Parece que el debate que han generado estas últimas elecciones acerca de votar, o no hacerlo, va a ser interminable. Y aunque en los debates puede haber argumentos más válidos, de uno u otro lado, hay algunos argumentos que no los conseguimos entender. Por ejemplo, el de todos aquellos que están seguros que hay pucherazo pero que, por otro lado, dicen que es mejor votar masivamente a un partido determinado. En este caso, a Vox.
Y sí, ya sabemos que cuantos más votos haya a una opción determinada más difícil es dar el pucherazo, pero no imposible. Porque hay que recordar que los pucherazos no los dan cuatro «matados» que no saben de nada. Los dan auténticos expertos que cuentan con todos los medios necesarios para hacerlo.
Entonces, si se está seguro que el pucherazo se va a dar, no conseguimos entender aquello de, a pesar de ello, votar a una opción política determinada. Si estamos de acuerdo en que no hay limpieza electoral, ¿no sería mejor hacer todo lo posible para que la haya, por ejemplo, no participando de la farsa? Porque ese sí, pero no, es difícil de entender.
Lo que es bien cierto es que hay un punto fundamental en el que la mayoría estamos de acuerdo: la falta de transparencia en las elecciones. Y cada uno de nosotros toma, libremente, la decisión que considera conveniente para exigir que haya esa transparencia.
Nos parece absolutamente legítimo que, a pesar de ello, mucho tomen la decisión de votar, pero eso de exigir que los demás hagan lo mismo, no lo entendemos. ¿Qué tal si ahora tantos unos, como otros, vamos a las Juntas Electorales Provinciales a exigir que se realice el Escrutinio General?
Si conseguimos que esta vez sí se haga, ya habremos dado un gran paso hacia la limpieza, aunque cada uno lo haga desde puntos de vista distintos. Y por cierto, en el caso de Vox, ahora es el momento en el que tienen que dar un paso al frente y exigir lo mismo.