Una de las frases más acertadas que nos ha dejado la historia es aquella de «tesis + antítesis = síntesis». Y eso es, exactamente, lo que, bajo nuestro punto de vista, se está aplicando en Francia.
Ante la experiencia exitosa que habían tenido con la farsemia en medio mundo, el globalismo miraba de reojo a Francia porque era en ese país donde no las tenían todas consigo. Los franceses se estaban cansando de tanta tomadura de pelo y estaban empezando a salir a las calles a defender sus derechos.
Pero todo eso debía estar previsto por parte del globalismo porque, desde hacía décadas, habían infiltrado entre la población a millones de inmigrantes ilegales con los que generar temor entre la población local. Una mezcla explosiva que podrían hacer detonar en el momento en el que les interesara.
Desde hace bastante tiempo ya, las cosas para Macron se le estaba poniendo complicada con sus gobernados y eran muchas las protestas que se estaban realizando contra uno de los títeres más infumables de los agendistas y había que pararlo.
¿Y qué mejor forma de agitar el avispero que ya tenían metido en el país? Y como manejar a la población a su antojo es lo mejor que saben hacer, generan el problema, provocan el caos y ahora ofrecen la solución: ejército y toques de queda. Ya tienen la síntesis y ya pueden aplicar medidas restrictivas y dictatoriales que, además, van a ser aplaudidos por la mayor parte de los franceses y de la población europea, tal y como podemos ver en las redes sociales.
¿Y esto quiere decir que no critiquemos las aberraciones que están cometiendo los inmigrantes en Francia? No, para nada. Simplemente, estamos diciendo que, al igual que los franceses, estos también están siendo utilizados y eso es algo que no les exime de culpa alguna de todos los delitos que estén cometiendo.
Pero es que ya va pasando el tiempo, vamos adquiriendo experiencia y ya vamos viéndolo venir todo. Y sí, podemos equivocarnos, claro que sí. Pero es demasiado casual que habiendo tanta inmigración como hay en toda Europa, los problemas se estén produciendo, precisamente, en el único país en el que la población local había salido a las calles a protestar contra la dictadura agendista.
Y si se fijan en las redes sociales, muchos de los que protestaban contra todo esto antes, están cayendo en la trampa, pero no tienen la culpa. Es muy difícil controlar los impulsos iniciales cuando se ve algo como lo que estamos viendo. Pero si se paran a pensar fríamente, por un momento, se darán cuenta que las piezas encajan y los malos no dan ni una sola puntada sin hilo.