sábado, julio 27, 2024
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La Diada, ¿una Nación secuestrada?

Artículo escrito por Alfonso de la Vega

“Yo español, declaro, con dolor y vergüenza, que España es en estos momentos el país más desorganizado de la tierra.

Además, durante medio siglo, la monarquía ha convertido en un pueblo materialista y de profunda bajeza moral a esta España que fue antes una nación romántica, con ideales, tal vez equivocados, pero siempre generosos.

El país de Don Quijote, gracias a la monarquía de los Borbones, se ha convertido en el de Sancho Panza, glotón, cobarde, servil, incapaz de ninguna idea que exista más allá de los bordes del pesebre.

Un país corrompido moralmente por la monarquía, agitado por el separatismo, mal gobernado por unos ministerios que sólo podían pensar en su propia existencia, marcha fatalmente a la ruina.

La monarquía, en cincuenta años, ha desorientado a los españoles, envenenando su juicio. Existe en España un rebaño considerable que acepta las ideas, siempre que sean simples y fáciles, aún cuando resulten absurdas. El trabajo de la monarquía ha sido hacer creer al país que todo lo malo que ocurre es por culpa de los políticos, y si, de vez en cuando, hay algo bueno esto no es obra de dichos políticos sino del rey. El pobre monarca es un dechado de bondad; él haría toda clase de cosas buenas a favor del pueblo, pero no le dejan los pícaros políticos que viven en torno a él.

El vulgo español educado por los reyes tiene un apelativo fácil que aplica a todos los gobernantes:

¡Ladrones! ¡Todos ladrones!

¡Qué pasará si se va el rey? Vuelve a repetir con tono de balido el rebaño de los simples y los miedosos.

Pasará que todos los españoles de buena voluntad nos juntaremos para crear de nuevo una nación española, que hace años dejó de existir.

La monarquía de los Borbones fracasó completamente.

Ante todo que se vaya el rey…

Durante dos o tres meses se hablará con libertad, se discutirá serenamente, aleccionados por esta pesadilla que estamos atravesando, y será organizado un plebiscito nacional en el que votarán todos los ciudadanos la forma definitiva del Gobierno español. “

Con estos términos, entre otros, se despachaba en el exilio parisino don Vicente Blasco Ibáñez hace ahora un siglo en un folleto titulado Una nación secuestrada.

Como el sufrido lector comprenderá todo parecido con la realidad actual es mera casualidad porque la culpa de lo que ahora pasa la tiene el gobierno de Su Majestad o el resto de las instituciones pero nunca Su Majestad que es un dechado de inteligencia, patriotismo y bondad.

Pero el argumento de la nación secuestrada no es muy utilizado ahora por los patriotas españoles sino, en cambio, por los indigenistas. Feijoo en Galicia, los terroristas y sus piadosos protectores en Vascongadas. Y por supuesto por los golpistas catalanes que celebran como propia una anacrónica derrota histórica que poco tiene que ver con ellos.

El asunto del 11S y la celebración de la Diada es un caso más de impostura histórica. Los españoles de la época se mataban entre sí y perdían parte de la integridad territorial nacional (Menorca, Gibraltar…) para algo tan ajeno a sus verdaderos intereses como dilucidar qué dinastía extranjera iba a obtener o conservar el imperio español en calidad de botín de guerra.

El reaccionario clero catalán pensaba que la Casa de Austria favorecía  mejor sus intereses políticos y económicos que los Borbones, e intentó dar a la defensa de Cataluña un cierto aire de cruzada contra el infiel extranjero.  Pero ganaron los franceses quienes sin embargo trataron de mostrarse graciables.

Una guerra civil provocada por la codicia y ambición de la Monarquía, nada que ver con una supuesta agresión española a Cataluña. En efecto, los victimistas catalanistas del romanticismo aprovecharon el suceso para revindicar la figura patriótica de un personaje de biografía remendada al que se rinde plañidero homenaje. Un tal Casanova, desconocido o no citado para el tratadista y protagonista pues participó en ella, de la mencionada guerra de Sucesión, Vicente Bacallar y Sanna, marqués de san Felipe, en su famoso libro Comentarios de la Guerra de España, (Sevilla, 1725). Autor que, sin embargo, sí cita a Dalmao o a Villarroel y explica: «En esto paró la soberbia pertinaz de los catalanes, su infidelidad y traición. El Rey…envió veinte de los principales cabos a varias prisiones de España; entre ellos Villarroel, el general Armengol,  el marqués del Peral y el hermano del coronel Nabot«.

Pero este Casanova parece ser que se convirtió en héroe nacional de Cataluña por dos razones de gloria catalana: primero hacerse el muerto para escapar del combate y luego, una vez pasado el peligro, medrar en la cucaña como leal magistrado del malvado rey Borbón opresor de la heroica reaccionaria Cataluña estamental y luego fundador  de los Mozos de Escuadra. Como dice en su crónica el marqués de San Felipe: «los catalanes creen que todo va bien gobernando, gozando ellos de muchos fueros.»

Salvo por el tema de la búsqueda de privilegios la lucha de la guerra de Sucesión española en la región catalana no tiene nada que ver con el separatismo abusón. Sí lo tiene, en cambio, la rebelión catalana del XVII, cuando el valido conde duque de Olivares, porque los burgueses catalanes no querían contribuir a sufragar los gastos del ejército durante su asentamiento en campaña. Se pasaron a Francia pero luego, cuando vieron que el Rey Cristianísimo les exigía pagar tributos, y les era peor el remedio que la enfermedad, pidieron volver y volvieron cual hijo pródigo, sobre todo por el heroico patriotismo que mejor entienden, el de salirles más barato ser españoles que franceses.

La entronización de los Borbones supuso una pérdida de la integridad territorial. Otra importante pérdida territorial se produjo el 98. Y es muy posible que su definitiva expulsión, si acaso se produjera, pudiera tener el coste de la secesión de Cataluña y Vascongadas.

En la diada de hace un siglo se montó una buena. Los golpistas catalanes no sólo defendieron el separatismo con discursos y proclamas subversivas sino que jalearon a sus cómplices de Vascongadas y Galicia, invitándoles a que se les unieran para terminar con el Poder central. Dentro de un clima de gran violencia incluso se permitieron dar brindis al enemigo moro en la guerra del Rif, además de insultar o abominar de España. Los traidores, envalentonados, camparon a sus anchas aterrorizando Barcelona hasta que con gran dificultad la fuerza pública consiguiera restaurar el orden. Dos días después Primo de Rivera a instancias del Rey declaró la Dictadura.

En cualquier caso la manifestación del 11S hoy es el resultado de todo un proceso entreguista, de falta de voluntad de proteger las instituciones y los derechos civiles de todos los españoles en todas las regiones. También de entregar la cultura y la educación a los enemigos de España durante la Monarquía. Ya no quedan más generaciones de españoles con sus rasgos propios regionales. Hoy lo que existe son generaciones de catalanes, murcianos, gallegos, manchegos, andaluces, vascos de pura raza vasca,….. víctimas de una falsificación de la Historia y de la Geografía, de un envenenamiento mental, de la confusión emocional, adiestrados en muchos casos en el odio a España, la patria común de todos.

Y sí, me temo que tenía mucha razón Blasco Ibáñez, sobrevivimos en una nación secuestrada.

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