santander no debe hacer olvidar que se trata de un entorno cambiante, donde el mar puede pasar en cuestión de minutos de la calma a la furia. Las condiciones meteorológicas del Cantábrico, combinadas con la morfología de la costa y los bajos marinos ocultos, han convertido a esta zona en un escenario de naufragios, algunos con enormes consecuencias humanas y materiales.

Hoy, estos episodios siguen vivos en la memoria de los santanderinos y en el imaginario colectivo de los navegantes. Placas, memoriales, restos sumergidos y relatos transmitidos de generación en generación mantienen viva la historia de aquellos barcos y sus tripulaciones que jamás regresaron a puerto.

 

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