Por Alfonso de la Vega (Ingeniero agrónomo, analista político y escritor)
Por una ironía de la historia, pues no creo que tal sea una ley inmutable, cien años después nos encontramos ante otra crisis tremenda de la Restauración borbónica.
Como es sabido, la anterior Restauración comenzó en 1875, tras el pronunciamiento del general Martínez Campos, en la persona de Alfonso XII el hijo de la expulsada por corrupta e inepta Isabel II. Y de algún modo, al menos desde un punto de vista institucional parlamentario, acabó el 13 de setiembre de 1923, cuando Alfonso XIII, el hijo póstumo del anterior, encargó al general don Miguel Primo de Rivera el Directorio para poner fin a la creciente inestabilidad cercana ya al fracaso definitivo del Régimen. Entonces los problemas españoles no eran exactamente los mismos que los actuales, pero sí que coincidían en lo del golpismo catalán, el injusto cupo navarro y la traición socialista además de lo que se refiere a la incompetencia institucional. Males endémicos de nuestro sistema político.
Pese a todo, la Dictadura de Primo resultó ser uno de los mejores momentos de la Historia reciente de España que superaría con muchos logros sociales, económicos, y administrativos lo realizado durante el anterior periodo de corrupción partidista parlamentaria sin olvidar la de la propia Corona.
En palabras de José Calvo Sotelo, uno de los más lúcidos, competentes e importantes actores:
“La Dictadura hubo de preocuparse de numerosas cuestiones que antes dormían en el desván del Parlamento: cuestiones prácticas todas enraizadas con el presente y el porvenir de la raza… Primo de Rivera legó a la posteridad un tipo de gobernación del Estado caracterizado por la plena primacía de los grandes problemas sociales y económicos y el apartamiento total de los meramente políticos. No comparto la la absoluta inhibición ante estos últimos. La política es la columna vertebral de toda acción de gobierno…”
“Me parece absurda la intangibilidad de la Constitución de 1876, pero igualmente absurdo el propósito de substituirla totalmente. Quiero decir que el futuro de España no depende de que muera o viva esa Constitución, sino de otros muchos factores ajenos a ella. Depende ante todo de que exista un principio de autoridad rígido…”
«Padece España un elevado nivel de precios; pero sería fatal quererlo rebajar abaratando la mano de obra… e importa mucho acrecer la capacidad media de consumo, lejos de atenuarla. Por ello hemos de poner la mirada en el rendimiento del trabajo. Producir más: he aquí el santo y seña que debe lanzarse a los cuatro vientos. Al obrero, al industrial, al agricultor”
La ambiciosa política de infraestructuras pretendía coadyuvar a ese fin.
La Dictadura puso fin al problema de África, al violento pistolerismo rojo en Andalucía pero sobre todo barcelonés y contuvo la insurrección catalana así como los incipientes desmanes del socialismo. Incluso el siniestro prohombre socialista Largo Caballero participaría en la dictadura en el Consejo de Estado. También neutralizó los excesos de las pretorianas Juntas de Defensa. Como bien se puede observar tanto entonces como ahora Cataluña se encuentra en los primeros puestos del saqueo, la violencia delictiva y la demagogia criminal contra los derechos civiles. Y el sistema parlamentario borbónico tampoco resulta eficaz para afrontar los problemas españoles. Otra cuestión importante era poner orden en la Hacienda pública.
Probablemente, el origen inmediato de la Dictadura tuvo un paradójico componente de protección de la Monarquía. Se había encargado un informe acerca del desastre de Annual a un general, es de suponer para cubrir el expediente y enterrar el asunto. Pero de modo acaso sorpresivo para los interesados el general Picasso cumplió con su deber y comprobó la responsabilidad personal del mismo Alfonso XIII, inductor y mal consejero del general Fernández Silvestre en el sangriento y contundente fracaso. Dada la peligrosidad que tenía la verdad para la Monarquía, se dio largas a la presentación del Informe Picasso ante el Parlamento y la cosa se dejo para septiembre. Y en septiembre llegó la dictadura, tapando oportunamente el desaguisado real.
La dictadura tuvo dos fases. La primera hasta el 2 de diciembre de 1925 fue militar y la segunda de carácter civil. En esa fecha Primo solicitó al rey “la substitución de una dictadura militar por otra civil y económica y de organización más adecuada pero no menos vigorosa”.
