A veces nos preguntamos si lo que pasa en la sociedad española es cosa del grafenazo, o es que la gente no se entera de nada desde hace décadas y somos más conscientes de ello ahora, pero esto no es normal. Y es que en un país como España en el que los escándalos y las aberraciones que se cometen pasan delante de los ojos de todo el mundo, sin que apenas nadie se entere, se convierte en escándalo o aberración lo más absurdo, mientras a lo más grave, apenas se le da importancia.
Con esto último nos referimos al ya famoso beso del presidente de la Federación de Fútbol, Luis Rubiales. Y es que miren que se han cometido barbaridades y atrocidades contra la gente, sobre todo en los últimos años, y de lo que se lleva hablando días es de un absurdo beso, cuando encima el protagonista del mismo tiene a sus espaldas infinidad de irregularidades.
Pero fíjense, en tan solo tres años: han muerto miles de personas por culpa de los criminales protocolos sanitarios. Se ha inoculado a la población un veneno que se está llevando por delante la vida y la salud de otros miles. Se ha saqueado a la gente. Se fumigan los cielos con desconocidos venenos que enferman y que están causando un daño atroz. Se arruina al autónomo en general, al sector primario en particular. Se derriban presas. Se queman montes. Se ha dado un pucherazo más que evidente en las últimas elecciones generales… Y aquí, el escándalo lo genera el puñetero beso de Rubiales que, por otra parte, no es más que otra pata más de un sistema putrefacto.
¿Se dan cuenta que el problema ya no es solo el hecho de tener unos políticos y un sistema criminal? La sociedad española está absolutamente idiotizada, abducida, completamente atontada y ese es el peor de nuestros problemas. Mientras eso siga así, no iremos a ningún lado ni podremos solucionar nada. La cosa es saber si nos encontramos ya en un punto sin retorno.
Un magnífico país de toreros, luciferinos expertos en las artes del capote, artes de engañar, distraer y manipular a la población mientras la expolian, genocidan y robotizan a los esclavos supervivientes a base de dogmas plandémicos, planclimáticos y otras mafiosas y siniestras menudencias
También un país de atontados y obedientes tragacionistas que confían en su mortal enemigo