Alfonso XIII le contestaría ese mismo día a Primo de Rivera en estos términos:
“Mi querido general … convencido de la necesidad de proseguir en la labor de salvación en la que tanto ha adelantado el Directorio te confío el Poder para que formes y presidas un Gobierno… y espero en el plazo conveniente, que deseo sea breve, pueda el país contar con leyes que constituyan y fundamenten su normalidad y presto puedan vivir dentro de un régimen, para que no tenga necesidad de periodos de excepción…”
Más allá de la propia organización militar, en el aspecto civil hubo un intento de recomponer las fuerzas políticas españolas mediante una formación política de derecha ad hoc llamada Unión Patriótica para interactuar con un partido socialista que entonces parecía patriótico o al menos civilizado. Si vale un inciso, es curioso resaltar que en la dictadura la actividad principal pueda dedicarse a la gestión de modo incluso único pero en régimen de partitocracia no se puede renunciar al debate ideológico como pretende el PP actual y menos en una situación como la presente de neomarxismo woke en la que se dinamitan las propias bases de la convivencia y la sociedad.
Quizás lo más destacable, aparte de lo ya señalado, sea la labor de elaboración de los estatutos municipal y provincial, de reforma de la administración local, y junto a la construcción de infraestructuras, el poner las bases de una industria energética española con alguna autonomía nacional gracias a la creación del Monopolio de petróleos
La labor de la Dictadura resultó muy positiva para la vida común del español medio. Sin embargo, fue traicionada por el propio Alfonso XIII y buena parte de la derecha política convencional. Un asunto que merece más desarrollo.
Ahora, cien años después
La actual Restauración borbónica fue impuesta por otro general aunque no en Sagunto sino en las Cortes franquistas. Esta vez en la persona del hijo superviviente de otro exilado. Comenzó en 1975, un siglo después que la anterior, y tras un primer titular, hoy exiliado y abdicado, el Trono está en manos, al menos en teoría, de su hijo varón.
Justo cien años después tenemos la sensación de que esto ya no da más de sí pues nos encontramos ante lo que aparece como otra crisis terminal no solo de la Monarquía sino de lo que es mucho peor, la de la propia España como nación, que parecería no tener ya nadie que la defienda.
No hay que adelantar acontecimientos, pero es posible que el próximo 13 de septiembre de celebración del centenario el Rey actual ya haya entregado el Gobierno a la terrible dictadura globalista que desde luego no lo iría a emplear para lograr fines precisamente patrióticos,
La situación internacional con el NOM y la agenda 2030 juega en contra de la supervivencia de los Estados Nación históricos, en especial los más débiles o peor gobernados o con clases dirigentes más viciosas, inútiles o corrompidas. De modo que nuestros endémicos enemigos carroñeros se muestran dispuestos a devorar nuestros despojos. Los EEUU, Inglaterra, Francia, la UE, Marruecos e Israel…
Las dos dictaduras del siglo XX realizaron importantísimas obras públicas e infraestructuras de Fomento. Por orden del exterior el socialismo traidor actual las neutraliza o destruye.
Y nuestro Ejército aparece supeditado a estrategias y decisiones ajenas e incluso opuestas a nuestros propios intereses nacionales.
Para colmo pese a los tributos abusivos cuando no confiscatorios la Monarquía requiere un creciente endeudamiento para engordar la gusanera de políticos, burócratas y paniaguados corruptos o inútiles en general, que cada vez dificulta más mantener un mínimo nivel de auténtica soberanía. De modo que estamos a merced de los prestamistas y usureros.
En cierto modo, pues, la situación presente es más peligrosa que la de hace exactamente un siglo. No es sólo el régimen el amenazado sino la propia Nación española a la que se ve incapaz de defender las actuales instituciones borbónicas.
Según los cortesanos monárquicos más alabanciosos el Rey se encuentra prisionero en la jaula de oro de Palacio y no puede hacer nada aunque quisiera.
Pero la pregunta que nos hacemos muchos españoles es: ¿Se atreverá don Felipe a hacer algo por España?
O bien, ¿Para qué sirve?
Muy buen análisis el de este hombre…los hechos están ahí ,querer saltarse esta etapa y borrarla de un plumazo,»porque era una dictadura» es ideal para no comprender nada de lo que sucedió después…claro que este es el objetivo del humanismo laico, impuesto desde organizaciones secretas y no tanto…
Los dueños de los Illuminati y la masonería estaban detrás de todos estos acontecimientos de ultraizquierda, antes igual que ahora. Lo que pasa es que estamos ya al borde del Genocidio y Transhumanización Global 2030